El Museo San Telmo se suma a las celebraciones por el centenario del nacimiento de Eduardo Chillida con una propuesta innovadora: “descentralizar” al escultor y colocarlo en la “periferia” como ejercicio para entender mejor su arte. Así, esa “centralidad” es ocupada por otros artistas coetáneos del donostiarra entre 1950 y 1970 proponiendo un diálogo entre aquellos y este. Una conversación: Chillida y las artes se ha presentado este viernes en el museo de la Parte Vieja por parte de la comisaria María Bolaños, la directora de San Telmo, Susana Soto, y el alcalde de Donostia, Eneko Goia, frente a una representación de la familia Chillida y la galería suiza Hauser & Wirth, gestora de Chillida Leku.
En total, la muestra se compone de 116 piezas procedentes de más de 30 colecciones y que pertenecen a disciplinas como la escultura, la fotografía, la pintura, la danza, el cine o la moda.
Según ha confesado Soto, uno de los handicaps con los que contaba el museo a la hora de abordar esta instalación, que permanecerá abierta hasta el 29 de septiembre, es que disponen pocas obras de Chillida en su fondo. Es por ello que recurrieron a instituciones como Chillida Leku o como la Fundación Chillida-Belzunce. De esta forma, la representación del escultor del tiempo, el espacio y el vacío en la muestra se centra en 18 piezas.
Arte de posguerra
“Chillida fue hijo de su tiempo”, ha explicado la comisaria. Por ese motivo ha buscado ponerle en relación con otros creadores que destacaron entre las décadas de 1950 y 1970. La acotación no es casual. Por un lado, fue el periodo de especial efervescencia en la vida del donostiarra y cuando alcanzó su madurez artística. Por otro, se trata de un periodo de posguerra en el que, tras el declive de las vanguardias, se vio la necesidad de asentar las bases de la nueva modernidad en el arte.
En este periodo “la disciplina reina” fue la escultura. Además, comenzó a apostarse por nuevas materialidades como el barro, los guijarros, la tela o las tierras y el hierro, de las que Chillida fue maestro. Bolaños ha explicado que, de alguna manera, los escultores quisieron subvertir cierta lógica bélica con el uso de este material, dado que durante la guerra el hierro se utilizaba para matar.
Otra de los rasgos comunes de los movimientos de aquella época fue su querencia y fascinación por lo espacial, a consecuencia de la carrera por conquistar el cielo en la que se sumergieron los bloques a uno y al otro lado del Muro de Berlín, y lo oriental, algo que en el caso de Chillida queda patente en esculturas como Homenaje a Hokusai que no se encuentra en San Telmo, sino en la monográfica que acoge el caserío Zabalaga.
Artistas que dialogan con Chillida
Bolaños ha asegurado que todas las obras expuestas son de una “grandísima calidad”, si bien no todos los artistas que las firman son tan conocidos como Chillida. Algunos, en cambio, sí que lo son. San Telmo exhibe obras de Picasso, Miró, Giacometti, Brancusi, Murakami, Reinhart y Gast. También hay, por supuesto, piezas de autores con los que coincidió en el Grupo Gaur como Basterretxea, del que también se celebra el centenario de su nacimiento, Mendiburu. De hecho, una de las primeras esculturas que se exhiben pertenece a Oteiza, un abrazo recientemente adquirido por San Telmo y que es imposible que no evoque al que se dieron el de Orio y el de Donostia en 1997 tras 30 años de enfado.