Aunque antes de Tequila y de Los Rodríguez, Ariel Rot (Buenos Aires, 1960) publicó dos discos, jamás llegó a tocarlos en directo. Por ello, y por lo que supuso Hablando solo, para el argentino este fue el álbum con el que empezó todo. Ahora, vuelve a él y lo tocará este sábado (21.00 horas) en Donostia tras los donostiarras Tritones.

Regresa a su primer disco que, en realidad, no es el primero, 25 años después. ¿Por qué?

Fue el comienzo de lo que soy ahora mismo, porque es cierto que ya había grabado dos discos antes, pero no hubo continuidad. En realidad, no tuvo ni convicción por mi parte. Yo necesitaba grabar esas canciones porque era una nueva manera de escribir. Había encontrado algo nuevo y estaba muy arrebatado por esa situación, pero nunca terminé de sentir en esa época que eso se iba a convertir en una carrera. Ni siquiera llegué a tocar en directo. Así que, ¿por qué este disco? Porque es el comienzo. Coincide con el reencuentro con la banda con la que giré en esos primeros cinco años. Estaba viendo viejos vídeos que grabábamos con nuestras camaritas caseras y se los mandé a uno de ellos, que me respondió: “25 años hace de eso”. Pensé que era un número muy mágico y que debíamos empezar por ese disco. Para mí, es el comienzo de muchas cosas, de una nueva vida.

¿Cómo ha sido el reencuentro musical? ¿Se han sentido cómodos regresando a aquellas canciones?

Tardamos muy poco en sonar. Hicimos pocos ensayos y enseguida empezamos a hacerlo. Estuvimos cinco años tocando, viajando, escuchando música juntos, comentando documentales y libros... creando eso que se crea cuando gira una banda. Es una convivencia muy inusual que no la tienes ni con tu familia ni con tu pareja. Aprendimos mucho juntos y seguimos haciéndolo. Ellos eran chicos bastante jóvenes y todavía no habían hecho muchas cosas profesionalmente, así que el que marcaba un poco las pautas o el que, sin que suene como algo ostentoso, enseñaba, era yo, pero ya no es así. Ahora les pido muchos consejos a ellos. Ha sido un reencuentro muy excitante y emocionante. También es muy divertido volver a viajar y reencontrarnos los mismos. Han pasado 25 años, pero todos seguimos siendo los mismos, con las mismas tonterías, neuras y chistes tontos (risas).

Por lo tanto, ¿sigue siendo el mismo Ariel Rot que escribió esas letras?

En general, sí. Sobre todo, esas canciones que hice sobre historias mías personales, un poco confesionales, porque tienen verdad. La verdad siempre perdura (risas).

“Este disco fue el comienzo de lo que soy ahora mismo. El inicio de una nueva vida para mí”

Llegó a grabar el disco con todas unas leyendas como The Attractions.

Cuando empecé a programar este disco no tenía ni banda. Tuve la increíble suerte de poder grabar con los Attractions la última vez que lo hicieron juntos. Aunque no fuese la última vez, también hubiese sido una experiencia alucinante. Llevaban mucho tiempo sin tocar juntos, así que para ellos también fue un reencuentro. Tiene algo que ver con el reencuentro que estamos viviendo nosotros ahora.

¿Cómo recuerda ese salto de un segundo plano en Tequila y Los Rodríguez a ser el foco de todo?

Fueron emociones encontradas. Por un lado, el vértigo que me generaba esa nueva situación, pero, por otro, el placer que tenía. Disfruté muchísimo. No a nivel de popularidad, pero sí a nivel musical y artístico. El viento sopló a favor y, si bien pasé de tocar en las plazas de toros con Los Rodríguez y Joaquín Sabina a garitos con 300 personas, para mí fue muy estimulante. Lo recuerdo con mucha felicidad.

El título del disco, ‘Hablando solo’, viene de un tema inédito de Los Rodríguez. ¿Ya estaba fraguando su marcha mientras estaba en la banda?

No. Para mí, estar en un costado del escenario tocando la guitarra era un lugar muy natural. No me costaba ningún tipo de esfuerzo y aquí sí tuve que esforzarme mucho más para poder ser autosuficiente tanto a nivel compositivo como de actitud y vocalmente. Tuve que adquirir un compromiso mucho más grande. 

Aunque ni usted ni la banda han cambiado en este tiempo, lo que sí lo ha hecho ha sido la industria musical.

Hay un antes y un después con la pandemia. Aceleró todo y convirtió los dispositivos digitales en el centro de nuestras vidas, lo que tiene cosas buenas y malas. La tecnología te da y te quita. A cada uno les dará más o menos, así que creo que hay que buscar un equilibrio. A mí los formatos físicos me encantan. Me gusta tenerlos, tocarlos y verlos en mi casa, pero también me gusta tener plataformas donde puedo instantáneamente enterarme de algo que tengo dudas de si me va a gustar o no. Nos da muchas posibilidades poder decidir si lo quieres en formato físico o no. 

“El rock ha perdido su reinado, pero sigue estando presente. Lo que escuchamos no existiría sin él”

No es fácil encontrar ese equilibrio.

Evidentemente, esa industria que nosotros conocimos del formato físico murió definitivamente (risas). 

¿Y el rock ha muerto?

El rock ha perdido su reinado, pero sigue estando presente. Lo que hoy en día estamos escuchando no existiría sin el rock. Fueron demasiadas décadas de influencia y tuvo esa capacidad de estar presente en cada cambio y en cada novedad. El rock and roll es una palabra demasiado evocadora. Cada uno lo puede entender a su manera. 

A pesar de todos esos cambios, los que siguen ahí son los Rolling Stones.

El rock en los conciertos todavía está presente. No solo los Rolling, hay muchas bandas de rock que siguen girando en grandes estadios. Me dan lástima los pequeños circuitos. Esos son los que más han sufrido y a los que más les cuesta seguir creando, porque realmente el rock se genera en esos sitios. Es su hábitat natural y por eso estoy disfrutando muchísimo de poder tocar en salas. Me parece que es el lugar donde el rock mejor se toca y mejor se escucha.

¿Cuesta hacer giras de este tipo al estar perdiéndose cada vez más salas?

Es complicado y, si lo es para mí, imagino que para los grupos jóvenes mucho más. Nunca hubo un gran circuito donde los grupos se fogueasen. Cuando digo un gran circuito, me refiero a los que podía haber en Inglaterra o en Estados Unidos, donde los grupos tocaban cinco días por semana. Cuando venían a España nos preguntábamos que cómo podían tocar así de bien y era porque tocaban cinco días. Eso es lo que influye en la calidad de las bandas.