El Museo Diocesano, D’Museoa, de Donostia reúne en la exposición Kyoto una quincena de pinturas realizadas por el artista donostiarra Juan Gabriel Vich que sirven como "espacio para la calma y la sobriedad" en "un mundo con demasiadas prisas". Se tratan, en su mayor parte, de acrílicos sobre tela "intimistas e introspectivos" que invitan al visitante a reflexionar en silencio y "encontrarse a uno mismo".

"Es una pintura que entra más por la razón que por los ojos", ha asegurado este martes el director del Museo Diocesano, Edorta Kortadi, en la presentación de la muestra, que se podrá visitar hasta el próximo 19 de noviembre. Vich ha llevado a cabo una serie de pinturas basadas en la sobriedad y en la geometría, con un claro homenaje al cuadrado en muchas de ellas. "Es una pintura intimista, introspectiva y minimal en un mundo con demasiadas prisas. Con ello, ofrece un espacio para la calma y la sobriedad que requiere de una mirada reposada y atenta", ha descrito Kortadi.

La exposición es el resultado de dos años de trabajo del pintor, que decidió abandonar las líneas partidas y cruzadas de su última muestra a favor de una rectitud sin texturas. "Con mi último trabajo plasmé los estorbos y obstáculos del día a día que no nos dejan ver a nosotros mismos, así que, ahora, quería conseguir un espacio y unos cuadros con los que poder acceder a un mundo más tranquilo", ha apuntado el artista.

Para ello, ha hecho uso de la geometría, eliminando "lo superfluo" y centrándose en el color. "Esto no quiere decir que no haya matices ni sutileza", ha asegurado, haciendo un llamamiento al visitante a que no se limite a observar los cuadros, sino que trate de hacer una reflexión personal de ellos. "Estamos acostumbrados a ir a una exposición a que nos informen y nos den algo, pero aquí es el espectador el que debe hacer la reflexión", ha señalado.

La elección del título, Kyoto, que hace referencia a la ciudad japonesa, se debe, precisamente, a esa introspección. "Kyoto es como un sueño, una referencia muy importante como espacio para encontrarte a ti mismo", ha comentado, al tiempo que Kortadi ha destacado el aspecto zen de la muestra, un concepto propio de las culturas orientales.

Una generación oculta

La mayor parte de las obras son acrílicos sobre tela, aunque también hay dos trabajos sobre papel expuestos con cristal. Además, como es habitual en sus exposiciones, Vich ha desarrollado "dos pinturas que se convierten en escultura". "Son elementos sacados de edificios que ayudan a interpretar el resto de los trabajos", ha apuntado el autor sobre estas dos esculturas que, al igual que las pinturas, carecen de título.

En palabras del director del museo, Vich forma parte de una generación oculta de artistas, la de los 70, en la sombra de los grandes nombres del arte vasco: Balerdi, Zumeta, Ibarrola… "Es un pintor de la sobriedad en el que destaca la síntesis de sus obras", ha apuntado Kortadi sobre un autor que ha expuesto en numerosas ocasiones en Gipuzkoa y Navarra.

Entre sus referentes se encuentra el alemán Josef Albers, el neerlandés Piet Mondrian, la escuela de la Bauhaus y Jorge Oteiza, con el que en Kyoto comparte un interés por el vacío. Con esta serie de cuadros, además, Vich da comienzo a un camino que le gustaría seguir desarrollando en el futuro "con mayor radicalidad".

La exposición permanecerá abierta en el Museo Diocesano hasta el 19 de noviembre en el horario habitual del centro.