La 71ª edición del Zinemaldia se ha inaugurado este viernes al anochecer en el auditorio Kursaal, con un canto a la diversidad, no sólo del cine sino también de los cuerpos, los afectos y las identidades. Conducida por la cómica Eva Hache y por el actor Gorka Otxoa, la ceremonia ha antecedido a la proyección de El chico y la garza, película de animación dirigida por Hayao Miyazaki, primer Premio Donostia de esta edición, que lo ha recibido en la misma gala de forma virtual.

“El cine nos hace mejores”, ha destacado la pareja de presentadores. Algo con lo que ha coincidido la presidenta del jurado de la Sección Oficial, la cineasta Claire Denis, que ha comparecido vestida de un impecable color blanco, bien rodeada por el resto del tribunal: Fan Bingbing, Cristina Gallego, Brigitte Lacombe, Vicky Luengo, Robert Lantos y Christian Petzold. La realizadora gala, en un castellano con deje francés, ha asegurado que presidir un festival de “tanta categoría” como el Zinemaldia supone un “gran reto”. “Un festival de cine es una cosa muy emocionante, es un lugar de creación en el que la competición no es lo más importante. Lo que nos mueve a todos los miembros del jurado es el compromiso con el cine y será el espíritu el que nos guíe”, ha subrayado la responsable de High Life, cinta de ciencia ficción que compitió por la Concha de Oro en 2018.

Tras su inauguración, el Festival Internacional de Cine de Donostia, han descrito Otxoa y Hache, abre una ventana a “la animación, el drama, la comedia, al cine social, al íntimo, al cine realizado por mujeres cineastas, al cine de las ciudades, los pueblos, los horizontes, los abismos, los refugios, las identidades, las comunidades, los lenguajes, las civilizaciones y las barbaries”. En definitiva, Donostia se ha convertido ya en “una gran bacanal”, en una “orgía bien organizada” de nueve días de cine y más cine.

Entre presentación y presentación de secciones y realidades cinematográficas, los conductores no han obviado una de las cuestiones de este año que han afectado de pleno al Festival: la huelga de guionistas y actores de Hollywood, que ha hecho que algunas de las estrellas se caigan del cielo de la programación. “¿Cuánto crees que tardarán en sustituirnos por hologramas diseñados a partir de nuestros gestos, rasgos, voces?”, ha preguntado Otxoa, cuestión a la que su compañera ha respondido con otra interpelación: “¿Te refieres a actores y actrices que no puedan ir a la huelga, que interpreten guiones escritos por inteligencias artificiales?”. “O actores y actrices que no se sumen al MeToo”, ha apostillado el donostiarra de seguido, antes de que Hache añadiese: “¿Por qué acabar con los abusadores si podemos acabar más fácil con las personas que denuncian los abusos?”. “Crucemos los dedos para encontrar una solución antes de que todo sea demasiado tarde”, han deseado los presentadores.

Un paseo por el escenario del Kursaal

Dirigida por Mireia Gabilondo y con una escenografía de estilo Art Déco que ha corrido a cargo de Cesc Calafell, el encuentro se ha iniciado con la irrintzilari Nerea Arrillaga, antes de que unos joaldunak ataviados con sus característicos cencerros se paseasen por el patio de butacas. Acompañada musicalmente por la banda de Gernika Audience, que “ha tejido una red musical” para la velada –otro momento musical a destacar ha estado protagonizado por María Berasarte, que ha cantado Al alba, de Luis Eduardo Aute, durante el In memoriam–, la ceremonia ha destacado por su tono plano, en el que los presentadores han ido dando paso a cada invitado. 

El primero en subirse a la tarima ha sido el británico Dominic West, conocido por sus papeles en The Wire, The Crown y Pride, ha sido el encargado de presentar el tercer Premio Fipresci concedido a Aki Kaurismäki, realizador finlandés reconocido por su cine social. El realizador participa en el Festival con su obra premiada Fallen leaves, aunque, es una de las destacadas ausencias de este año.

A West le han seguido en la pasarela en la que se ha convertido el escenario del Kursaal, la actriz y directora debutante Dolores Fonzi, la actriz y presentadora Cayetana Guillen Cuervo y los actores vascos Kepa Errasti, Ane Gabarain y Sofía Otero, estas dos últimas protagonistas de una de las sensaciones de la temporada, 20.000 especies de abejas, un largometraje sobre la infancia trans que dirigió Estibaliz Urresola, con la que la joven de Basauri logró el Oso de Plata a Mejor actriz en la última edición de la Berlinale.

Los tres intérpretes han hecho una defensa del cine como un refugio en el que cada uno puede decidir “quién quiere ser” o con qué tipo “de mujer, de madre, de hijo, de padre, de amante o de persona” se identifica cada uno. “Lo que vemos, muchas veces, nos indica quiénes podríamos llegar a ser”, ha señalado Errasti, a lo que Gabarain ha puntualizado: “O en quiénes no nos queremos convertir jamás”. “Gracias al cine sabemos que no estamos tan solas, que no somos raras y que no somos ni un problema ni un error”, han añadido con rotundidad.

Con un hilo discursivo similar, se han asomado los actores y cómicos Telmo Irureta y Bob Pop, guionista de la velada. Se han incorporado a la tarima en sus sillas de ruedas eléctricas –el guipuzcoano padece parálisis cerebral y el madrileño, esclerosis múltiple–. 

“Telmo, no digas follar, que la liamos”, le ha indicado Bob Pop a Irureta. “Ni digas nada de izquierdas, que el politiqueo es mucho peor”, le ha respondido el de Zumaia, haciendo referencia ambos a polémicas que han atravesado sus vidas y de las que, como buenos humoristas, se jactan. Algo con lo que han continuado al afirmar que “están más que capacitados”. “¿Y bailar, podemos bailar?”, ha preguntado Bop Pop. La respuesta ha llegado rauda: “No, que me pisas”.