A la lista de numerosos historiadores, museólogos, coleccionistas y estudiosos del cartel y la cartelería en el País Vasco, como Maya Aguiriano (con una buena tesina de fin de carrera), Raquel Pelta, José Mª Unsain, Joxean Muñoz, Edorta Kortadi, Pablo Casares, Ramón Ecay, André Dardy, Rafael Aguirre Franco, Alberto Fernández Torres y Javi Ubierna, así como de numerosos autores y críticos de arte del siglo XX, viene ahora a sumarse el historiador Mikel Lertxundi con una extensa y bien documentada exposición monográfica y su catálogo, Carteles de Verano, en el Museo San Telmo. Catálogo bien documentado históricamente, al que quizá le falta una mejor adscripción a las sintaxis y movimientos a los que pertenecen las obras, ya que la cartelería y las artes gráficas están insertas en las grandes corrientes, movimientos y vanguardias de comienzos del siglo XX y de sus diversas etapas.

La exposición está compuesta por 300 carteles, folletos y programas de 90 autores, depositados en diversos museos, centros culturales, ayuntamientos y coleccionistas particulares, que conservan las efímeras obras de arte que trataban de publicitar la imagen de la ciudad turística de Donostia a comienzos del siglo XX, y sus principales eventos veraniegos, juego y diversión, cultura y comercio, mar y playa, nuevos deportes, fiestas y festejos, para autóctonos y turistas de todo el mundo. Los carteles más significativos ya han sido expuestos en anteriores exposiciones, siendo por tanto más conocidos, pero el carácter coral y monográfico de la muestra ofrece además un plus, así como a autores desconocidos y de fiestas en pueblos y ciudades como Hondarribia, Irun, Tolosa y Eibar.

La muestra se abre con diseñadores modernistas como José Mongrell (1909) y Josep Segrelles (1930). Sufrieron la influencia del fauvismo autores como Emilio Ferrer (1928/30), Ascensio Martiarena (1928) y Nicolás Múgica (1929). A los que sigue una fecunda y excelente saga de autores adscritos al art déco, Juan José Pedraza (c. 1928-32), Eduardo Lagarde (1923), Jhon Zabalo (1928), Pedro Antequera Azpiri (1928/29), e Ignacia Zabalo.

También se mueven en sintaxis cubistas autores como Carlos Landi (1928), Luis Bagaria (1928), Hidalgo de Caviedes (1929), Juan Cabanas Erauskin (1932) y Rafael Munoa (1961). En líneas futuristas se mueven las grandes obras de Eduardo Lagarde (1924), Rafael Elósegui (1928/29) y Máximo Viejo (1934).

Adscritas al movimiento noucentista aparecen los carteles de Aurelio Arteta (1930), Nicolás Martínez Ortiz (1931) y Juan Cabanas Erausquin (1932). Obras más conceptuales unidas al movimiento racionalista resultan las de Manolo Prieto (1934), Germán Horacio (1934), y José Garay (1934).

Las corrientes simbolistas aparecen ya en la década de los años 30, pero con más fuerza en la de los 50, con Rafael Elósegui (1928/29), José Luis Usobiaga (1954/57), Antonio Valverde (1954), Carlos Casla (1955) y José Luis Zumeta (1967). El realismo mágico de José Bort (1953) y Alfredo Tienda (1955), así como el expresionismo de Tomás Hernández Mendizabal (1967/70), son casos aparte. Como lo son también el constructivismo de Antonio Salvador y Eusebio Aguinaga , así como el informalismo geométrico de Néstor Basterretxea (1960).

La muestra ofrece un panorama extenso y coral, al que se han añadido folletos y programas de mano que aportan pequeños e interesantes diseños desconocidos por el gran público y el erudito. Será interesante conocer la cartelería de la segunda parte del XX, en la que hay autores como Félix Garrido, Juan Torregaray, Carlos Zabala, Vicente Ameztoy, Javier Morrás y Andrés Nagel, a los que no arrumbó la llegada de la fotografía.