En Salesianos, un centro educativo situado en Intxaurrondo, hacen su particular guiño a la cultura. Se trata de la compañía de teatro amateur Gaztetxo Antzerki Eskola. Comenzó su andadura hace más de 20 años como una opción de ocio para sus alumnos y ahora implica a más de 60 personas en cada obra y llena el salón de actos del colegio en cada representación. Y es que, pese a seguir siendo aficionados –en el sentido de que no ganan dinero con esta actividad– sus resultados son de un nivel muy alto, tal y como aprecia el público que acude a ver sus musicales. Han hecho versiones de Charlie y la fábrica de chocolate, Head over Heels, Wicked, Una rubia muy legal… y este año triunfan con The Wedding Singer, “el musical más ochentero”.
“En su momento los monitores de tiempo libre queríamos ofrecer algo más a nuestros alumnos y pensamos en el teatro. En 1999 en un centro de Salesianos de Madrid representaron el musical 2.000 años después y fuimos a verlo. Nos gustó porque el musical abarca baile, música, interpretación, escenografía… Era muy completo. Empezamos con ello y tuvo muy buena acogida entre los alumnos”, cuenta José Amaya, director tanto de Salesianos como de Gaztetxo Antzerki Eskola, acerca de esos inicios. A partir de ahí, esta actividad fue cogiendo auge entre chicos y chicas interesados en hacer teatro y musicales, y ya son más de 60 las personas implicadas en cada representación, de ellos la mitad actores y actrices. “Hemos ido evolucionando y las producciones han ido subiendo de calidad. Desde hace unos años, el presupuesto es grande y la dedicación de todos nosotros, muy importante”.
Una de esas actrices es Marta Millán, donostiarra de 32 años que interpreta a Julia Sullivan, la protagonista femenina de The Wedding Singer, un papel que se reparte con Ester Martínez de Luco. Lleva en Gaztetxo Antzerki Eskola “muchísimos años”, concretamente “desde 2006”, dice: “Fui a ver El jorobado de Notre Dame, me encantó y al año siguiente ya me apunté. En los primeros musicales bailaba, luego ya empecé a actuar y ahora también llevo el equipo de coreografías y estoy metida en producción y grabación”.
Largos ensayos los viernes
Marta es, por tanto, una de las veteranas y de las más implicadas en la compañía y reconoce que meten “muchas horas”. Los integrantes de Gaztetxo quedan los viernes. Los actores que tienen texto ensayan de 19.00 a 21.00 horas y, tras un breve descanso, a las 21.30 horas retoman el trabajo con los bailarines y el resto de integrantes de la obra. Los ensayos suelen alargarse hasta más allá de la medianoche. Esa es la tónica habitual de septiembre a abril, ya que después de Semana Santa comenzaron las representaciones de The Wedding Singer, que se alargarán hasta finales de este mes. Luego, en septiembre, más representaciones... mientras preparan la obra que presentarán al público ya en 2024.
“Aparte de los ensayos, quedamos los fines de semana para preparar la escenografía, en Semana Santa estamos mañana y tarde con los últimos detalles”... comenta José Amaya. La implicación, por tanto, va más allá de los viernes por la noche. Cuenta Marta Millán, por ejemplo, que entre semana queda con otro actor, Paul Bustero, “para preparar las coreografías y los ensayos” y que también tienen que ir “al estudio a grabar voces y coros”. Esta dedicación es posible porque les encanta ser parte de la compañía y de los musicales que interpretan: “Nos gusta y nos lo pasamos bien. No me imagino mi vida sin el musical. Si por lo que sea no siguiera aquí algún año, buscaría otra forma de hacer algo artístico. Lo que nos une a todos es que nos gusta”.
Paul Bustero, que interpreta a Glen, uno de los personajes principales y de los pocos que no se reparten entre dos actores, tiene 19 años y empezó a participar en los musicales “hace nueve”. “En su momento empecé con personajes infantiles, luego pasé a hacer papeles secundarios y ahora hago de protagonista. Desde pequeño me ha gustado bailar y actuar y con estos musicales estoy encantado”, cuenta este joven donostiarra, que está estudiando Magisterio y que, además, ayuda en otra de las iniciativas de Salesianos, que es un musical para niños en inglés. Este año han interpretado Sister Act y la acogida entre los alumnos ha sido muy buena.
“Es exigente”, reconoce Paul: “Metemos muchas horas con los ensayos, las coreografías, los decoradores el vestuario.... Supone dedicar buena parte de tu tiempo libre y cuidarte cuando llega la época de presentar la obra al público, pero es una experiencia buenísima, que disfrutamos mucho”.
También se implica a tope Maider González, de 24 años y que interpreta –junto a Maitane Tapia– a Holly, otro de los personajes importantes de The Wedding Singer. Además de ser antigua alumna, actualmente trabaja como andereño en Salesianos. Comenzó con los musicales siendo una niña, hace once años, y sigue implicada porque le encanta: “Me gusta actuar e intepretar, pero lo más bonito es el ambiente de aquí, cómo compartimos la experiencia”.
Maider explica el motivo de que la mayoría de personajes principales se doblen: “Antes cada personaje lo interpretaba una persona, pero no dejamos de ser aficionados y representamos las obras durante varias semanas, así que te pueden surgir cosas. Además, doblando personajes se da la oportunidad de participar a más personas”.
Maider desgrana el trabajo que hay aparte de los ensayos de los viernes: “Es mucho más. Solo la decisión de qué musical hacemos está meditada. Luego están los personajes, la traducción al castellano, la música, la escenografía... Y hacemos alrededor de 16 funciones entre abril y junio, y luego están las que hacemos a partir de septiembre”.
El público
El objetivo de toda esta dedicación es ofrecer al público “un buen producto”, comenta Paul: “Esto nos gusta y tenemos la responsabilidad de hacer una buena obra pese a que seamos aficionados”.
Desde luego, el resultado parece profesional, tal y como reconoce con sus largas ovaciones el público que acude a ver las obras. Quien prueba, repite al año siguiente. Y con cada representación se une más público. “La gente es súper fiel. Los que vienen por primera vez piensan que es más amateur o menos trabajado, y se sorprenden, se quedan con lo boca abierta”, reconoce Paul. Su compañera Marta reconoce que tiene que estar “atenta” cuando salen las entradas para “coger” a sus amigos porque este año están llenando “como nunca”. La buena respuesta del público “es lo más gratificante que hay”, añade Maider: “Cuando la gente se levanta y te aplaude, y luego te da las gracias, es emocionante”.
“Que el público se lo pase bien es muy importante para nosotros y a la vez una responsabilidad. Somos amateurs y la cuestión es disfrutar tanto nosotros como la gente que nos viene a ver”, dice el director, que destaca la importancia que tuvo para ellos recibir la medalla al mérito ciudadano en 2019: “Fue muy bonito, porque fue un reconocimiento a nuestro esfuerzo de aportar algo cultural a la ciudad y al barrio”.
La apuesta de este año, The Wedding Singer, ha sido por una obra muy entretenida, dinámica y con bailes más trabajados de lo habitual. Paul explica que, una vez decidida la obra, pensaron en que los bailes “tenían que ser potentes” y reconoce que “en los primeros ensayos acabábamos cansados y con agujetas”. Su personaje, Glen, es de los que más protagonismo tiene en estos bailes. “Hay años en los que tiene más peso la interpretación y otros la coreografía. Este año es más fácil que la gente entienda el argumento, así que el peso lo llevan las coreografías”, explica.
La entrada al espectáculo es gratuita, aunque los propios actores, a la salida, solicitan un donativo a la gente que ha acudido a ver la obra. Ellos no sacan nada y explican que “el dinero va todo para gastos de vestuario, luces, micrófonos, escenario… hay un montón de gastos que te vas dando cuenta sobre la marcha”. Eso sí, quieren recalcar la “generosidad” de los espectadores.
Cantera de actores
Como curiosidad, Gaztetxo se ha convertido en una cantera de actores, y ya son unos cuantos los que, por ejemplo, han dado el salto a la exitosa serie Goazen. “Lorea Intxausti, por ejemplo, hizo de Charlie en Charlie y la fábrica de chocolate. Y una de las chicas de este año va también a Goazen. Los de Pausoka suelen venir a ver”, admite José Amaya.
Para quienes quieren dedicarse a la interpretación, Gaztetxo puede ser, por tanto, un buen trampolín, aunque en general no tienen esa ambición, ya que el espíritu es amateur. “Lo importante que todos estén a gusto y disfruten, porque el esfuerzo es muy grande. Aquí hay sitio para todos: bailar, texto, echar una mano como técnico...”, dice José Amaya. El mejor ejemplo de que la actividad cuaja entre los jóvenes es que “los que están continúan y otros nuevos quieren unirse. Es difícil encontrar una opción de hacer teatro y musicales en otros sitios”. El resumen es “la pasión” que le ponen: “Nos gusta mucho. Cuando podemos, vamos a Madrid y otros sitios a ver musicales”.