El Festival de Cine y Derechos Humanos acogerá pasado mañana, viernes, la proyección de Nadie está lejos, un mediometraje documental impulsado por Ados Teatroa y dirigido por José Antonio Vitoria. Se trata de un audiovisual centrado en el proyecto Derechos Humanos a escena del que surgió Aporofobia STOP, obra en la que la compañía de teatro trabajó junto a usuarios del comedor solidario París 365 de Iruñea y que en 2022 se hizo con el Premio Ars Mediterránea de Teatro Social. “El cine y el teatro no arreglan el mundo”, ha asegurado la directora de escena Garbi Losada, en una rueda de prensa que ha tenido lugar este miércoles en el Victoria Eugenia y en la que ha estado acompañada por Vitoria.

Ados Teatroa trabaja con personas en riesgo de exclusión. Es lo que se puede ver en Nadie está lejos, documental que sigue durante un año a personas en situación de pobreza, sinhogarismo o vulnerabilidad económica que frecuentan el citado comedor iruindarra y que aceptan participar en la obra de teatro de la compañía.

La vulnerabilidad económica no es algo que únicamente surja en los márgenes, han insistido. De hecho, tanto la obra de teatro como el documental cuenta con universitarios e incluso publicistas que por avatares de la vida acaban en las colas del hambre. “La bolsa de pobreza que tiene la sociedad hay que aprender a verla porque normalmente no la ves”, ha explicado Vitoria, al tiempo que ha agregado que esa bolsa nunca deja de estar vacía por mucho de que las personas mejoren. La pobreza es una entidad abstracta insaciable que se alimenta de nuevas personas cada vez. Aunque el arte no sirva para cambiar la sociedad, cuando personas “no profesionales” participan de él encuentran “un espacio en el que son felices”. Los ensayos, ha explicado Losada, se convierten en espacios “lúdicos” que sirven para que ellos puedan tener voz. De eso se trata, precisamente, de que recuperen las voces que sus circunstancias les arrebataron.

El teatro ha ayudado “un poco” a este colectivo invisible y que tiende a sentirse poco más que un elemento del mobiliario urbano. No obstante, participar en un proyecto de este tipo les ha ayudado a satisfacer algo importante para ellos, quizá, más importante que llevarse algo a la boca: deseaban volver a sentirse “respetados”.