La directora alavesa Estibaliz Urresola espera que la presencia de su primer largometraje 20.000 especies de abejas en el Festival de Berlín amplifique su mensaje y sirva “como herramienta de reflexión y conversación”. Urresola confesó ayer, en una entrevista con Efe, que vivió la selección de su película para la Sección Oficial de la Berlinale “con una mezcla entre shock, éxtasis, felicidad y vértigo”.

“Estar en la Sección Oficial va a permitir a la película que viaje mucho más y que se pueda compartir con audiencias más grandes”, explicó la realizadora, quien se mostró satisfecha por que el altavoz de Berlín contribuya a que la obra “pueda servir como herramienta de reflexión y de conversación”.

20.000 especies de abejas es, según describe su autora, “un canto a la diversidad de formas de ser y de sentirse que está representada por una colmena familiar” en la que interactúan una madre, Ane (Patricia López Arnaiz) y tres hijos, con protagonismo especial para el personaje que interpreta Sofía Otero. La película cuenta la transformación, no tanto del personaje que transita de un niño a una niña, sino de “la mirada” de los miembros de su familia.

“La mirada hacia el que entonces ha sido leído como un niño y que durante ese viaje de verano adquiere las herramientas y conoce a las personas que le permiten reivindicarse a sí misma en la forma en la que se siente”, explicó Urresola, que incidió en que el filme se detiene en “cómo esta reivindicación impacta en la mirada de los demás”.

Se trata, abundó, de una historia sobre la diversidad, “sobre la rigidez del sistema de género que impera y que articula todo el sistema social, intentando ampliar esas fronteras, salir un poco”. La presencia del euskera resulta fundamental en la película, ya que permite al personaje expresarse durante un tiempo en una lengua que no diferencia el género.

Para Estibaliz Urresola, “poder llevar el euskera”, como un “aspecto muy importante de la película”, hasta el Festival de Berlín, es motivo de “emoción”. Tras terminar el filme, afirmó sentirse “extenuada, agotada”, pero admitió que resulta “reconfortante que se dé este reconocimiento”, porque otras experiencias anteriores le enseñaron que no siempre el esfuerzo es recompensado.