Los profesionales de la danza vascos opinan que la oferta formativa en Euskadi podría ser mucho mayor. Así se constata a partir del informe elaborado por el Observatorio Vasco de la Cultura y la Asociación de Profesionales de la Danza del País Vasco (ADDE), en el que se indica que únicamente uno de cada diez bailarines cree que la enseñanza es completa en la CAV. Entre las necesidad del sector figura ampliar los estilos, formar creadores escénicos y no solo intérpretes y contar con una sede de entrenamiento.

De media, la valoración sobre la oferta formativa en Euskadi es de 2,4 puntos sobre cinco. Una percepción que es todavía más baja entre las personas que no tienen ninguna titulación oficial. Para la mayoría de los profesionales vascos la existencia de Dantzerti, la Escuela Superior de artes escénicas de Euskadi, es positiva, aunque “insuficiente”

De este modo, los principales comentarios del sector van dirigidos a la necesidad de ampliar los estilos de danza en las enseñanzas, ofreciendo formación oficial tanto en clásico como en danza contemporánea y tradicional, la extensión de las especializaciones con titularidad de estudios oficiales y la idea de formar creadores y no solo intérpretes. Asimismo, destacan el potencial que tendría la creación de una red formativa a partir de los centros ya existentes y el diseño de una sede de entrenamiento para los bailarines.

En la actualidad, tal y como se desprende del estudio, el sector está dividido casi a partes iguales entre los que tienen titulación oficial (47,6%) y los que no (52,4%). Entre los que no la tienen, la mitad, además, carece de algún tipo de formación relacionada, mientras que la otra mitad sí la tiene, ya sea en estudios no oficiales o en otros relacionados como, por ejemplo, artes escénicas o circo.

La mayoría de las titulaciones oficiales se corresponden a jóvenes –el 71,4% de los bailarines de entre 20 y 30 años posee una formación de este tipo, un porcentaje que cae al 46,2% en la franja de 31 a 40 años; a 32,1% entre 41 y 50 años; y a 53,8% entre 51 y 65 años–, lo que pone en evidencia un efecto generacional según el cual los nuevos profesionales se inclinan más por contar con un título académico.

Las edades centrales entre los 31 y los 50 años son las más habituales (el 65,9% del total) de un sector que sigue siendo bastante feminizado, con seis de cada diez profesionales siendo mujeres. No obstante, hay una proporción relevante de hombres –tres de cada diez– y existe una pequeña proporción de personas no binarias –el 7,3% del total–. La mayoría de los profesionales, además, se concentran entre Gipuzkoa (46,65%) y Bizkaia (43,7%).

Dependencia pública

El informe, en el que tomaron parte 82 bailarines y fue elaborado entre el 11 de mayo y el 13 de junio de este año, se divide en diferentes perfiles. En lo referente a lo profesional, destaca que ocho de cada diez forman parte de alguna asociación, ya que esta vinculación sirve como integración en el sector y sus distintos subámbitos.

Además, como ya adelantó este periódico, la mayoría de los bailarines vascos se encuentran en un alto grado de precariedad. La opción dominante es la cierta estabilidad con dificultades y solo un 13,4% manifiesta tener un itinerario fluido. Cuatro de cada diez trabajan por cuenta propia y hasta el 14,6% de los encuestados combina el trabajo por cuenta ajena con el autónomo.

Una de las características más notables es la dependencia económica del sector público, sea a través de ayudas y subvenciones o de contratación pública. De este modo, el 72% de los profesionales mantiene algún tipo de vinculación laboral con la administración pública.

En lo que se refiere al impacto del covid en el sector, para más de la mitad de las personas la recuperación económica fue poca (40,2%) o nada (15,9%) el pasado año. Este porcentaje fue mayor para los más jóvenes, ligados en mayor medida a los proyectos por cuenta propia, y menor para los hombres, donde hay menor necesidad de complementariedad de ingresos en comparación a las mujeres.