Death or glory, cantaban The Clash. En el caso de Hertzainak, ambas. Gloria y reconocimiento total en la primera de las tres jornadas de despedida antes de la muerte definitiva de la banda euskaldun. Anoche, un BEC abarrotado se rindió ante el poderío, la convicción y el lustre de esta leyenda musical euskaldun. Unos 16.000 fans cantaron, bailaron y se emocionaron hasta la lágrima con himnos imperecederos del calibre de Aitormena o 564. Aiora Renteria, Xabi Aburruzaga, Joseba Tapia o Jon Maia se unieron al festejo.

Jaio eta Bukatu. Del nacimiento a la disolución final. Es ley de vida y la empezó a vivir en sus carnes Hertzainak anoche en el BEC en este tiempo feliz, extra y más exitoso que nunca que se ha concedido la banda tras el que parecía su agur definitivo hace casi 30 años. Sonaron los versos “txixstulariek Gora ta Gora ederki jo-tzen zuten”, de la inaugural R&R ba-tzokian, y la nostalgia y la gloria de la juventud –la nuestra y la de ellos– colonizó nuestras entrañas, removidas ante el primer himno de la mejor banda euskaldun de la historia, en ajustada pelea con Negu Gorriak.

Gari, asido a la guitarra y al micrófono, no ofreció ya la imagen chulesca y rabiosa del Joe Strummer juvenil, pero sigue ahí, superviviente al paso del tiempo y a sus estímulos más peligrosos. A su izquierda, plantado delante de una gran pantalla con esa imagen imperecedera de su debut en blanco con la estrella roja, Josu Zabala, cosido al acordeón, y detrás Txanpi, impulsando con sus baquetas Hau dena aldatu nahi. El rescatado Bingen Mendizabal salió después para rellenar huecos con sus teclados, y resultó imposible renunciar al recuerdo de noches gloriosas compartidas con antiguos escuderos como Kike, Xabier Montoia o el desaparecido Tito.

El grupo se completó con el guitarrista Miguel Moyano y el bajista Oier Aldekoa, miembros de Maldanbera, el grupo de Gari, para hacer un recorrido exhaustivo por su discografía, de las iniciales Eutsi gogor, Eh Txo o Ta zer es da berdin, a himnos creados en la muga de los 80 y 90 como Larru beltza o los muy coreados Aitormena y un 564 escalofriante. Apoyado por unas proyecciones imaginativas y ocasionalmente por metales y las cuerdas de Alos Quartet, el grupo buscó –y logró– trasladar la diversidad estilística de su discografía, del punk skatalítico inicial al rock, la salsa y el pop con guiños al folk euskaldun posteriores.

Eslabón importante de una cadena que ha actualizado nuestro patrimonio cultural, Hertzainak aprovechó su tirón para montar una fiesta previa en euskera de música y bertsos en la que colaboraron Aiora Renteria, Xabi Aburruzaga, M. Markez, Tapia ta Leturia o Jon Maia. Eso, que honor y gloria eterna.