Bajo el sugerente y televisivo título de Mysterion, aunque pueda parecer latín, El arte no está donde se le espera-Artea ez dago espero den lekuan, el comisario de esta muestra y de su publicación, José Ramón Amondarain, reúne alrededor de 30 obras pertenecientes a la colección Modus Vivendi de Fernando Gárate y Estrella Gómara, coleccionistas de obras de arte de casi todas las disciplinas desde 1980.

‘Mysterion. El arte no está donde se le espera’

El tándem coleccionista

Ciertamente, sin coleccionista no hay colección, y toda colección nos habla del coleccionista, de sus gustos y predilecciones, de sus aciertos y de sus esfuerzos por conseguir la obra elegida, perseguida y coleccionada. ¿Pero quién es el tándem de coleccionistas que compone esta singular y cuidada colección de fotografía contemporánea que ahora generosamente nos muestran en el Photomuseum de Zarautz, obra de los visionarios Leopoldo Zugaza y Ramón Serras?

El tándem coleccionista está compuesto por Fernando Gárate, arquitecto eibarrés nacido en 1955, y Estrella Gómara, médica pamplonesa de 1950, y comenzó cuando este estudiaba Arquitectura en la Universidad de Navarra, y la familia de ella adquiría obras de Zóbel y aguafuertes de Picasso en la galería Theo y en la galería Cellini de Madrid.

Una vez estabilizados profesionalmente y ubicados en Donostia en 1985, la afición del matrimonio fue a más y comenzaron a envenenarse en la compra de obras de arte y a llenar su casa y el lugar de trabajo con piezas.

Los galeristas Moisés Pérez-Albéniz, de Pamplona, y Daniel Txopitea, de Donostia, fueron sus primeras referencias. Vinieron después el galerista Gonzalo Sánchez, la galerista Lourdes Fernández, sus asesores José Ramón Amondarain y Manu Muniategiandikoetxea, y su amistad con el coleccionista Julián Armendáriz. Y mientras tanto, el tándem buscaba información en catálogos, suplementos culturales de periódicos, visitas a la feria de Arco... De la visita a Berlín vino la primera compra de tres fotógrafos alemanes: Wolfgang Tillman, Thomas Ruff, y Roland Fisher. La colección comenzó a consolidarse hacia el año 2000. Y comenzaron también a abrirse a jóvenes fotógrafos de España y el País Vasco: Unai San Martín, Juan Uslé, June Crespo y un largo etcétera. Pese a que la conservación y el mantenimiento de la fotografía resulta complejo y a menudo dificultoso, y los precios del mercado están sobredimensionados, el tándem coleccionista sigue comprando obras de arte efímeras y costosas por puro amor al arte, y para dejar a sus dos hijos, arquitecto e ingeniero, indicándoles: “Que en la vida hay algo más valioso que el dinero y que esto es el arte”. “Mi mujer nunca me frena y yo compro a veces a escondidas”. “Conozco algo de historia de la arquitectura, no demasiado la historia del arte”. “A mí lo que me gusta es el fútbol”. “La fotografía es un lenguaje más de la historia del arte”. “Yo me dejo llevar por la intuición+información+galerías”. Son todas frases de Fernando Gárate.

La colección modus vivendi

Nada de extraño tiene, por tanto, que, partiendo de este equipo de asesores y colaboradores, el coleccionista se haya decantado por una colección de fotografía internacional, con nombres alemanes, ingleses, franceses, noruegos, iraníes, portugueses, españoles, canadienses, brasileños y americanos. Alemanes y españoles en mayor número.

Fotógrafos en su mayoría multidisciplinares y transversales que utilizan la fotografía como base para la experimentación con otras disciplinas como la pintura, la arquitectura y la escritura, y que se adscriben y utilizan poéticas conceptuales, expresionistas, postindustriales, realistas mágicas o contraculturales. En definitiva, fotografía mestiza, compleja y multidisciplinar, como lo son la mayoría de sus autores.

“La selección de las obras no responde a ningún tejido discursivo concreto. Tan solo en la disposición de las piezas, unas junto a otras, se reconoce cierto vínculo formal que provoca el hecho de que cada imagen deja de ser en parte lo que es, o lo que quiso llegar a ser”, nos dice el propio comisario de la muestra.

Recorrido por la muestra

Sin ánimo de ser exhaustivos, hagamos un rápido y breve recorrido o paseo por la muestra. En primer lugar se advierte un peso específico por fotógrafos alemanes como Wolfgang Tillmans, artista conceptual ubicado en Berlín que trabaja sobre conceptos básicos de la fotografía; Thomas Ruff, que analiza les estructura de la fotografía en la cultura contemporánea; Roland Fischer, uno de los grandes fotógrafos alemanes que trabaja sobre estructuras cinéticas; y Jorg Sasse que trabaja sobre el encontrismo manipulado.

El inglés Richard Pare, uno de mis fotógrafos favoritos, muestra una obra de marcada sintaxis constructivista y una sutil planimetría llena de aciertos y contrastes. El noruego Pier Barclay, fotógrafo también multidisciplinar, reitera su interés por el cuerpo humano en todas sus posturas, al igual que la norteamericana Nain Goldin en una fotografía documental contracultural. El portugués Vasco Araujo y el español Alberto García-Alix muestran su interés por el rostro humano en toda su crudeza y hermosura contracultural. También la iraní afincada en Nueva York Shirin Neshat muestra los rostros de las mujeres en las sociedades islámicas, cargadas de anotaciones y escrituras árabes.

El pintor norteamericano John Baldessari incorporó textos y añadidos a su fotografías documentales, y el también norteamericano Andrés Serrano incorporó la iconografía religiosa a su fotografía morbosa. El brasileño Miguel Río Branco juega con la posición horizontal de sus planos para crear sensaciones entre el temor y el erotismo. El canadiense Ion Wallace, historiador de la fotografía y realizador de fotografías de gran formato, mezcla pintura y fotografía en muchas de sus propuestas. Y el francés Georges Rousse incorpora potentes geometrías en sus composiciones fotográficas.

En el campo de la fotografía española destaca la fotografía cinética de Juan Uslé, y en la del País Vasco sobresalen los donostiarras Sergio Prego, que juega con estructuras arquitectónicas livianas, e Ibon Mainar, realista mágico; el poliédrico y multidireccional José Ramón Amondarain, al eibarrés Unai San Martín, la excelente y exquisita navarra June Crespo, el también navarro Carlos Irijalba y, por último, al alavés Juan Luis Moraza y a los vizcaínos Dario Urzay y Txomin Badiola.

Algunos juicios de valor

Como puede comprobarse, el panorama de la fotografía de fin del siglo pasado y comienzos de este se mueve en un terreno multidisciplinar e interseccionado de lenguajes, que a menudo parece alejarse de la realidad documental y objetiva que ha tenido desde sus inicios la fotografía. Pregunto: ¿Mejora u ocultación de la misma? ¿La fotografía se va enriqueciendo y mestizando con otros lenguajes? Tampoco podemos olvidar que los realistas coreanos y vascos, los freelance, los documentalistas, y los reporteros de diarios y revistas también existen.

Sergio Prego y Azucena Vieites así lo plantean en el catálogo de esta muestra desde ópticas y planteamientos diferentes: “…en qué manera los viejos regímenes de representación tienen su reflejo en los medios contemporáneos. ¿De qué manera las múltiples capas de la cultura y el lenguaje siguen vigentes en las formas contemporáneas de representación?”. Sergio Prego (pág. 25).

“…las prácticas realizadas en los noventa, resultan más inmediatas, ágiles o directas que otras posteriores, y considero también que los recursos de los que se sirven van a funcionar en ese sentido de obra inscrita en una realidad en la que se encuentran, que les construye y desde donde se impone una voluntad de experimentar con el objetivo de tratar de producir un (nuevo) lenguaje a través de la práctica artística”. Azucena Vieites (pág. 32).

Dejo las preguntas abiertas para un diálogo fructífero.