Si algo le faltaba por hacer a Nuria Roca era ser actriz de teatro. La presentadora de televisión lo ha conseguido con La gran depresión, una obra que, tal y como cuenta a este periódico, habla de temas tan universales como el amor, el éxito y el fracaso y, sobre todo, la amistad.

Hace ya más de un año que se estrenó como actriz de teatro con la obra y sigue sobre los escenarios, así que entiendo que está siendo una experiencia buena.

(Risas) Está siendo un camino profesional y personal tan maravilloso que estoy disfrutándolo como una enana. Si no podemos hacer más gira es por cuestiones de agenda, porque está siendo algo increíble.

La obra ya fue representada por Loles León y Bibiana Fernández. ¿Ha cambiado mucho? 

El texto es el mismo, pero al ser actrices diferentes cambia mucho la forma de ponerla en escena. Antonia y yo somos muy fieles al texto de Félix Sabroso (autor de la obra), que es absolutamente contemporáneo. No importa que se represente hace 20 años o dentro de 30. Trata temas universales que le suceden a todo el mundo como la amistad, el amor, el éxito, el fracaso, la vejez... Todo esto hace que el público se sienta muy identificado.

Pocos temas más contemporáneos que la depresión a los 50. 

(Risas) En los últimos tiempos estamos visibilizando más todo lo que es la salud mental y una depresión. Todos nos tenemos que enfrentar a diferentes etapas vitales y, en ese sentido, es algo que está muy de actualidad. Son cosas que les suceden a los dos personajes. 

¿Se han derrumbado tabúes?

Se habla más porque es una necesidad imperiosa, pero, además, porque como sociedad estamos evolucionando. Entiendo que las sociedades tienen que evolucionar para mejor y esta es una muestra de ello. La salud mental hay que cuidarla y hay que estar muy pendiente de ella. Ya no se ve como un estigma o una tara, sino como diferentes etapas. Lo que tampoco podemos hacer es banalizar o minimizar el problema. Hay problemáticas muy graves y hay que tratarlas como tales.

Los dos personajes han tenido una relación de amor-odio, pero, al final, han acabado en el mismo punto vital, ¿no?

Con la obra te das cuenta de que en el fondo no somos tan distintos. Es una de las claves de la conexión con el público. A priori puedes tratar de identificarte más con una, pero luego te das cuenta de que todos tenemos los mismos miedos y las mismas inseguridades. Pasamos por los mismos trances. En este caso, aunque Marta (su personaje) y Manuela (el de Antonia San Juan) tengan personalidades diferentes, se parecen mucho. Es por ello que tienen esa relación de amistad que solo creo que puede existir cuando se dan esos altibajos. 

¿Los fracasos unen más que los éxitos?

Diría que no. En los fracasos la gente arrima el hombro para decir que está ahí para todo, pero es algo que surge de una condescendencia. En el éxito es más difícil acompañar. Por eso, cuando alguien lo hace me resulta más dudoso (risas).

“La salud mental hay que cuidarla y hay que estar muy pendiente de ella. Ya no se ve como un estigma o una tara, sino como diferentes etapas”

Su personaje es una cazafortunas que durante toda su vida ha dependido de diferentes maridos para sobrevivir. ¿Hay mucha gente así?

Claro que la hay, pero todos nos buscamos la vida de alguna manera. Lo que hacemos es sobrevivir, cada uno de diferentes formas. Las que tiene Marta son las de una mujer que se deja llevar y que se aprovecha de las virtudes que pueda tener para conquistar al otro. Al final, en realidad no deja de ser más que una fachada y que tiene más necesidades que otras personas.

¿Una forma de vida así es aplicable al feminismo de hoy en día?

Para mí el feminismo tiene que ver con lograr la absoluta igualdad. A partir de ella, cada uno puede hacer lo que le de la gana. Queda mucho camino para tener una completa y plena igualdad entre hombres y mujeres, pero luego cada uno, en el ejercicio de su libertad, puede hacer lo que quiera. Eso no quiere decir que seas más o menos feminista. Conozco a muchas feministas de bandera que luego se mueren porque las mantengan (risas). Y también al contrario. Estamos demasiado acostumbrados a los estereotipos y por eso nos llevamos muchos desengaños. 

¿Cómo está siendo trabajar con alguien con tanta experiencia como Antonia San Juan?

Es absolutamente maravilloso. No podía haber encontrado una compañera de inicio como ella. Es un ser generoso y lleno de luz y una amiga increíble. Existe mucha complicidad entre las dos y se nota en la función. Nos escuchamos, que es algo muy importante, y sabemos dónde está cada una. Cuidamos la una de la otra.

Con la agenda tan completa que tiene, ¿cómo consigue estar en todo?

(Risas) Desgraciadamente, no me da tiempo a todo. Uno de los dolores de tripa que tengo es no poder seguir con la gira de La gran depresión porque tengo otros compromisos profesionales. Pero Antonia y yo tenemos tal amistad que, en cuanto podamos poner en marcha la función en algún lugar, lo vamos a seguir haciendo.

¿Se siente más expuesta sobre el escenario o en la televisión?

Aunque en la televisión te expones a muchísima gente, sobre todo cuando se hace en directo, creo que la exposición que tienes en el teatro, quizás por la cercanía de las miradas, es mucho más arriesgada.

¿Hay miedo a la crítica?

Por supuesto. Y a defraudar. Tenía muy claro que me embarcaba en un proyecto que para mí era desconocido. Yo sé que lo voy a dar todo y me voy a implicar al máximo, pero no conozco el resultado ni cómo lo va a acoger la gente. Existe miedo y respeto y es algo que me ocurre en cada una de las funciones. Cada vez que te subes al escenario es para el que está mirando, así que tienes que darlo todo. Que una persona pague una entrada para verte es un compromiso mayor. 

Por todo lo que comenta, imagino que, de salir nuevos proyectos, habrá más de Nuria Roca sobre los escenarios, ¿no?

Me encantaría. Si no lo hubiera disfrutado tanto te diría que es algo absolutamente agotador, pero es algo que se te acaba por olvidar. La recompensa es tan grande que me encantaría poder seguir haciendo teatro.