La adaptación que hizo el director neoyorquino de la obra de William Shakespeare cobra una nueva vida con su pieza teatral para hablar de los problemas matrimoniales y las frustraciones sexuales de tres parejas a las que dan vida Fernando Soto, Ismael Fritschi, Irias Díaz, Mingo Ruano, Raquel Arroyo y la televisiva Melani Olivares. La producción recala en el Teatro Victoria Eugenia de Donostia hasta este domingo.

Viene con la película de Woody Allen más teatral de todas. 

Es la adaptación de El sueño de una noche de verano, de Shakespeare. Una adaptación muy chula (risas). Hay retoques porque es el guion de una película que sobre un escenario no va a funcionar, pero tampoco es una obra donde haya millones de localizaciones y los personajes son los que son, lo que cual ayuda. 

A pesar de estar ambientada a comienzos del siglo XX, habla de los mismos problemas de pareja de hoy en día.

Total. Te das cuenta de que llevamos más de cien años con lo mismo. Mi personaje no hace el amor con su marido porque no tiene ningún deseo sexual y se siente fatal por ello. Se siente culpable porque se piensa que al ser mujer debe estar siempre a disposición. Es algo que todavía sigue pasando de alguna forma.

¿Qué tiene el deseo que casa tan bien con las comedias?

Todo lo ajeno es motivo de comedia. El mensaje de la comedia en realidad es un drama, pero que visto desde fuera hace mucha gracia. Al menos, yo siempre lo he visto así.

Habrá muchas parejas que se reirán con la obra al verse reflejadas.

Sí, pero hay gente que no sabe por dónde salir. Más si vas con tu pareja (risas). 

Parece que el deseo debe ir siempre junto a la pareja y la obra habla de que eso no debe ser así.

Claro. Lo que pasa es que estamos en un momento lleno de tabúes, de ciertos temas que no se pueden hablar como el deseo sexual en una mujer de mi edad. Se nos estigmatiza y se nos pone fuera del mercado. Y luego están las infidelidades, algo que sigue dando mucho morbo, y que puede darse por algún motivo que tiene que ver con los problemas de la pareja.

“Estamos en un momento lleno de tabúes, de ciertos temas que no se pueden hablar como el deseo sexual en una mujer de mi edad”

A ese respecto, en la película se dice esta frase: “El sexo alivia las tensiones mientras que el amor las provoca”. ¿Está de acuerdo?

(Risas) Puede ser. Mi personaje es el que dice que no es amor, es sexo, y mi marido en la obra contesta eso. La mayoría de veces no dejamos ser a la gente lo que quiere ser. Actuamos en la vida como si estuviera preestablecido lo que nos tiene que pasar y es un error. 

¿Cree que poco a poco se habla más del sexo a partir de los 50 años?

Somos muchas las que estamos hartas de todos estos estigmas. Desde luego, algo estamos evolucionando, pero, aún así, esta función no se queda antigua, con lo cual te preguntas: “¿Qué está pasando realmente?”. Todo lo que habla nos resulta muy familiar y eso no es buena señal.

¿Todavía hay gente que piensa que una mujer no puede hablar en público de sus deseos sexuales?  

Sí. Todo lo que le pasa a una mujer parece que hay que castrarlo y que nuestro deseo es algo que no es de este planeta. ¿Para qué hablar de ello si hay un hombre que decide cuándo y cómo?

Cuando le llegó la propuesta de participar en una adaptación de Woody Allen, ¿tuvo dudas al ser un cineasta que parece haber sido borrar de la historia por una parte del público?

Claro que lo pensé, pero la adaptación la ha hecho Triana Lorite y es una producción de aquí que no tiene nada que ver con él. No es más que una adaptación de una obra de él que, a su vez, adapta el trabajo de Shakespeare. Y a él sí que no lo conozco para juzgar (risas).

“No dejamos ser a la gente lo que quiere ser. Actuamos en la vida como si estuviera preestablecido lo que nos tiene que pasar”

Llevan ya un tiempo recorriendo los escenarios con la obra. ¿Se nota la química con el resto del reparto?

Se nota un montón. Son cinco compañeros que son cinco fieras. Nos estamos entendiendo muy, muy bien.

¿Qué le aporta el teatro frente al cine o la televisión?

Si hiciera teatro todo el rato, no viajaría nunca. No es fácil con familia e hijos, pero si hiciera únicamente televisión o cine me volvería loca. La técnica es diferente, pero cuentas historias en un sitio y en el otro, que es lo que más me gusta. Es una alegría poder estar en todo, porque también pasa que no te sale nada (risas).

¿Se siente más cómoda en la comedia?

Sea lo que sea, yo lo disfruto. Es verdad que prefiero hacer comedia, pero el drama también me encanta. Me siento cómoda donde haya un buen personaje, una historia que contar y unos personajes que te arropen. Lo que está claro es que cuando hago comedia me dicen que soy una actriz de comedia, y cuando hago drama, soy una actriz de drama. Pues qué bien, me alegro de ser de las dos cosas (risas).