Les costó salir a los Snarky Puppy tras el descanso de la doble sesión de este jueves en Mendizorrotza dentro de la cuadragésimo quinta edición del Festival de Jazz de Vitoria. Tanto que hasta el público se impacientó un poco y pidió amablemente con aplausos y algunos pitos una de las actuaciones más esperadas de este año en el polideportivo. Y eso que el colectivo norteamericano se está prodigando estos días por la península.

Que el público estaba por la labor se notó desde el primer momento. Había ganas. Y los músicos lo sintieron nada más salir al escenario. Ahí estaban Justin Stanton (trompeta y teclados), Mike Maz Maher (trompeta), Chris Bullock (saxo tenor, flauta y clarinete), Bob Lanzetti (guitarra), Zach Brock (violín), Bill Laurance (teclados), Marcelo Woloski (percusión), Jason JT Thomas (batería) y Michael League (bajo). “Es un gusto tocar para humanos, no para Zoom”.

Como ya es habitual en la agrupación, el concierto pasó por el jazz, el rock, el funk y, en realidad, todo lo que se puso a tiro. Es una de las características de un colectivo que en realidad componen unas 30 personas que van variando según la ocasión y la disponibilidad, lo que también hace que pierda cierta chispa en algunos momentos. La cosa se fue caldeando según transcurrió el concierto, como si por otra parte a la noche le hiciese falta subir algo más la temperatura. Pero los músicos tenían ganas y el personal también, más allá de que, por momentos, le faltara algo de garra a la propuesta.

Pero en general, la formación nacida en Nueva York, aunque en su seno conviven intérpretes de procedencias diferentes, estuvo más que a la altura de un jueves noche que terminó como se esperaba, con mucho ritmo y dosis de diversión. Los cimientos de Mendizorrotza agradecieron, eso sí, que la actuación terminase, por aquello de mantener en pie el edificio, que con la tontería ya va cumpliendo sus años. El grupo está aprovechando la actual gira para presentar varios temas de su último paso por el estudio, con bastante buena fortuna, por cierto. A eso de la medianoche, eso sí, todos a casa, también el cocinero de Haro al que el grupo dedicó un tema y que él en persona agradeció desde el público. La música tiene cosas maravillosas: de dar a comer a un grupo en un restaurante y reconocerlo a que te den las gracias en pleno Festival de Jazz de Vitoria.