Organizar una exhibición no es una tarea sencilla. “La exposición es la punta de un iceberg, de un trabajo inmenso que hay sobre una colección previa”, afirma Susana Soto, directora del Museo San Telmo de Donostia.

Y es que, detrás de una experiencia de estás características hay meses, e incluso años de concienzuda labor. Especialmente, en el caso de las exposiciones que no tratan específicamente de obras de arte, ya que “el arte ha estado siempre mucho más cuidado, más catalogado” y muchas de las gestiones ya se han realizado con anterioridad.

No obstante, en el caso de colecciones etnográficas, textiles o incluso industriales, según cuenta Soto, hay “muchísimo trabajo de documentación investigación, fotografiado, digitalización, restauración”, que permite llegar a “poner la pieza” ante los ojos de la audiencia.

Llevar a cabo todos esos procesos ha hecho que las últimas producciones propias de San Telmo hayan requerido hasta tres años de preparación. Cuando en las últimas presentaciones han señalado que comenzaron con el proyecto en 2019 o 2020, “la gente se sorprende”, apunta Karmele Barandiaran, directora de Proyectos de la entidad.

Debido a todos los recursos necesarios para poner en pie una exhibición de estas características, las intercalan acogiendo muestras de otros museos, que complementan con otras actividades. “Hay propuestas de exposiciones que están itinerando y las programas porque encajan en tus líneas de trabajo”, confirma Soto.