l pintor turco Sukru Karakus (Malatya, 1956), afincado en Tolosa, expone sus pinturas llenas de estructuras orgánicas y geométricas en la galería Kur de Donostia. Lejos quedan ya sus obras de la década de los 90, cargadas de ocres y de tipografías tras su paso por diversos talleres, como los de Darío Urzay y Pepe Albacete. Su obra, siguiendo fiel a sus raíces orientales, ha ganado en claridad de conceptos y en brillantes coloridos.

En la presente exposición, Caosmos, se advierten dos repertorios diferentes, interseccionados entre sí, uno de formas más orgánicas y abstractas, y otro de retratos antropomorfos sobre estructuras tecnogeométricas. Se advierte en ellos la misma mano que trabaja con formas experimentales y pintura acrílica para lograr brillantes resultados.

En lienzos de grandes dimensiones realiza sobre una base de dibujo a lápiz una pintura de formas orgánicas de potente colorido que llenan la superficie del lienzo con un cierto horror vacui. Arte cercano a la grafía árabe y a un cierto decorativismo oriental es la sensación que percibimos al contemplar un mundo lleno de formas orgánicas y fitomorfas enlazadas y a una concepción que el autor considera micro/macro organismos.

Junto a ellos hay otra serie de retratos de personajes amigos y desconocidos, Delirios, sobre formas geométricas tubulares que se acercan más a una estética tecnopop cercana a los medios televisivos y reproductivos. Rostros un tanto desdibujados por la fibra óptica o por su peculiar modo de percibir al otro en todos los sentidos. Una cierta relación con los iconos orientales actualizados percibimos en el fondo de los mismos, así como una cierta aproximación a la concepción cubista de Fernand Leger.

Y, junto a ellos, un pequeño grupo de obras de carácter más constructivo, de carácter casi sígnico, y un cuelgue de carácter móvil con objetos suspendidos, fruto de sus experimentaciones espaciales que preocupan al artista de manera constante y obsesiva: dentro/fuera, superficie/fondo, micro/macro, interior y exterior del ser humano, el cosmos y la esencia de su propia pintura.