- 2022 va a ser un gran año para el Bellas Artes de Bilbao y no solo por la espectacular ampliación que va a vivir de la mano de Norman Foster y del arquitecto vasco Luis Maria Uriarte sino también como reconoció ayer el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria, “por las magníficas donaciones realizadas por coleccionistas privados, que hacen todavía mucho más grande a nuestro museo”.

El Bellas Artes de Bilbao acaba de ampliar su colección de arte vasco de finales del siglo XIX y principios del XX con la donación de tres importantes pinturas de relevantes creadores de entre siglos como Ignacio Zuloaga, Anselmo Guinea y Benito Barrueta. Rementeria agradeció “la generosidad a los coleccionistas que han querido compartir sus tesoros atísticos con el resto de la sociedad”. Concretamente, a la familia de Plácido Arango, por Picador gitano (1903), de Ignacio Zuloaga; a Carmen Icaza, por La salla del maíz (1893), de Anselmo Guinea; y a Ignacio Marco-Gardoqui, por el Autorretrato (en torno a 1905), de Benito Barrueta.

“Las tres obras se incorporan a la colección del Bellas Artes, que está compuesta por más de 15.000 piezas, lo que la convierte en el patrimonio artístico más relevante no solo de Euskadi, sino también de toda la región”, destacó el director del Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza.

“Tan importante como la escala y la amplitud de su colección, es la historia de su formación. El 70% de ella procede de donaciones y legados, lo que le convierten en un museo muy singular en el ámbito del Estado. La vigencia de esta saludable relación con la sociedad la demuestra la evolución reciente de la colección, que se enriquece constantemente. En los últimos cinco años, el museo ha ingresado más de 3.000 obras, una parte muy importante gracias a donaciones y legados”, señala Zugaza.

Según informó el director de la pinacoteca, “en este lustro las adquisiciones a través de presupuestos públicos han supuesto una inversión de un millón de euros, mientras que las adquisiciones por aportaciones privadas y donaciones han supuesto un incremento en el fondo patrimonial del museo de 8,5 millones”.

Las tres obras han permitido añadir valor, por distintos motivos, a la representación de sus autores en la colección. Así, Picador gitano (1903), de Zuloaga, incorpora por primera vez a los fondos de la pinacoteca la temática taurina, característica en la producción del pintor y una de las claves de su éxito internacional.

Se sabe que la obra fue adquirida en Venecia y después formó parte de colecciones en Fráncfort y Madrid hasta aparecer en el mercado en época reciente y ser adquirida por el coleccionista Plácido Arango, cuyos herederos la han donado al museo en su memoria.

“Fechado en 1903, el cuadro pertenece a un periodo de madurez artística y éxito internacional en la trayectoria del pintor, que le llevó a participar en exposiciones en Burdeos, París, Múnich, Londres, Bilbao y Venecia, en cuya Bienal expuso catorce obras, entre ellas la donación que ha recibido el Bellas Artes, y que logró medalla de oro”, explica Miriam Alzuri, conservadora de Arte Moderno y Contemporáneo del Bellas Artes.

La salla del maíz (1893), de Anselmo Guinea, es una obra importante en la producción del pintor y en la pintura vasca. El paisaje del cuadro se localiza en la localidad de Murueta, en lo que hoy en día se conoce como la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, con la ría de Gernika, caseríos y sus montes al fondo, y en él se muestra el sembrado en el que se afanan cinco hombres, dos mujeres y un mozo, sentado sobre un canasto de castaño, en primer plano.

El cuadro fue pintado durante la primavera de 1893 y poco después se expuso en la Espejería de Ángel Velasco, situada en la Calle del Víctor de Bilbao. En su escaparate Guinea solía dar a conocer sus obras, que en ocasiones, como sucedía con la pintura de su colega Adolfo Guiard, suscitaban encendidas polémicas entre los aficionados y la crítica artística local.

Con la donación del autorretrato de Benito Barrueta, fechado en torno a 1905, décadas antes del autorretrato que ya pertenece al museo fechado hacia 1943-1945, completa la efigie vital de uno de los más notables retratistas de la pintura vasca.

Compañero de generación de los pintores Ángel Larroque, Juan de Echevarría, Aurelio Arteta y Valentín de Zubiaurre, Benito Barrueta fue pintor de vocación temprana que, a pesar de sus modestos orígenes, pudo formarse gracias a una beca en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid.

Las tres obras se expondrán al público en la planta O del edificio moderno del Museo, hasta el 27 de marzo de este año, y durante dicho mes el museo organizará tres conferencias con especialistas en la vida y obra de cada uno de los pintores. “El lema principal de este y del próximo año va a ser que el museo está abierto”, remarcó Zugaza. Hasta mediados de junio, la exposición de colecciones se realizará en el edificio moderno, y a partir de esa fecha, se trasladará al antiguo, que en estos momentos se encuentra en fase de acondicionamiento para la ampliación.

“En cinco años se han incorporado 3.000 obras, muchas de ellas gracias a donaciones”

Director del Bellas Artes

“Estas donaciones dan continuidad a esa tradición del mecenazgo que se mantiene hoy en día”

Diputado general de Bizkaia