Dirección y guion: Mattson Tomlin. Intérpretes: Chloë Grace Moretz, Raúl Castillo, Algee Smith, Kate Avallone y Owen Burke. País: EEUU. 2021. Duración: 110 minutos.

ecir Mattson Tomlin conlleva convocar el espíritu Netflix. Con apenas treinta años, Tomlin se ha convertido en el Vinicius jr. de la plataforma depredadora, una especie de neo-Messi de la masía del imperio de las series de ciencia ficción. De hecho, Madre/Androide ha conseguido un fenómeno del que no hay aquí espacio para analizar en toda su complejidad. La cuestión es que lo que en el cine se estrenó con escaso éxito y poco interés, en su formato doméstico se ha convertido en uno de sus mayores éxitos si es que los datos que se suministran son de fiar.

Ciertamente bajo el mandato del algoritmo nunca sabremos dónde empieza la libre elección y dónde termina la perversa inducción. Sea como fuera, hablemos de esta Madre que sirve para que debute como director un profesional cien por cien Netflix.

Adscrita al género de la ciencia ficción, deudora del espíritu robótico, nadie discutirá que si a Mattson Tomlin le dan a elegir entre Isaac Asimov y James Cameron, se queda con Terminator, saga sobre la que, por cierto, en breve presentará una serie de animación. Ese mismo leit motiv, la revolución de las máquinas, el día del robot-espartaco, atraviesa esta distopía que parece surgir de mezclar The Road, la película dirigida de John Hillcoat e interpretada por Viggo Mortensen, con títulos como A ciegas -también Netflix- o la más impactante y sugerente Un lugar tranquilo. Es decir, aquí se nos relata un periplo, una huida en un mundo en descomposición donde en este caso los robots han iniciado una guerra de exterminio contra el ser humano.

Como corresponde a una promesa juvenil, Tomlin deja claro desde el mismo inicio dónde va a situar su película y a qué público apela. Todo en Madre/Androide rezuma corrección política y oportunismo de mercado. Todo mima el perfil de ese consumidor al que se le elabora el producto más digerible. No es que carezca de interés el relato de Madre/Androide sino que carece de garra, de mala uva, de personalidad. Como si un robot la hubiera diseñado. Eso nos lleva a una enigmática contradicción y deja a su realizador ante una perversa paradoja digna de análisis freudianos.