El Zinemaldia que conocemos hoy en día empezó a gestarse durante los años de la Transición. Con la muerte del dictador, el festival empezó a desmarcarse de su idiosincracia franquista, abrazó a los cineastas censurados y exiliados y democratizó las proyecciones rompiendo con su tradición elitista. Un gran ejemplo de ello son las 30 imágenes que forman parte de la exposición Festival en transición. El festival de San Sebastián en los años del cambio (1976-1985) y que aborda "un periodo vibrante y confuso" en el que la situación política y social de Euskadi no pasó desapercibida para la industria cinematográfica del momento.

Comúnmente, los años posteriores a la llegada de la democracia han quedado abocados al ostracismo para el Zinemaldia a consecuencia de la pérdida de su categoría A entre 1980 y 1985. No obstante, para el comisario de la exposición Festival en transición, Pablo La Parra, este periodo fue fundamental para el futuro desarrollo del certamen. "La exposición tiene una intención de contrapunto para ver que fueron unos años en los que se establecieron sus señas de identidad que siguen vigentes hoy en día", ha apuntado en la presentación de la muestra.

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Exposición 'Festival en transición: el Festival de San Sebastián en los años del cambio (1976-1985)'

Un muy buen ejemplo de este cambio son las dos primeras imágenes de la exposición. En la primera, de 1974, se aprecia como dos banderas franquistas presiden la entrada del Teatro Victoria Eugenia, mientras que en la segunda, de 1977, una multitudinaria manifestación pasea por delante del edificio durante la celebración del certamen para protestar por el asesinato de Josu Zabala en Hondarribia. "Se generaron movilizaciones que afectaron al festival e incluso se retiraron películas de la Sección Oficial. Ese año se dejó claro que el Zinemaldia no podía continuar con su estructura franquista e inició una serie de cambios en muy poco tiempo", ha explicado el también investigador principal del proyecto Zinemaldia 70, bajo el que se ha realizado la exposición.

Con el paso de la gestión del evento a manos del Ayuntamiento donostiarra, el comité de dirección incluyó a personalidades críticas con el franquismo como Néstor Basterretxea y Eduardo Chillida, a nombres que fueron fundamentales en el avance del festival como José Ángel Herrero-Velarde y Luis Gasca, y a representantes de asociaciones vecinales y cineclubs que no habían podido participar antes en las decisiones dado el carácter elitista del festival hasta ese momento.

"El Zinemaldia fue de los primeros festivales en democratizar su audiencia con proyecciones en barrios y pueblos de toda Euskal Herria. Se llegaron a hacer pases en Burlada", ha indicado La Parra sobre una característica que convirtió al evento en un festival de público, tal y como se le conoce hoy en día. Esta popularización de precios y la proyección a otros públicos queda perfectamente ejemplificada en una de las fotografías en la que una fila de niños hacen cola para acceder a la proyección del filme Evasión o victoria.

"Fueron años de experimentación"

En cuanto a la programación, fueron también unos años "de experimentación" en los que se trató de curar las heridas del pasado con invitaciones a cineastas censurados y exiliados como Luis Buñuel -a punto de abrazarse con Carlos Saura en una de las instantáneas expuestas-, Joris Ivens -que no había vuelto a cruzar los Pirineos desde que rodase el documental Tierra de España en 1937- y Antxon Eceiza -exiliado hasta 1978-.

No obstante, este gesto no era suficiente para muchos intelectuales que pedían mayores cambios en la organización del festival, como una apuesta más clara por los nuevos realizadores o la inclusión de los movimientos de la calle en el programa. Estos cambios llegaron, como se ve en la exposición, con una fotografía del cartel de El proceso de Burgos, que suscitó polémica por su proyección, o la presencia de directores, en ese momento, undergrounds, como Iván Zulueta o Pedro Almodóvar, que presentó en 1980 Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón.

Pero hubo más movimientos que reclamaron su visibilidad, como el LGTBI. Muchos artistas "utilizaron sus cuerpos como herramientas de reivindicación" como se comprueba en una fotografía de 1979 de José Pérez Ocaña vestido de mujer entrando en el Victoria Eugenia. También las profesionales del sector, que exigieron una sección para ellas solas y que llevaron a cabo asambleas y debates con la presencia de grandes cineastas de todo el mundo. Agnès Varda vino por primera vez a Donostia para participar en uno de estos encuentros y Pepa Flores llevó su militancia comunista a varios homenajes.

Esta apertura de miras también tuvo su aquel en una mayor diversidad de creadores con la presencia de músicos y escritores y hasta la organización de un festival de vídeo dentro del propio Zinemaldia.

La exposición Festival se puede visitar hasta el 22 de febrero en Kutxa Kultur Plaza de Tabakalera. La muestra forma parte del proyecto de investigación Zinemaldia 70, un trabajo en conjunto entre el certamen y Elias Querejeta Zine Eskola para catalogar y difundir el archivo fotográfico del festival con motivo de sus siete décadas el próximo curso.