Rafa Rueda llega el domingo al Teatro Victoria Eugenia (19.00 horas) con su proyecto más especial: un trabajo minimalista con textos de diferentes autores y las voces del coro Euskeria

Donostia - Este formato de concierto ya lo llevó a cabo en Mungia.

-Sí. Hay una variación porque va a estar también Mikel Urdangarin, que va a hacer una colaboración especial, pero básicamente es el mismo formato con mi banda y el coro de Euskeria.

¿La colaboración con Urdangarin será en un momento concreto o participará en todo el concierto?

-Hará un par de apariciones. El orden solemos variarlo, pero saldrá un par de veces al escenario.

El coro, en un principio, iba a participar únicamente en su último disco, 'Rueda'. ¿Cómo ha sido el salto a los conciertos?

-Visto que hubo química con ellos y que podía funcionar se nos ocurrió también plasmarlo en el directo. Eso requería la adaptación de otros temas que no estaban en el disco para darle un poco más de empaque a la propuesta. Nos pusimos a trabajar en ello, pero siendo un grupo tan numeroso los plazos se fueron alargando. Las condiciones de la pandemia no ayudaron a que pudiésemos ensayar con garantías, así que todo se ha ido dilatando unos cuántos meses. Hasta ahora no hemos podido ponerlo en escena.

¿Ha sido fácil unir la electrónica del álbum con quince coristas?

-Hacemos el mismo proceso que ya hicimos para grabar. Es un disco basado en tres pilares: la guitarra, la electrónica y la voz. Para ello, trabajamos mucho con texturas de voz y utilizar un coro nos venía muy bien por su característica. Hay que saber manejarlo en su medida porque, en determinado momento, puede comerse todo lo que tiene a su alrededor. No es un concierto sinfónico, es un concierto donde hay electrónica, electricidad y también un aporte vocal de un coro sin convertirlo en una colaboración que lleve la propuesta original a otro lugar. Lo que hacemos en directo es bastante fiel con lo que se escucha en el disco.

Pero ellos también participan en canciones de otros trabajos, ¿no?

-Sí. En total hacemos unos 16 temas y ellos están en 9 o 10.

Los coros han sido de los más perjudicados por la pandemia. A día de hoy siguen teniendo que actuar con mascarilla. ¿Ha sido el peor momento para hacer un espectáculo de este tipo?

-No son decisiones que se toman en un momento dado sabiendo lo que va a pasar. Es obvio que la situación no ha beneficiado ni a esta ni a otras muchas propuestas. Nos ha cortado la dinámica necesaria para ponerla en marcha, pero aún así creo que son decisiones de las que no hay mucho que reflexionar. Nosotros tiramos para adelante con el proyecto y nos cayó esto, pues ya está. Hay que seguir para adelante.

Para usted mismo, con tantos conciertos parados y retrasos, no será igual subirse al escenario.

-Hay muchas ganas de volver a hacer eso para lo que trabajamos que es tocar en directo. A ver cómo evoluciona todo y confiamos en este arranque ya sea el definitivo. Todo este tiempo te da para pensar y buscas maneras diferentes de trabajar. Intentas sacar provecho al parón, que, en nuestro caso, ha servido para trabajar más los arreglos y todo lo que no tiene que ver con la labor de grupo. Pero, al final, lo que siempre redondea un disco son los conciertos. Tú haces música para enseñarla y compartirla. Ese es el momento en el que todo cobra sentido.

Ya se ha acostumbrado a ver a gente sentada y con mascarillas.

-Sí, ya no sorprende. Es lo que hay y hay que lidiar con ello. Yo, de todas maneras, tengo una desventaja, que en este caso igual es una ventaja, y es que no suelo apreciar las caras del público mientras toco. A mí no me ha afectado mucho en este aspecto.

Lo que sí notará son los aforos. Contar con el 100% es necesario para que se lleven a cabo muchos conciertos.

-Sí, sin duda. Para la rentabilidad económica el aforo es fundamental. Esperamos que la situación nos siga permitiendo trabajar de esta manera.

Volviendo al disco, ha partido de textos de varios autores como Sarrionandia. ¿Está más cómodo así?

-Más que cómodo es que hay tanto texto bueno que, a veces, cuando te pones a escribir, te da la sensación de que siempre puede haber algo que exprese mejor lo que estas intentando trasmitir. Me ha pasado muchas veces. Todo viene por recomendaciones que empiezas a leer y te sientes muy identificado con ellas. Empiezas a armar una canción desde ahí. Cada vez me cuesta más escribir porque leo cosas muy buenas y estar a la altura de gente como Elena Olave, Sarrionandia o Inge Muller, por ejemplo, para mí es algo que no está al alcance. Siempre existe el valor del cantautor que crea sus textos, pero mi mensaje lo he encontrado en otras personas y para mí lo importante es el resultado.

Son textos, en general, muy melancólicos.

-Es posible. El periodo de lectura cuando te pones a escribir influye y, en este caso, fue con la pandemia, por lo que quizás estás más propenso a elegir textos de un carácter concreto. Pero no es algo que haya sido meditado.

En cuanto a sonoridad, tengo entendido que las influencias han sido artistas como Animal Collective, Bon Iver o St .Vincent que también escuchaba en ese periodo.

-Sí, es algo que también haces de forma totalmente inconsciente. El background que tienes en ese momento tiene reflejo en lo que haces. Normalmente yo no tengo claro donde voy a acabar. Empiezas y la misma inercia de comenzar a grabar te lleva a sitios que al final quizás sean menos aleatorios de los que pensabas. En este caso, los nombres que has citado son artistas que he estado escuchando en el proceso creativo del disco.

Y, ahora, ¿qué escucha?

-Siempre he sido un oyente diésel. Coger un disco, exprimirlo y estar escuchándolo tranquilamente un mes. Pero últimamente estoy picando un poco de todo. Hay tanta información y trabajos buenos que cada vez te cuesta más pararte en un disco en concreto. Sigo oyendo música clásica y hay propuestas actuales muy interesantes como el último álbum de Maite Larburu.

¿Tiene idea de darle continuidad al proyecto con el coro?

-No. Es algo que ha sucedido y ahora estoy dándole vueltas a por dónde empezar a trabajar en el siguiente proyecto, pero no es una dirección que quisiera seguir. La inercia al darle forma a las ideas que tengo me llevará a un sitio o a otro.

Recientemente también ha colaborado en el podcast de ficción 'Artxipelagoa'. ¿Qué ha supuesto para usted?

-Un reto nuevo porque es una forma de trabajar en la que, aún teniendo elementos comunes con el cine o con la imagen, tienes que poner sonido a sonido. Cualquier cosa que añadas está condicionada porque siempre estás tapando información. No es como las bandas sonoras. Es un reto intentar aportar y estorbar lo menos posible. No es nada sencillo pero a la vez es muy excitante.