- No ha sido nada sencillo sacar adelante la versión musical de la novela de Joxean Sagastizabal para Demode Produkzioak. El covid y las restricciones marcaron la puesta en marcha de una obra que hace menos de un año se estrenó en el mismo espacio donde recibieron el Premio Max con un 30% de aforo. Para el dramaturgo y director Patxi Barco, y la directora musical y también intérprete Joli Pascualena, el premio es un regalo a todo ese esfuerzo.

Al recoger el premio aseguraron que no se esperaban ser los ganadores.

-Joli Pascualena: La verdad es que no porque teníamos a dos grandes compañías de Madrid nominadas. Siendo una formación pequeña que hace su primer espectáculo de creación y en euskera, no nos lo esperábamos. Fue una sorpresa total.

Pero imagino que toda una alegría.

-Patxi Barko: Sí. Siempre hay un porcentaje de esperanza, pero ya pasar de ser candidatos a finalistas nos parecía un título inmobilario que nos comprábamos (risas). Podíamos repetir que somos los finalistas de los Max 2021 hasta 2050. Así que cuando dijeron nuestro nombre, nos dio un subidón inesperado.

Además hacerlo en Euskadi, en el Teatro Arriaga, lo incrementaría.

-P.B.: Totalmente, pero sobre todo porque estrenamos la obra allí no hace un año con el 30% de aforo y en unas condiciones durísimas. Nosotros hemos sacado más que una lección de esto. El día después de poner en marcha el proyecto empezó el confinamiento, por lo que hemos tenido que hacer ensayos delante de cámaras, hemos tenido gente encerrada cada dos por tres, estrenamos y al poco toda la compañía cayó con el covid... ha sido una especie de filosofía o de actitud de no sabemos en qué acabará esto pero hay que seguir apostando como jabatos por aquello en lo que creemos. Que hayamos recogido el Max nos deja ese sabor de boca de que siempre hay que pelear hasta el final.

De 'Kutsidazu bidea Ixabel' solo quedaba por salir el musical.

-P.B.: Creo que cromos todavía no se han sacado (risas). Cuando hablamos con Sagastizabal para plantearle el proyecto, dijo exactamente eso, que solo quedaba el musical. Hoy hemos hablado con él y nos decía que era un regalo que aquel libro que escribió siga dando alegrías.

El premio es también un reconocimiento al euskera y a los proyectos pequeños.

-P.B.: Al principio era uno de los hándicaps, porque uno no sabe hasta qué punto que sea una función solamente en euskera puede ser perjudicial para ser reconocido. Pero al final, la SGAE lo que agrupa son autores con la sensibilidad suficiente como para entender que la creación va más allá de un idioma. El compendio de la coreografía, el trabajo de ilustración, las canciones, las letras... les ha llegado al corazón y ha funcionado. También creo que ha habido gente en Euskal Herria que al principio se pensó que más que un musical potente desde el punto de vista creativo íbamos a hacer algo más tipo euskal kantak y se ha sorprendido al verlo.

¿Sienten que el premio les abrirá otras puertas?

-J.P.: Ya nos servía el de finalistas. El de Premio Max seguro que nos sirve para que nos escuchen y todas las propuestas que queramos hacer las tengan más en cuenta. Y no solo a nivel externo, a nivel interno nos da un empujón para hacer las cosas que creemos y decir que vamos a tirarnos de cabeza.

¿Ya tienen ideas de esas con las que lanzarse?

-P.B.: De hecho, sin acabar Kutsidazu creamos un espectáculo infantil también con canciones propias. Durante la pandemia hemos puesto la maquinaria al 200% para luchar contra ella. Es absolutamente necesario que la cultura sea reconocida en este país como un bien de máxima necesidad porque la pandemia ha demostrado que no solo hay que cuidar el cuerpo sino que las almas también hay que cuidarlas y ese es nuestro territorio.