“Para mí el arte no reproduce lo visible, hace que algo sea visible”. Esta es la premisa con la que el artista Iñaki Ruiz de Eguino trabaja desde hace décadas. Ahora, la sala Menchu Gal de Irun acoge hasta el próximo 6 de junio la exposición Ruiz de Eguino, uno y diverso, una muestra retrospectiva compuesta por medio centenar de obras, series de pinturas (44) y esculturas (14) en diálogo: “Van al alimón”. Aunque se trata de una retrospectiva, este donostiarra afincado hace años en Hondarribia ha decidido dejar a un lado los trabajos relativos a una primera época, la de los 70, y se inicia con Configuración sideral, un acrílico sobre lienzo de 1980. Aún así, lo deja claro: el arte se basa en el movimiento y de ahí surgen sus series.

El crítico de arte de La Vanguardia Tomás Paredes, encargado de firmar el texto introductorio del catálogo de Uno y diverso y profundo conocedor de la obra del artista guipuzcoano, fue quien le sugirió dejar a un lado el periodo expresionista y el realismo cosmogónico de su primer periodo y que se centrase “en el espacio”.

Así lo hizo, para embarcarse en la formulación de preguntas sobre cómo representar el “espacio cero”. La respuesta a esas cuestiones vinieron en una serie obras en las que Ruiz de Eguino exploró cómo se comportarían las formas, los objetos, en el espacio sideral. Esta serie, que abre la primera sala de la Menchu Gal, está acompañada por unas esculturas de esferas y por un homenaje a la pelota vasca como objeto esférico.

“Una vez, hablando con Oteiza me dijo que para él la esfera era un objeto cerrado, concluso y que no servía para nada de forma plástica”, recuerda, y ante este “reto” se propuso investigar. Así, tomó conciencia de que muchos juegos tienen algo esférico como elemento, al tiempo que se percató que lo más interesante de una esfera es cuando esta queda suspendida en el aire. De esta manera comenzó a trabajar la esfera tanto en un espacio físico como sideral.

“Después me di cuenta de que el espacio tiempo había que definirlo de alguna manera”, afirma. “Los pliegues” de Suite Suisse llegaron después de haber recibido la inspiración en una exposición sobre Paul Klee en Ginebra. Con la serie Construccioners relacionales, por su parte, “las formas de color puro” al moverse, lo que hacen es un juego de construcciones. Al relacionarse unas con otras, explica el artista, dan fruto a “nuevas composiciones”. “El arte siempre se basa en el movimiento”, asegura.

Sentir lo rural

Después de explorar y reflexionar sobre el espacio, decidió “tocar tierra”. Era mediados de la década de los 80, y con treinta y pocos años San Telmo le dedicó una exposición antológica con 130 obras. Simultáneamente, en la entonces joven galería Altxerri, preparó una exposición sobre elementos de utillaje vascos. Inspirado por su infancia en un caserío de Andoain y también por el carácter antropológico de San Telmo, abordó una serie denominada Arquitectura, partiendo del hogar tradicional vasco de carácter rural.

Además de obras como Caserío vasco o Ventana de caserío, en Irun también puede verse la serie Intimidad callada en la que el autor relaciona al habitante de un caserío con sus espacios y sus emociones más personales: “Son una serie de cuadros, a base de gamas cromáticas, desde el blanco o el amarillo, que representarían los días más luminosos, hasta gamas de grises, porque hay días que tenemos un estado emocional menos limpio”.

Esto se acompaña con esculturas con formas “absolutamente abiertas” que se asemejan a ventanas y puertas, símbolo del periodo en el que Ruiz de Eguino comenzó a trabajar la “unicidad espacial”. El propio Tomás Paredes recoge en su texto introductorio qué es para el donostiarra ese concepto: “Se trata de escapar de la lógica del monumento, porque esa lógica niega que el espacio de la escultura sea del espectador. En el principio de la delineación escultórica se encuentra el concepto de espacio infinito”. Es por ello que sus esculturas de carácter monumental son transitables, “son un objeto mobiliario, estéticos y que se pueden utilizar”.

La oscuridad

La segunda estancia de la sala Menchu Gal se dedica al acercamiento de Ruiz de Eguino a la oscuridad. A finales de los 80, en un viaje a Sevilla tuvo la inspiración para una serie que se expone en este espacio: Suite Andalucía, “formas geométricas puras con colores muy vivos, amarillos, rojos, azules, verdes, que salieran del negro”.

Asimismo, en este lugar también se exponen sus pizarras, en las que dibuja líneas, formas geométricas, y espacios lineales, entre otros. Esta práctica también la llevó a la escultura y así creó Cava s. XXI, una escultura única ubicada en el edificio Orona-Zero-Ideo de Hernani.