l arte y la tradición dialogan con la naturaleza en Alkiza. Es allí, junto a su taller, donde Koldobika Jauregi, junto a Elena Cajaraville, abrió hace ya algo más de una década el museo Ur Mara, 17 hectáreas de terreno boscoso en el que el artista ha ido colocando algunas de sus piezas. "Es una iniciativa privada", remarca Jauregi, que pasea con NOTICIAS DE GIPUZKOA por sus terrenos. Es privado, sí, pero con vocación pública. Cualquier interesado puede pasear por estos terrenos -únicamente las visitas guiadas son de pago-, sentirse en paz, escuchar el arrullo del arroyo Arraia, que linda las tierras que Jauregi ha ido adquiriendo poco a poco, primero a familiares y luego a otro vecino de Alkiza. "Lo que se encuentra en la base de este proyecto es la transmisión del arte, algo de lo que no se suele hablar", comenta Jauregi, quien reivindica la "profundidad" y el "significado" de la práctica, ante la frivolidad con la que se habla del arte hoy en día.

El germen de la idea, no obstante, viene de tiempo atrás, de cuando hace 25 años Jauregi y Cajaraville participaron en una residencia en el Insel Hombroich de Düsseldorf, un atípico museo en el que también convergen arte y medio ambiente en un espacio sostenible. Con aquella idea en la cabeza y en una escala más pequeña imaginaron Ur Mara, "para mostrar lo propio, pero también para invitar a otros". No en vano, en esta década han pasado en torno a 150 artistas de distintas disciplinas. Escultura, pintura, literatura, música... todo tiene cabida en este espacio que es un auténtico remanso de paz.

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En Ur Mara la naturaleza se abre paso. Sus responsables permiten que las plantas florezcan, que los pájaros hagan sus nidos. "Hay zonas en las que no entramos, el bosque sigue su proceso natural", explica el artista.

Dejar hacer a la naturaleza es una referencia que la pareja de creadores trajo desde el Insel Hombroich, pero Jauregi manejó otras tres referencias museísticas para desarrollar Ur Mara. En el mismo sentido del cuidado del entorno, aplicaron un proyecto que tiene sus raíces en el cuidado de los bosques y las tierras comunales en Normandía. Como allí, en Alkiza también se utilizan burros para la limpieza del entorno.

Por otra parte, del ideario de la Fundación César Manrique extrajo "el cuidado de la naturaleza", pero también el precepto de que el dinero público debía estar limitado en el proyecto para garantizar "la libertad de opinión" de los autores. No obstante, insiste: aunque es una iniciativa privada, tiene vocación de retorno a la sociedad.

Por último, desde Aquitania importaron una iniciativa para lograr la fidelización de los visitantes y lograr un sentido de comunidad, vinculado a una filosofía. En este sentido, mucha gente colabora en las actividades y las labores del espacio de manera desinteresada, desde baserritarras de la zona hasta investigadores universitarios o artistas como Juan Kruz Igerabide o Antonio Casado da Rocha.

Este museo recibe al año -en tiempos de normalidad, sin la amenaza de la pandemia del coronavirus- 2.500 visitantes al año, de los cuales 500 son extranjeros. ¿Pero qué se va a encontrar el visitante? En los terrenos se exhiben obras de Jauregi, pero también se han integrado otros elementos que interesan al artista. La etnografía y cuestiones relacionadas con la preindustrialización, como las caleras o el oficio de barrenador, ofrecen un contexto que permite "comprender mejor la obra". En este sentido, se puede encontrar desde una huerta con árboles con los que poder hablar de la fabricación de papel o de la deforestación, hasta un invernadero que sirve de refugio para actividades cubiertas como exposiciones, recitales o conciertos.

En las 17 hectáreas de Ur Mara también hay espacio para conciertos, en este caso, al aire libre. Desde el taller de Jauregi, bajando por uno de los caminos naturales, en medio de la foresta, se encuentra, junto a una cantera -hay hasta tres-, un auditorio natural que sirve para la organización de recitales. Por allí han pasado agrupaciones como Alos Quartet o Euskal Barrokensemble. Arte y naturaleza en relación simbiótica.

Ur Mara tiene su origen en una residencia de Koldobika Jauregi y Elena Cajaraville en el Insel Hombroich de Düsseldorf

En esta década, el museo ha acogido a 150 artistas de distintas disciplinas como escultores, músicos o escritores