Dirección y guión: Paul W.S. Anderson a partir del videojuego de Kaname Fujioka. Intérpretes: Mila Jovovich, Tony Jaa, Tip Harris, Ron Perlman y Meagan Good. País: EEUU. 2020. Duración: 103 minutos.

uando en 1994, Paul W.S. Anderson debutaba con Shopping, una de las primeras apariciones como protagonista de Jude Law, su apellido parecía predestinado a conformar esa liga especial de los andersons directores de cine contemporáneo como Wes, Paul Thomas o incluso como el sueco Roy, que pese a tener una s más en su apellido, parecían confirmar aquello de que no hay Anderson malo.

Nacido en el Reino Unido hace 56 años y conocido como un director especializado en el cine de acción muy vinculado con el universo de los videojuegos, Paul S.W. Anderson ató su universo al de la actriz Mila Jovovich cuando rodaron juntos Resident Evil en 2002. Han pasado casi 20 años y Mila Jovovich y Paul W. S. Anderson siguen haciendo juntos la misma película.

Inspirada en un videojuego como muchas de sus obras precedentes, en este caso de Kaname Fujioka, toda una referencia en este terreno cuyas nuevas versiones del juego para diferentes consolas son estrenadas simultáneamente en todo el mundo, aquí no hay sorpresas.

Anderson sabe de antemano que tiene una legión de hipotéticos clientes que, enganchados al juego, no dudarán en asomarse a su película pese a que, como ocurre con la maldición entre cine y literatura, el cine siempre pierda.

En este caso, su derrota se debe a sus propios desaciertos. Anderson se ha especializado en adaptar videojuegos pero su ADN supo del relato cinematográfico antes que de la Play Station por lo que en Monster Hunter abundan estéticas y préstamos provenientes de algunos de los mejores títulos del género. En consecuencia Monster Hunter combina la saga Alien con el naufragio de Lynch en Dune; de las aventuras de Mad Max al cine bélico de los 80. La acumulación y el abigarramiento, o sea la cantidad, trata de taponar esa enorme brecha por la que se pierde la esencia de un filme mil veces (re)presentado. Lejos queda la impactante frescura y el descarado erotismo de la Mila Jovovich de El quinto elemento, tan lejos como la idea de que Paul W.S. sería el buen Anderson del cine de acción: una mirada singular a un mundo uniformado. Si alguna vez tuvo ese mirar, ahora nadie lo recuerda.