o todos los artistas y realizadores de obras de arte son conocidos y reconocidos en nuestros pueblos y ciudades. Muchas obras de arte aparecen en museos, iglesias, y colecciones, como “anónimas”, o de “autor desconocido”, cuando no lo son. Tienen nombres y apellidos, autores que por su humildad, falta de notoriedad o desconocimiento del medio en el que vivieron, llevan a esta curiosa situación a numerosas, deliciosas, y excelentes obras de arte que se hallan en Euskadi y en el mundo entero.

Es el caso de Juan José Loidi Iruretagoyena (Orio, 1930-Donostia, 2018), un joven tallista, diseñador de interiores, fino dibujante y escultor que dejó en numerosas poblaciones de Gipuzkoa notables obras de arte de las que disfrutan muchos guipuzcoanos, y sobre todo su amada Orio, que cuentan con sobrios y excelentes diseños de interiores y tallas y esculturas de madera. Era, además, un excelente dibujante.

Loidi, joven autodidacta tras la guerra, creció en un ambiente en el que la talla y el diseño de muebles e interiores, eran el modus vivendi de gran parte de la población costera de Gipuzkoa. Donato Inchauspe, Jesús Mari Perona y Xalba Iruretagoyena serán sus amigos tallistas, y Julio Beobide, Carlos Elgezua y los escultores del Renacimiento del País Vasco. Sus autores y mentores preferidos. El escultor Jorge Oteiza quiso llevarle como profesor a la Escuela de Arte de Deba, pero el escultor declinó tamaño cometido.

Así, realizó a los 17 años el Cristo crucificado, y a los 21, el Cristo yacente que donó a la parroquia de San Nicolás de Bari de Orio. En ambos casos, el expresionismo y una cierta deformación formal intensifican la piedad del fiel y del espectador, marcando rasgos y expresiones anatómicas. No contento con ello, al final de su vida, con el empujón que nosotros mismos le dimos, y con la ayuda de sus amigos tallistas, terminó un Sagrario de trazas barrocas (columnas salomónicas y angelitos), y bajo relieves modernos (Agnus Dei, y varias inscripciones), que fue bendecido por su párroco Unai Manterola en 2019.

También mostró un gusto refinado en el diseño marinero art decó del interior del restaurante Kaia de Getaria a base del tratamiento de refinadas maderas, y en el complejo Euromar de Zarautz, y en diversos comercios y empresas guipuzcoanas.

Su esposa, Mª Luisa Lizaso, lo recuerda ensimismado en su taller, un taller sin horas y muchas veces gratuito, hasta altas horas de la noche, mientras ella le esperaba con un café, volcada en la educación de sus tres hijos.

No todos los artistas son “anónimos” ni “desconocidos”.