uionista antes que director, William Nicholson ha firmado guiones bien pagados, de alcance largo y reconocimiento popular. A veces se escora y se escuda en la acción y la aventura: Gladiator, El primer caballero,€ otras se adentra en los desgarros íntimos del melodrama y las relaciones afectivas: Tierras de penumbra, y casi siempre evidencia una especial capacidad para adaptarse a la sensibilidad mainstream del gran espectáculo: Los miserables. Lejos de todo ello aparece este texto que surgió como obra teatral bajo el título de The retreat from Moscow. Fue un éxito escénico que aguantó varias temporadas en Broadway y fue nominada a tres premios Tony.

De aquel libreto teatral nace Regreso a Hope Gap, un melodrama intimista basado en las propias vivencias de William Nicholson.

Lo que, con perfiles suaves pero palabras de sierra, se desarrolla aquí no es sino el proceso de divorcio que protagonizaron sus padres ante un Nicholson ya adulto e independiente pero, no por ello, indemne ni ajeno ante el enfrentamiento de sus progenitores.

Protagonizados por Annette Bening y Bill Nighy, el actor Nicholas Burns encarna al propio Nicholson, el filme ha sido emparentado con Historia de un matrimonio (2019) de Noah Baumbach toda vez que ambos diseccionan una ruptura matrimonial. La que aquí se representa, más hipotecada por la realidad, llena de sutileza y con diálogos de altura poética y de hondura expresiva en algunas partes, rebosa contención y trata de alcanzar una equidistancia que siempre se hunde en la frustración.

Toda ruptura implica sufrimiento. En ella se ponen de relieve muchos pliegues y responsabilidades cuya autoría no es única ni indiscutible. Nicholson retrata a sus padres y se dibuja a sí mismo, justo en las horas decisivas, cuando llamado por su padre asiste al acto final, a la escenificación del naufragio. En algún modo, el director y guionista hurga en su memoria para alcanzar a vislumbrar las razones. La fundamental la pone en la boca de la nueva compañera de su padre ante la interpelación de su madre sobre lo que ha hecho: "Había tres personas infelices -le dice-, ahora solo hay una". Lo que funde, en esa "una", es la idea de la madre como víctima y verdugo.

Dirección y guion: William Nicholson. Intérpretes: Annette Bening, Bill Nighy, Aiysha Hart, Josh O'Connor, Nicholas Burns, Rose Keegan y Sally Rogers. País: Reino Unido. 2019. Duración: 100 minutos.