unque su voz y también su imagen han acompañado a José Crespo Larraza la mayor parte de su vida, solo tuvo la oportunidad de ver a Luis Mariano en una ocasión y fue en su pueblo, en Altsasu, cuando el artista acudió a la boda de una prima, Dolores Guinea. Era el 1 de agosto de 1955, "en lo mejor de su carrera", como apunta este altsasuarra. "Era ya famoso mundialmente; se le escuchaba a diario a través de las emisoras en los programas musicales", incide.

Además, el cantante de Irun cobraba vida en la pantalla del cine Bengoechea. "Conocíamos su simpatía y galanura personal por medio de sus películas, unas en blanco y negro y otras coloridas que hacían soñar a las gentes de toda clase", observa. "Corrían tiempos duros de posguerra y el personal de a pie necesitaba de ensoñaciones auto personales, la cruda situación real limitaba muy mucho cualquier quimera de utopías", expone. Y es que José Crespo también tiene alma de poeta.

El enlace era a las doce del mediodía. "Todo el que no estaba sujeto a las labores del campo o industriales salió a la calle", asegura José Crespo. Aunque el tiempo pasaba y no aparecían los novios ni Luis Mariano, altsasuarras de todas las edades seguían a la espera en la plaza o asomados a las barandillas del jardín del Ayuntamiento. "Muchas amas de casa habían dejado el potaje cociendo en el fuego. Fue el día de los pucheros quemados", señala.

Pasadas casi dos horas llegaron dos enormes coches descapotables entre carreras de niños y jóvenes que acompañaban los Cadillac en el recorrido hasta la iglesia, donde les esperaban muchas más personas que también entraron en la parroquia. "Desde el inicio de la ceremonia, aquello parecía un gallinero. La gente no guardaba compostura ni mínimo recato, por lo que el cura oficiante, don Luis Lezaun, asistido por el coadjutor don Juan José Laco, se las veían y deseaban para mantener el orden y llamaron la atención de la feligresía, voz en grito, en varias ocasiones", rememora Crespo.

En un intermedio, el artista subió al sitial del coro de la iglesia y cantó Ave María de Schubert. "Recuerdo el resonar en las arcadas del tempo, el eco límpido de su voz de cristal, sutil y delicada en las entonaciones suaves y plena de agudeza tesitura brillante cuando la oración melódica llegaba a su cénit", describe.

Finalizada la ceremonia, los allí presentes se vinieron arriba, subidos a las bancadas para ver mejor e invadiendo el entarimado del altar, con el cura más joven, que era fornido, arremangado echándoles a empujones. Pero no lo tuvo fácil. Aquel día les movía la ilusión por ver a Luis Mariana.

"Luis Mariano vino a Alsasua en lo mejor de su carrera, famoso a nivel mundial"

Admirador y coleccionista