- Diez años y un día, un periodo que “parece una condena”, han pasado desde que Achero Mañas dirigió su anterior largometraje, algo que justifica por qué se siente “incapaz de hacer una película sin las condiciones” que él cree “que se merece esa película”. Ahora regresa con Un mundo normal, un largometraje que le ha “reconciliado con el cine” y que presentó ayer en la sección oficial del Festival de Cine en Español de Málaga.

“Nunca me he ido del cine”, aclaró el director, que vuelve con una película “muy personal y autobiográfica” protagonizada por Ernesto Alterio, a quien agradeció haber sido “tan generoso al meterse en ese lugar familiar que tiene unos círculos muy concretos a los que es difícil entrar”. Alterio interpreta a un excéntrico director de teatro que, para cumplir la última voluntad de su madre (Magüi Mira), roba su ataúd camino del cementerio para lanzar su cuerpo al mar. Mañas estaba “muy preocupado” por el “tono” de la película, que “en cada secuencia y cada lugar surgiera esa mezcla de risa, de absurdo y de drama”.

Va a estrenar el 11 de septiembre, en plena nueva normalidad, esta historia que se titula Un mundo normal, y se pregunta “cuáles son las normalidades”, si acaso son “lo que la costumbre nos dice que es normal”. “Todos aparentamos una cierta normalidad -dijo- pero vivimos continuamente nuestras singularidades. Si la normalidad es la de antes, prefiero no tenerla, y si la nueva normalidad es estar otros diez años sin dirigir, prefiero cambiar, pero no voy a hacer una película en la que no crea porque tengo la posibilidad de vivir de otras cosas, y si no tengo poder sobre el discurso, no ruedo”.

Por su parte, el director Esteban Crespo compitió ayer en Málaga con su segundo largo, Black Beach, thriller de acción que gira en torno al contraste social y las injusticias del continente africano. Crespo compareció junto a los actores, Raúl Arévalo, Candela Peña, Melina Mathews, Lidia Nené y Emilio Buale, y el productor, David Naranjo. Carlos (Arévalo), un alto ejecutivo a punto de convertirse en socio de una gran empresa, recibe el encargo de mediar en el secuestro del ingeniero de una petrolera americana en África. En este viaje deberá enfrentarse a las consecuencias de sus acciones del pasado cuando fue cooperante en el país y elegir entre sus intereses personales y profesionales. “La película nace de mis propias vivencias como cooperante en Guinea Ecuatorial. Yo era arquitecto y participé en la construcción de un parque natural”.

Las condiciones de ese país y la gente que allí conoció le inspiraron esta historia, con la que pretende mostrar las injusticias del continente africano.