ob Dylan vuelve, a sus 79 años, sin concesiones. Ante lo que denomina “estos días oscuros”, él se muestra áspero y espartano en Rough and rowdy ways (Columbia Records), el 39º disco de estudio de su caudalosa carrera, primero con canciones nuevas en ocho años. El blues, el rock, el folk y el gospel son meras excusas para divagar sobre la vida, la muerte, la libertad, el amor, los derechos civiles y el patriotismo en unos textos inabarcables, auténticos torrentes desbordantes de iconos pop, sociales y políticos.

Crespuscular, sí, pero lúcido como siempre. Tempest, ocho años después, ya tiene un legado a la altura de la gran obra de Dylan. Tras cinco discos volcados en revisionar el gran legado de la canción de su país, llega Rough and rowdy ways, un álbum majestuoso, doble, con canciones de sonido rugoso y airado, que rastrean los caminos del blues, el rock y el gospel, pero que no dejan de ser un pretexto para configurar un mosaico personal y social, de sí mismo y de su país, Estados Unidos. Y, por ende, del mundo. “Abrí mi corazón al mundo y el mundo entró”, canta el de Duluth.

Atemorizado por un universo en el que nos gobiernan las tecnologías, la telebasura y las noticias falsas, un Dylan crepuscular, superviviente a Little Richard y John Prine y cercano a los 80 años, nos entrega un disco con aroma a testamento vital que soporta altivo y orgulloso las comparaciones con su obra previa, especialmente la del siglo XXI. Y lo hace con maneras ásperas y rugosas, con los códigos de la “vieja escuela”, especialmente en los tres blues del álbum, excepto en su voz, menos nasal que nunca. De hecho, cada vez canta y entona mejor.

El álbum, disponible en doble compacto y digital, ofrece canciones río, caudalosas en textos y rimas repletas de referencias culturales, literarias y pop, que superan de media los seis minutos y en los que la muerte sobrevuela muchas de ellas. Himnos y salmodias conmovedoras y atemporales -¿no lo son el amor, la muerte, el poder, el bien y el mal?- pero ancladas en el presente. Enciclopédico e inabarcable, Rough and rowdy ways suena profundo, melancólico y repleto de grandeza. Y de clasicisimo. Se recomienda sus escucha con las letras, para disfrutarlo en su grandeza e integridad.