a partir de la publicación de La condición moderna en 1979 por Jean-Francoise Lyotard, muchos lenguajes artísticos decidieron renunciar a la teleología emancipatoria de las vanguardias, como el rechazo absoluto de la posibilidad de producir una innovación verdaderamente radical, lo cual no es cierto del todo. Como tampoco lo es que muchos lenguajes renunciaran a la imagen global o total, y apostaran por la fragmentación y las partes del todo. No hay partes sin el todo, ni el todo sin las partes. Aunque puede ocurrir que los monumentos sean lo suficientemente conocidos que ni al autor ni al lector de la obra de arte le preocupe el todo.
En esta ocasión, como en casi toda su trayectoria fotográfica, Aitor Ortiz (Bilbao, 1971) presenta en la sala Kutxa Kultur de Tabakalera 120 fotografías en blanco y negro, impresas sobre placas de aluminio de pequeño tamaño, de diversos edificios modernistas de Antoni Gaudí, fragmentos elegidos con certeza por el ojo avezado del artista a los que denomina “impresiones íntimas”. El autor no intenta documentar la arquitectura, sino sugerir otras experiencias y plasmar otras imágenes interesantes para el ojo del artista. Pequeñas delicatessen que captan fragmentos, llenos de líneas curvas y rectas, de uno de los arquitectos clave del modernismo en Catalunya. La Casa Milá, la Sagrada Familia, la Casa Batlló, el Parque Guëll, la Torre Bellesguard, el Palau Güell, la Casa Vicens, la Casa Calvet, los pabellones Güell, la Cripta de la Colonia Güell, y el taller de maquetas de la Sagrada Familia, es la incursión que hace el fotógrafo por primera vez en una arquitectura histórica.
Y los resultados son múltiples y diversos, llenos de luces y negros intensos, con perspectivas frontales y laterales, muy del gusto de este autor también en series anteriores, que nos muestran los mil y un recovecos, ángulos, esquinas, pasillos, puertas, vidrieras, chimeneas, techos, columnas, lámparas, convertidos casi en esculturas u objetos de culto por la cámara del fotógrafo. Lo que se pierde en extensión se gana en profundidad. Mirada profunda y atenta que pone el autor en observar las mil y una fantasías y fantasmagorías a las que se dedicó la imaginación fértil y casi surrealista de Gaudí.