donostia - Aumentan el número de metros cuadrados del recinto del hipódromo, por lo tanto el aforo.
-Es una apuesta de no riesgo porque, como va tan bien la venta de entradas, sabemos que va a haber más gente. Una de las virtudes del hipódromo es que tiene muchísimos metros cuadrados para poder dimensionarlo según se necesite. Ampliamos el espacio para que la gente esté más cómoda.
¿Cómo va la venta de entradas?
-El año pasado hubo 14.000 personas y ya se han vendido más entradas que el año pasado. Vamos a estar cerca de los 18.000. Puede haber sorpresas, porque la venta está muy viva. La cifra de 18.000 está casi asegurada; es casi un 30% más que el año pasado.
El público aumenta año a año.
-Es de agradecer. El año pasado ya pegó un saltó muy grande, pero se reafirma este año. Parece que ha cogido una dinámica de crecimiento que está bien.
El año pasado parecía que el factor Berri Txarrak había ayudado; pero las cifras de este año indican que no solo fue eso.
-Cuando cambias la línea editorial y el espacio te supone un trabajo de comunicación. Cambiamos la línea editorial el año pasado y también es más difícil. Una vez que fidelizas al público, comienzas a crecer de una manera más sostenible.
Siempre habla de ciclos de cinco años. Este sería el tercero, el ecuador de este ciclo. ¿Hacia dónde se dirige el Donostia Festibala?
-El festival ya ha cogido su identidad, que era lo más difícil. Hay un exceso de oferta y de información, el que consigue un hueco es el que pervive. Tengo la sensación que hemos acertado al primar más lo musical que el entorno.
¿Por qué?
-Durante muchos años han funcionado los festivales boutique, de experiencia, del entorno por encima de la programación. Hemos apostado por una editorial con las músicas urbanas y nos hemos adelantado a una tendencia que ahora vemos en otros festivales como el Primavera Sound. El perfil y la identidad que hemos cogido, que no existía en Euskadi, tiene muchísimo futuro. Lo más creativo que se está haciendo en la música, gira en torno a las urbanas. El público, además, es joven, que es lo que te da visión de futuro. Estos cinco años nos van a permitir conformar un modelo de festival con mucho más futuro, más recorrido.
En el festival DonostiKluba también apuestan por las músicas urbanas, con gran éxito gracias a un público joven.
-En DonostiKluba es muy obvio, pegué el mismo giro. El jueves era la noche tradicional, y el viernes y sábado se programaba música urbana. La desproporción de asistencia era clarísima. Está claro cuál es la línea, lo que quiere el público. No es que el público se acerque, ya estaba ahí. Lo que pasa es que los programadores, públicos y privados, comenzamos a escuchar lo que la gente joven está escuchando, la música urbana. Nos estamos adaptando a la realidad, a la carretera por la que circula la música.
¿El nuevo tipo público está sustituyendo al público que antes tenía el Donostia Festibala?
-Uno está sustituyendo a otro. Pero con el tiempo el público anterior se va a ir sumando, no puedes ir en contra de los tiempos. Hay que programar según las líneas actuales, lo que queremos es que el público joven vaya a los conciertos. Si te gusta la música, tienes que escuchar lo que se hace ahora y perder prejuicios para entenderla. Si hoy en día buscas canción protesta y letras de autor, tienes que ir a la música urbana. Si buscas actitud punk o fusión de estilos, acabas en lo mismo. Todos tenemos que renovarnos.
Proponen que los menores de once años entren gratis.
-Como padre me gusta la figura del hijo que lleva a su padre a conocer música. Hay una generación que se había descolgado de esta historia que la va a recuperar por sus hijos. Por eso también dejamos la entrada gratuita a menores de once años que vayan acompañados de un adulto, para potenciar, también, la figura de ocio familiar.
En cuanto a su programa, ¿es el Donostia Festibala de este año más urbano que nunca?
-Creo que sí. El año pasado definimos bastante la línea, aunque quizá sí que había más rock que este año. El nombre de Berri Txarrak marcaba mucho el perfil. Este año es más urbano, más ecléctico y con más identidad porque se ha preparado con más tiempo.
Actuará Mala Rodríguez, un referente del rap, con influencias flamencas.
-Mala Rodríguez es, como dices, un referente de las músicas urbanas, del hip-hop, y también de reivindicación del papel femenino en la música. Viene con su último trabajo y tenemos muchas ganas de verlo.
Otro de los referentes de lo urbano es Rosalía. Actuó este año en el BBK Live, ¿le gustaría programarla o el caché es inasumible?
-Rosalía, artísticamente, podría estar perfectamente en nuestro festival. Si el festival crece lo suficiente para tirar de artistas de ese nivel, obviamente, nos encantaría que estuviera. La apuesta que estamos haciendo es la de ir poco a poco; es como hay que crecer.
Toteking entraría también entre los referentes históricos y también de ese concepto de “librepensadores” que suele usar usted.
-Hay mucho librepensador en el festival. Es algo generacional, aunque en el caso de Toteking viene de mucho más atrás. En el caso de las músicas urbanas, coincide la falta de prejuicios con la de la falta de expectativas.
¿A qué se refiere?
-En cierto modo es una generación que viene de la crisis y lo está haciendo todo de forma autónoma, incluso artesanal, con los medios que hay hoy en día, y desde la independencia. No es gente que está buscando, como hace años, el éxito rápido. Se ha creado un espacio más democrático y de librepensadores donde no hay miedos artísticos de mezclar estilos y hacer propuestas de riesgo. No hay una ambición de virtuosismo que había en la generación anterior. Algo que siempre he dicho es que, incluso en el rock, los primeros discos, que suelen ser los que peor suenan, son los que más transmiten.
El grupo Carolina Durante es un fenómeno que ha sacado su primer disco, sin incluir ninguno de los exitosos singles por los que se ha hecho famoso.
-Se cumplen propuestas y parámetros que antes eran impensables. ¿Cómo vas a sacar media docena de singles que luego no estén en el disco? Antes te hubiesen dicho que estás loco. Carolina Durante ahí está y han descubierto un camino diferente y su propia identidad. Son el fiestón que necesita cualquier festival.
Entre las propuestas, ¿cómo encaja Gatibu?
-Es un perfil más rock. Aparte de que las músicas urbanas es un concepto muy abierto, creo que un festival tiene que tener raíz en su entorno natural. Los grupos más grandes, como fue Berri Txarrak el año pasado, o en este Gatibu tienen que tener espacio. Sé que no es lo más purista, pero me gusta. El que va a disfrutar con La Pegatina o con Iseo & Dodosound, también lo va a hacer con Gatibu.
Vienen Ayax y Prok.
-Muy buenos. Me parecen unos letristas brutales. Me gustan mucho. De todo lo que te decía de canción protesta, actitud punk, fusión... ellos están ahí. Son una bandaza y flipo con lo jóvenes que son.
Comenta que la ‘canción protesta’ está en la música urbana, pero también tiene un punto de ‘beef’, de provocación. Parece que eso no gusta en la sociedad en la que vivimos.
-El rock y el punk siempre han tenido en su ADN la capacidad de incordiar, de molestar a lo establecido y de repensar la sociedad. Es innato en todo lo que sea real y no estético; las músicas urbanas tienen eso. Ayax y Prok me parecen los mejores letristas del festival y me gusta la actitud de querer cambiar el mundo.
El año pasado Donostia Festibala programó a C. Tangana. ¿Qué piensa de su polémica en Bilbao?
-C. Tangana es un fenómeno que está pasando ahora en la música. Considerábamos que había gente a la que le gustaría y gente a quien le horrorizaría, pero teniendo un festival de música urbana, lo tenías que tener. Partiendo de esa base, ocurrió exactamente eso, todo el mundo lo vio en Donostia, no hubo ningún problema. Lo que ha ocurrido en Bilbao, te da que pensar. Quiero pensar que todo el mundo quiere acabar con las agresiones machistas y la violencia de género y que nadie tiene mala fe con estas cosas. La censura es peligrosa, porque podemos estar pidiendo las letras de todas las canciones como en épocas anteriores para autorizar los conciertos o no. Pero también es verdad que estamos en un momento crítico en el que hay que tener mucho cuidado con permitir lenguajes o actitudes que pueden incitar a la violencia machista.
¿Qué va a ocurrir a partir de ahora?
-Partiendo de todo esto, creo que los programadores vamos a entrar a analizar las letras un poco más antes de programar. Y los músicos, a la hora de escribirlas, también las van a analizar mejor. Lo que hay que cortar de pleno son declaraciones como las de Albert Boadella, en las que decía que “las manos del macho no están hechas para estar quietas”. Eso no se puede permitir, eso sí es una incitación. Son declaraciones muy peligrosas que están hechas en primera persona. Si Albert Boadella estuviese en el festival, lo hubiese sacado rápidamente.