el británico Jacob Collier salió ayer de su habitación en casa de sus padres, mundialmente conocida gracias a su canal de YouTube, y lo hizo para poder asistir al concierto que tenía programado en la plaza de la Trinidad de Donostia, espectáculo que inauguró la programación de este espacio dentro de la 53ª edición del Jazzaldia.
Collier, de 24 años, es uno de tantos que comenzó a grabarse mientras interpretaba versiones de terceros para subirlas a Internet. Al principio eran montajes más sencillos, para pasar, después, a grabarse en distintas tomas con instrumentos distintos -es capaz de tocar casi cualquiera- y a montarlos de manera superpuesta.
Fue uno de tantos que se inició en YouTube, pero no es uno de tantos, como demuestra el hecho de que fuese descubierto por Quincy Jones, productor que ha trabajado con nombres como Billie Holiday, Frank Sinatra, Ray Charles o Miles Davis, entre otros muchos. Fue así como Jones accedió a la obra de Collier, haciendo clic sobre un vídeo suyo. Tras hacerlo lo invitó a participar en el Montreux Jazz Festival.
un disco Eso fue en 2015 y tres años después ha llegado al de Donostia con un disco, bajo el título que no puede sino resumir la experiencia de su vida: In my room, que se traduciría como En mi habitación. Collier es la demostración de que el sector musical ha cambiado y que el éxito puede llegar desde fuera de la centralidad.
Para el concierto de ayer no solo abandonó su confortable habitación, sino que también dejó a un lado su papel de hombre orquesta solitario con el que ha estado girando los últimos meses. En vez de salir solo ante el peligro, lo hizo por primera vez acompañado del bajista Rob Mullarkey, el guitarra Pedro Martins y el batería Christian Euman.
Descalzo en el escenario, comenzó a jugar con los sintetizadores antes de sentarse al piano y arrancar a cantar Don’t you know. Luego volvió a los sintetizadores para saltar en seguida al contrabajo, a la pandereta, al piano y a los sintetizadores, de nuevo -todo en la misma canción-, como una manera de reivindicar que pese a contar con un grupo de apoyo no iba a dejar su faceta multinstrumentística a un lado -corrió de uno a otro durante todo el concierto-.
“Es mi primera vez en Donostia y es preciosa”, dijo, para luego agradecer la asistencia del público. Todo ello antes de presentar a su banda, a la que alabó pese a reconocer que era una situación de estreno. Se sentó y, guitarra española en mano, primero, y al piano, después, interpretó Hideaway, al igual que el primer tema, incluido en su único trabajo.
A caballo entre el contrabajo y el piano tocó la canción que da nombre, precisamente, a este álbum: In my room, una versión de los Beach Boys, publicada originalmente en Surfer girl, en 1963. “¿Sois fans los Beach Boys?”, preguntó al público de la Trini, para luego pedirles que palmeasen durante su siguiente tema, esta vez propio, Down the line.
El disco de Collier contiene varios arreglos que, por otra parte, son los que le han hecho hecho adquirir reconocimiento. No en vano, su versión de You and I, original de Stevie Wonder -a quien el británico admira profundamente-, fue merecedora de un Grammy. El otro lo obtuvo por una versión de la canción de apertura de los dibujos Los Picapiedra, también pilar de este álbum.
Tras Down the line vino Hajanga y ya no necesitó pedir que el público aplaudiese, lo hizo, motu proprio, embriagado por la capacidad y adaptabilidad del joven. Luego vino otra versión, Field of gold, de Sting, antes de anunciar que el concierto acabaría pronto, dejando paso al segundo grupo de la noche R+R=Now.
“Estoy emocionado. Habéis sido un publico maravilloso. Ha sido mi primera vez en Donostia, la primera vez con estos chicos y la primera vez con vosotros”, agradeció antes de pasar a tocar I feel fine, de The Beatles, unida a Deja vu, de Beyoncé, justo antes del encore en el que, tras el clásico “Beste bat!” del graderío, interpretó otra de los de Liverpool, una participativa versión de Eleonor Rigby.