donostia- En 2004 Ander Duque dirigió su primer cortometraje, Ay lof!, un trabajo que logró ser finalista en diferentes certámenes estatales. Desde entonces ha realizado numerosos cortos y documentales, hasta que en 2015 decidió enfrentarse a su primer largometraje, Zoe, que participó en la sección oficial del Festival de Málaga 2016 y que acaba de ganar el Festival Islantilla Cinefórum.

‘Zoe’ ganó hace unas semanas el Festival Islantilla Cinefórum. ¿Cómo se le ocurrió la historia?

-Llevo muchos años dirigiendo cine documental y quería afrontar un proyecto más largo que, al igual que en todos mis trabajos, combinara ficción y realidad sobre un tema social relevante. Deseaba aplicar la misma narrativa que empleo en mis documentales en un proyecto más ambicioso. Me faltaba la historia, y tras conocer a Rosalinda Galán -premiada también como mejor actriz en Islantilla-, comencé a pensar en una posible película. Ella fue pieza clave, ya que rodamos en su pueblo, Los Palacios y Vilafranca, cerca de Sevilla. Zoe es su sobrina en la vida real, y todos los personajes de la película son habitantes del pueblo interpretándose a ellos mismos. Fue toda una experiencia y siempre les agradeceré haber participado.

En una entrevista definió ‘Zoe’ como “una película privada”, ¿por qué motivo?

-Sí, casi fue un experimento. Un ejercicio de estilo. No tenía intención de darle un recorrido comercial. A nivel técnico solo éramos mi cámara y yo. También la he montado y he compuesto la banda sonora, a excepción de la canción principal en la que Rosalinda escribe la letra y canta. El resultado del filme me satisfacía, pero era algo muy personal; algo muy íntimo que me implicaba a mí y a Rosalinda, ya que en la película también aparece toda su familia. La mandé a algunos festivales para testear el resultado, y fue la selección oficial en el Festival de Málaga lo que la consolidó.

¿En qué medida ha ayudado su experiencia en documentales para este trabajo?

-Ha sido esencial. He dirigido 52 documentales hasta la fecha. Ayuda a saber por dónde te mueves, a estar grabando y estar pensando ya en el montaje. Tener la intuición de improvisar y dejar que las cosas ocurran, como en la vida real. La intuición es primordial en un rodaje de este estilo, sin actores profesionales, y eso solo te lo da la experiencia.

El sistema que ha usado ha sido explicar el argumento a los intérpretes y que entre ellos surgiera un diálogo natural, ¿ha tenido el resultado que esperaba?

-Sí, el resultado fue el esperado. Definía cada secuencia, planteaba una coreografía natural entre los personajes, detallaba el argumento y esperaba a que la “magia” surgiera. Rosalinda, al ser la única actriz profesional, llevaba el peso de cada secuencia, hacía que los personajes se relajaran, entraran en el juego y se olvidaran de la cámara.

¿Cómo fue rodar con Zoe, que por entonces tenía 5 años?

-Una maravilla. En cuanto la conocí supe que tenía que rodar algo con ella. Es una niña con magia, y la relación con Rosalinda es muy especial. Enseguida supo que estábamos rodando una película y que por unos días su tía sería su madre. Rápida y despierta, lo entendió todo. Hay momentos fascinantes de pura emoción.

A Rosalinda ya la conocía por haber hecho un casting para su banda de música pero, ¿por qué escogió a Zoe?

-Tiene la naturalidad de una niña de 5 años despierta y curiosa, inteligente y viva. Tiene aura y traspasa la pantalla. Me obligaba a estar rodando casi todo el tiempo, porque siempre se le ocurría algo ingenioso y había que estar preparado. Para ella el rodaje fue un juego, y así lo vivimos todos.

El rodaje duró tan solo siete días, ¿tenía claro que debía ser así o el tiempo se impuso por sí mismo?

-Tenía claras las secuencias y lo que tendría que rodar cada día. Fue tiempo suficiente.

En otra ocasión afirmó que su objetivo era que el espectador “acompañase” a las protagonistas. ¿El objetivo de la película es denunciar la difícil situación que viven hoy muchas personas en nuestro país?

-No quería hacer una película social de denuncia al uso. Se circunscribe a un momento y a un lugar. Quería mostrar esa realidad a través de los ojos de un niño, que son los más damnificados por la crisis. Creo que hay una generación marcada por la carestía, y eso es lo más grave; esperemos que no resulte un estigma.

Ha logrado rodar la película con un presupuesto muy bajo.

-Quería hacer una película sencilla y cercana. No se hubiera podido hacer Zoe con una estructura estándar de producción. El formato y el resultado están ligados a la manera en que la rodé. Hoy la tecnología te permite trabajar casi sin equipo con resultados profesionales, esa es la clave. Es mi manera de entender el cine: para mí es más importante capturar un instante único que todo lo demás. Por encima de la técnica está la emoción.

¿Le ha resultado difícil dejar de lado la política rodando una película con una temática como esta?

-No hay denuncia explícita. Me aburre la política, la manipulación partidista. Con mis trabajos lo que intento es que el espectador reflexione, que se cuestione todo. Muchos me preguntaban si lo que pasa en la película era real o no. El hecho de que se lo cuestionasen ya es un triunfo; así debería ser siempre. Un público reflexivo que se cuestione el concepto de “verdad”, y lo pueda aplicar a todo lo que le llegue desde los medios. Ahí radica la libertad.

También ha compuesto la banda sonora, ¿qué papel juega la música en este filme?

-He militado en varias bandas tanto en el País Vasco como en Barcelona. He publicado un disco titulado Animals con algunas de mis composiciones, y siempre tengo el estudio preparado para dedicarle unas horas al día. Para mí la música es la mejor manera de canalizar una sensación, de darle forma, de dibujarla a través de una melodía sencilla. Eso mismo lo llevo al cine: sencillez y emoción. Hasta ahora la fórmula me ha funcionado.

Montó su propia productora, ¿qué le llevó a embarcarse en ese proyecto?

-Es un proceso natural. Cuando ves que los proyectos van surgiendo y que quieres dedicarte profesionalmente al cine, es lo más correcto. No es arriesgado si tienes paciencia y cada paso está meditado. Yo me encargo de todas las fases del proceso: desde la producción hasta la dirección. Me gusta mantener mi independencia, peleo por ella cada día. Ese es el éxito para mí.

Después de ‘Zoe’, ¿que otros proyectos tiene?

-Estoy centrado en el cine documental. He acudido al Festival de Cine Alcances de Cádiz con un mediometraje que he rodado sobre el amor en la tercera edad. Acabo de terminar otro sobre indigencia titulado Espinas y demonios, que se emitirá en La 2 de TVE en octubre. Y voy a comenzar uno sobre refugiados en Madrid. No me planteo otro largo a corto plazo, pero quién sabe, si aparece la historia y me seduce?