bilbao- Fue responsable de comunicación del lehendakari Ardanza y, ahora, Bingen Zupiria ha vuelto al Gobierno Vasco casi dos décadas después para hacerse cargo del Departamento de Cultura tras haber pasado por la dirección de ETB y de Deia. “El lehendakari es una persona que me inspira confianza por su seriedad; cuando me llamó me hizo una reflexión de cómo quería formar el nuevo gobierno e hizo mucho énfasis en que quería que el área de la Cultura y Política Lingüística tuviera una personalidad diferenciada con respecto a Educación. Le dije inmediatamente que sí”, confiesa.
Acaba de ponerse al frente de un área que conlleva muchos retos, con muchos frentes abiertos...
-Sí, es verdad, pero tiene también el aliciente de que responde a cuestiones relacionadas con la forma que tiene la comunidad de ver la vida, de entender las relaciones entre sus miembros y con el exterior. Tiene una complejidad formal, pero creo que es un mundo lleno de retos y de oportunidades. Tanto el mundo del euskera y la política lingüística como el de la cultura vasca son dos ámbitos en los que existe una red muy amplia de agentes y de actores. Tienen una vida propia muy intensa, y muy importante en nuestra sociedad.
En época de dificultades económicas, la cultura suele quedar un poco relegada...
-En esto también debemos ser sinceros y claros. Tanto Urkullu, como los dos partidos que han firmado la formación de gobierno, han establecido cuáles son las prioridades de este país, que responden a las preocupaciones de los ciudadanos. Y las primeras son la creación de empleo y activación de la economía. Junto a esto, hay también tres elementos de esta sociedad que las instituciones van a cuidar con mucho mimo por la importancia que tienen: el ámbito de la educación, la salud y el de la solidaridad e integración social. Dentro de esos elementos que puedan ayudar a que la vida de los ciudadanos sea más agradable, que sirva de palanca de convivencia, generación de talento y riqueza y fomento del pensamiento crítico es donde entra el mundo de la cultura. No queda apartada ni en segundo lugar.
Ha optado por un equipo con profesionales que continúan, como el viceconsejero de cultura, Joxean Muñoz, entre otros, pero también con muchas caras nuevas en el gobierno.
-Para la formación de mi equipo he buscado, sobre todo, la incorporación de profesionales que no estaban trabajando en la Administración, y que han desarrollado una parte importante de su trabajo en el ámbito privado. He buscado también un equilibrio de hombres y mujeres y que incluya las diferentes sensibilidades territoriales de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba. Pero también he querido apoyarme en gente que tiene una experiencia larga en la Administración.
¿Cuáles serán las líneas maestras de su departamento para los próximos cuatro años?
-Vienen establecidas en gran medida desde la legislatura pasada. Por lo tanto, los grandes ejes están trazados y establecidos, y en ese sentido, el acuerdo que han firmado el PNV y el PSE para la formación de gobierno ha establecido también unas líneas de trabajo. Hay una filosofía que debe impregnar toda la acción del gobierno, y en la que Urkullu nos está insistiendo mucho a todos los consejeros, que es lograr una visión compartida de país. Hay muchos agentes que participan en la creación y en la difusión de la cultura... Tenemos que sentarnos todos para establecer esa relación entre instituciones y agentes privados, definir cuáles son las prioridades y establecer una dinámica de trabajo para seguir avanzando en la construcción de la cultura.
¿Se atreve a hacer un diagnóstico de la situación de la cultura vasca?
-Tenemos una oferta cultural muy rica, especialmente en las tres capitales. Los artistas y creadores son reconocidos en nuestro país y tienen una proyección internacional, especialmente en el ámbito de la literatura y del arte. Una de las prioridades de las políticas culturales de este país es crear las condiciones para que la creatividad sea más fructífera. Debemos prestar mucha atención a esos creadores, acompañarles, y ayudarles en una proyección internacional.
Uno de los principales proyectos tractores culturales internacionales es el Guggenheim.
-El museo tiene que pensar cómo sacar el mejor rendimiento del acuerdo que ha firmado para los próximos 20 años con la Fundación Guggenheim de Nueva York. A veces tengo la impresión de que el museo ha tenido que justificar su existencia, fue un proyecto que generó muchísimo debate en el momento de su creación, y es evidente que ha habido sectores del país que han sido críticos con el proyecto e incluso incrédulos con sus virtudes. Y en ese sentido hemos comprobado que existía un esfuerzo ingente por parte del museo y las instituciones por destacar las bondades económicas, fiscales y turísticas para el país. Y hemos insistido poco en las ventajas culturales que tiene como museo y como institución cultural. La existencia del Guggenheim nos ha permitido proyectar al mundo la imagen de un país abierto, tolerante y normalizado, y preocupado por el mundo de la cultura.
¿Se encuentra el proyecto del Guggenheim Urdaibai sobre la mesa durante esta legislatura?
-En el programa del gobierno no está planteado. Ahora, sí hay una referencia concreta a que estas instituciones, que son tractoras y que tienen una proyección universal, tienen que reflexionar sobre su futuro y plantear las decisiones que haya que tomar.
Otro de los retos que tendrá que abordar será cómo afrontar la cultura digital...
-Es un reto complicado porque se está produciendo un contexto de cambio cultural muy importante. Mucha gente está desertando en el consumo de libros, de periódicos, de productos audiovisuales... Está encontrando fórmulas de entretenimiento en soportes digitales, que está afectando al consumo de bienes culturales. Hay creadores que nos están demandando una reflexión y un acompañamiento en este reto.
Acabamos de cerrar el año de la Capitalidad Cultural europea. ¿Qué balance hace como consejero de Cultura?
-Durante estos meses se va a realizar una evaluación desde un punto de vista cuantitativo y económico y también cualitativo de lo que ha aportado a la ciudad y al país. En ese sentido, va a ser importante conocer la opinión de los ciudadanos, que me parece que es un dato relevante para realizar un balance. Tenemos también que decidir qué asumimos como legado. Todos coincidimos en que hay una serie de iniciativas que tienen entidad suficiente para que pasen a gestionarse por las instituciones que ya existen en el país. Muchas de las cosas que se han hecho van a tener una permanencia y una pervivencia. Yo he vivido Donostia 2016 como ciudadano, pero creo que ha tenido una gran virtud, que ha sido presentar a una sociedad que está reconstruyendo su convivencia.
Entre los compromisos del acuerdo de gobierno, se recoge una reforma integral de EITB. ¿Cómo se va a llevar a cabo?
-Hay una amplia mayoría de la representación política de este país que coincide en que es necesaria una reflexión sobre el futuro de EITB. Fue el primer ente de radio televisión público autonómico que se creó en el Estado y no ha tenido muchas revisiones. Hemos visto a nuestro alrededor que casi todos los entes, incluida RTVE, han tenido algunos cambios. Los partidos están expresando también que esa reflexión tiene que ver con sus contenidos, con la forma en la que se identifica el servicio público, con fórmulas para hacer más eficiente la gestión de EITB, con los órganos de control. El PNV y el PSE han adoptado el compromiso de afrontar esa reflexión esta legislatura.
-Leo tres a la vez: ‘Patria’, de Aramburu; ‘Elkarrekin esnatzeko ordua’, de Uribe, y una selección de escritos de Barandiaran. Me están ofreciendo una visión panorámica muy interesante de lo que ha sido la convivencia o la falta de ella en este país desde los primeros años del siglo XX, marcados por la experiencia que expresa Barandiaran en su diario; los años de la postguerra, que expresa Uribe en su última novela; y la ruptura de la convivencia democrática que hemos vivido en este país, expresada por Aramburu.
¿Lee en papel o en tablet?
-En papel.
¿Música?
-Suelo asistir a conciertos: el último el de la OSE y el del Euskal Herriko Gazte Orkestra. Soy muy aficionado a la música. En Nochevieja toqué la dulzaina y la txirula con la fanfarria de mi barrio.
¿Exposiciones?
-La de Bacon en el Guggenheim. Y la de Lazkano en el Kursaal, en el marco de Donostia 2016.