Pintor de sueños y de pesadillas, de cielos e infiernos, paisajista extraordinario... El maestro holandés Jheronimus Bosch (El Bosco) o Jheronimus van Aken (su verdadero nombre) vivió en dos mundos: uno, en el de la realidad de su época; el otro, en el universo de su fantasía, cuyas representaciones pictóricas siguen siendo hasta hoy tan fascinantes como enigmáticas.
El Museo del Prado ha empleado 20 años para preparar una gran exposición sobre El Bosco, coincidiendo con el quinto centenario de su muerte, que se ha convertido en una de las citas más importantes del panorama cultural internacional, una ocasión irrepetible para el disfrute y estudio de uno de los artistas más interesantes del Renacimiento. El director del Prado, Miguel Zugaza, explicó en la presentación que nunca hasta ahora se habían reunido tal número de obras originales de este artista, lo que será una oportunidad para los investigadores de estudiar en su conjunto sus cuadros para “poder tratar de comprender mejor a un artista que todavía sigue siendo un enigma”.
Dividida en seis secciones, la exposición, que está patrocinada por la Fundación BBVA, se ha planteado de manera temática ya que El Bosco no fechaba sus obras y no habría sido posible establecer un orden cronológico. La comisaria ha sido Pilar Silva, Jefa del Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte (1400-1600) y Pintura Española (1100-1500) del museo. “Una exposición de estas características solo se puede hacer en el Prado, porque tiene las principales obras del artista. Es como reunir La rendición de Breda, Las hilanderas y Las meninas en una muestra de Velázquez”, explica Silva.
NOTICIAS DE GIPUZKOA ha pedido a la comisaria que seleccione cinco de las 53 obras - nunca antes reunidas- , que integran la exposición más importante sobre el visionario genio holandés. Un recorrido imprescindible por la mejor y mayor exposición del artista, que pasó de la Edad Media al Renacimiento.
universo propio Una de las genialidades de El Bosco fue su capacidad de invención, en la técnica, que renovó totalmente, y en la iconografía, en una búsqueda constante de la originalidad. El resultado: un universo propio adelantado a su tiempo, en el que también pesaba la tradición. En esta atmósfera, abundan inquietantes imágenes fantasmagóricas y seres deformes que permiten identificar su estilo con solo atisbar un fragmento de sus creaciones. “Representaba una moral por inversión. En El jardín de las delicias los hombres se dejan llevar por el goce de los sentidos y por el deseo de adquisición de los bienes terrenales. Lo que había que hacer como moral no era hacer el bien si no evitar el mal y no dejarse llevar por los pecados capitales”, explica Pilar Silva.
En la selección realizada por la comisaria de este recorrido por cinco obras imprescindibles del artista se incluyen tres trípticos que pertenecen al Prado: La adoración de los magos, que se acaba de restaurar y se acaba de presentar; El jardín de las delicias, un icono del arte; y El carro del heno. “Pero habría que incluir también el Tríptico de las tentaciones de San Antonio Abad, del Museo de Lisboa, y yo elegiría también un dibujo, como El hombre árbol, que viene de la Albertina o El nido del búho, de Rotterdam”.
Aunque a la comisaria le cuesta mucho renunciar a las demás obras de la exposición: “Realmente, en el Prado se presentan todas las pinturas originales de El Bosco, a excepción de tres que no han podido viajar a Madrid”, apunta. El Museo de Madrid ha logrado reunir más del 75% de la producción conservada del maestro holandés, entre pinturas y dibujos, a los que se suman grabados, relieves, miniaturas y otras pinturas de autores que ayudan a comprender la época en la que fueron concebidas.
El Jardín de las Delicias, posiblemente el tríptico más conocido de El Bosco, se presenta ahora en todo su esplendor, porque además ahora también se puede apreciar su parte posterior. De el decía Rafael Alberti, “que no hay ningún tríptico como este en toda la cultura universal que favorezca toda clase de interpretaciones y que alimente tanto la poesía”.
El Bosco recreó en él el paraíso (en la tabla izquierda), un jardín de las delicias terrenales y pecaminosas (tabla central) y el infierno (tabla derecha). Si se cierra el tríptico, se puede ver una imagen de la Tierra pintada a la grisalla. La obra fascinó a Felipe II, que murió frente ella, en septiembre de 1598, esperando encontrar el camino para que su alma ingresara en el más allá.
La Adoración de los Magos ha estado más de año y medio en el taller de restauración del Prado donde se ha constatado su carácter excepcional. Pertenece a la etapa final del pintor flamenco y está considerada por muchos su obra maestra. Una vez cerrado, el público puede contemplar también La misa de San Gregorio .
Otra de las obras maestras de la exposición es El carro de heno, un espectacular óleo, considerado una obra clave del siglo XVI, que recrea un proverbio flamenco: el mundo es como un carro de heno y cada uno coge lo que puede. El cuadro, repleto de animales humanoides, fue interpretado por el teólogo, historiador y poeta fray José de Sigüenza a finales del siglo XVI como una agrupación simbólica de los vicios. Por primera vez en una pintura, y de manera totalmente original, El Bosco dispuso en el centro del tríptico, entre el paraíso y el infierno, un carro de heno para mostrar cómo el hombre de cualquier clase social, en su afán por dejarse llevar por el goce de los sentidos y el deseo de adquirir bienes materiales, se deja engañar por los demonios que lo conducen al infierno.
Fue adquirido en 1570 también por el rey Felipe II, gran admirador de las pesadillas desoladoras de la obra del pintor. En 1574 fue trasladado al Escorial, donde se hizo una copia y el original fue llevado a Madrid. Es una de las grandes joyas del Museo del Prado.
Préstamos El Tríptico de San Antonio Abad llega del Museo de Arte Antiga de Lisboa gracias a un permiso especial del Gobierno portugués. De este tríptico se hicieron más de 30 copias en el Renacimiento; ya en vida se le atribuyeron más escenas infernales de las que era imposible que hubiera podido abordar. “Lo que más se copiaba eran sus temas de diablos, pero El Bosco es más que los demonios. No solo hay un Bosco. Hay muchos, como podrá comprobar el público que acuda a ver esta exposición. Saldrá sabiendo quién era realmente El Bosco”, opina Pilar Silva. La exposición se puede ver en el Museo del Prado de Madrid hasta el próximo 11 de septiembre.
Exposición. El Bosco. La exposición del V centenario es un acontecimiento único para sumergirse en el imaginario de uno de los pintores más fascinantes del arte universal. Además del importante grupo de pinturas que se conservan en el Prado, la muestra cuenta con préstamos excepcionales como Camino del Calvario de Patrimonio Nacional; el dibujo de Hombre-árbol, de la Albertina; San Juan Bautista, de la Fundación Lázaro Galdiano; La coronación de espinas, de la National Gallery de Londres; o el gran tríptico de las Tentaciones de San Antonio Abad, del Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa. Obras a las que se han unido otras procedentes de importantes instituciones de Berlín, Venecia, Rotterdam, París, Nueva York, Filadelfia o Washington.
Hasta el 11 de septiembre. La muestra promete convertirse en una de las más visitadas del verano.