Juan Gorriti, el abrazo de Aralar y el mar
El artista navarro traslada la naturaleza y su entorno, el valle de Araiz, al Palacio de Miramar de Donostia, donde inaugurará una exposición el 1 de julio en la que pretende mostrar obras en las que los grandes artistas son el tiempo y la necesidad.
A sus 74 años, mantiene la vitalidad y las ganas de trabajar de un niño. Su energía incansable y el deseo por continuar con su labor de escultor le mantienen igual que activo -o más- que hace veinte años, y no se achanta ante grandes proyectos u obras complejas. Es más, podría decirse que incluso las busca. El gran artista Juan Gorriti (Oderitz, Larraun, 1942) continúa absorbido por la naturaleza y su entorno, sus eternas fuentes de inspiración y dos aspectos claves en toda su obra, que también se podrán observar en la muestra Aralar Itsasmira/Aralar Miralmar, que inaugurará el próximo 1 de julio en el Palacio de Miramar. El escultor navarro pretende llenar sus salones interiores de obras muy diversas, pero no se olvida del exterior, de los jardines, donde una gran instalación, además de otras piezas, llamarán la atención de cualquier espectador, puede que por su color, su vitalidad o la paz que transmiten, que sin duda invitarán a los visitantes a explorar más.
La naturaleza y su entorno, el valle de Araiz, están presentes a lo largo de todo su trabajo. Definen sus esculturas, tratadas con colores muy vivos, donde el azul del mar o del cielo es una constante, y donde el paso del tiempo se convierte en un aspecto fundamental. Gorriti se define a sí mismo como un árbol herido. Un árbol porque forma parte de la naturaleza: sus brazos son las ramas y sus manos las herramientas que le permiten transmitir. Y herido porque desde que era pequeño sufre una enfermedad que le ha obligado a pasar por varias operaciones, pero que a la vez le ha enseñado a luchar por seguir adelante y mirar el lado bueno de todo. Para él, su arte no se puede explicar con palabras y todo lo que diga de él no expresa lo que realmente siente, por lo que es muy necesario verlo para entenderlo. Su mente es un pozo lleno de ideas y cada uno de los rincones de su taller y de su casa así lo demuestran. Esta esencia, o una pequeña parte de ella, es la que trasladará al Palacio de Miramar el próximo viernes.
Nueve langas, una gran vaca azul y herramientas “de la necesidad”
Empezando por el exterior, los jardines del Palacio presentarán una gran instalación compuesta por 9 langas, unas varillas que formarán una cúpula y cerca de 500 libros. “Es una escultura de la necesidad”, cuenta el artista navarro, quien ha pintado toda la parte de arriba de las langas de un azul que hace un guiño al mar y el resto de los tonos vivos que tanto le caracterizan. “Hay que poner color porque quiero mostrar la alegría de esta Navarra caribeña en la que vivimos”, dice Gorriti, afincado en Arribe-Atallu desde hace más de 40 años, y añade: “La realidad en la que vivimos ya es muy dura como para encima tener que pintarla”. Los cerca de 500 libros que la editorial Txalaparta ha cedido al artista colgarán de esta cúpula, con los que pretende hacer una metáfora de la libertad. “Yo soy un libro libre y un libre libro”, afirma. Dentro de la instalación se podrán ver otros elementos en gran tamaño, como un lápiz de carpintero, lo que el artista considera que son “herramientas de necesidad”, con las que siempre jugó de niño.
Una vaca de hierro pintada de azul sobre dos grandes troncos de madera es otra de las piezas que permanecerán en los citados jardines del palacio donostiarra. Según Gorriti, la vaca, “un animal que tanto ha sufrido”, representa todo aquello con lo que el artista ha crecido, mientras que los troncos son un reflejo “del valle de Araiz”. No sabe por qué tiene tanta fijación por el azul, como muestran esta y otras tantas piezas, aunque considera que es un color “maravilloso”. “De pequeño, caminaba todos los días y en uno de ellos recuerdo que el cielo estaba muy azul, un azul maravilloso, que desde entonces se ha quedado en mí y me produce un sentimiento que no puedo describir con palabras, que solo me sale en mis trabajos”, dice.
Mural de 21 metros, homenaje a Mikel Laboa y otras piezas
El artista es de la opinión de que “la mejor medicina es bailar, besar y el cariño” y considera que “uno siembra lo que recoge”, por lo que en toda la exposición el color será el factor fundamental “que mostrará la alegría” que él tiene y que pretende “provocar en los demás”. El paso de los años han hecho de él un artista único y de su obra inconfundible. Sus herramientas y las ropas que ha utilizado durante su carrera como creador también han sido importantes para él. Esta historia de un trabajo de más de 40 años es lo que se podrá apreciar en un gran mural, de 21 metros de largo, que se situará dentro del Palacio de Miramar. Sobresaldrán del marco pantalones, zapatos, jerseys o materiales que el artista ha utilizado y conservado durante todos estos años. “He querido plasmar la música, las parrandas que hemos hecho y todos los momentos que se han vivido en este taller, por donde ha pasado muchísima gente, a través de estos más de 40 años”, señala Gorriti, que, entre pieza y pieza, comenta que él está afiliado al partido EST (Empezar, Seguir y Trabajar), y a ninguno más.
Otra de las experiencias que le ha dado la vida, y de la cual se siente muy orgulloso, es la amistad tan profunda que forjó con el cantautor Mikel Laboa, a quien acogía en su casa siempre que este quisiera y de quien solo tiene buenas palabras. Por ello, no podía faltar en esta exposición un espacio dedicado a Laboa quien, según su amigo, “se olvidó de respirar”, unas palabras que expresa con dolor. En el interior del Palacio de Miramar, llamará la atención una enorme escultura que colgará de unos soportes y que convierte la figura de una guitarra, tallada en madera, en la de un barco. Estos dos elementos se unen y conforman un espléndido homenaje a Mikel Laboa y su música. “Tenía que sacar todas estas lágrimas que tengo con cariño, y qué mejor forma de hacerlo que con este barco, que representa un abrazo”, cuenta el artista. Esta escultura, cuidada hasta el mínimo detalle, tiene una longitud de seis metros, y en ella se advierten diferentes elementos, entre los que el azul, una vez más, vuelve a estar presente. Si uno centra la mirada, se dará cuenta de que lo que cubre la guitarra es una manta pintada, la cual, dice Gorriti, cubría la cama en la que descansaba Mikel siempre que acudía a hacerle una visita. “Mi mujer, al principio, me echó la bronca por coger esta manta, que era un recuerdo para nosotros, y puede que tuviera razón, pero para mí no hacía nada guardada en un armario; necesitaba utilizarla para hacer con ella lo que mejor sé”, añade. No será la única pieza que recuerde al músico, ya que en el mismo espacio colgarán de las paredes 16 guitarras que incorporan diferentes elementos, todos ellos “de necesidad”.
Las diferentes salas se llenarán de otras piezas muy diversas que, siguiendo con la energía que transmite Gorriti, llenarán de luz y color el Palacio de Miramar. Lo que pretende el artista con esta recopilación de trabajos tan diversos es reflejar que en este mundo se puede vivir de una manera feliz. También mostrará un trabajo que va más allá que el arte en sí, con una serie de cuadros que realizó para niños y niñas, en los que el color y las divertidas formas son los aspectos fundamentales. “En el fondo, yo sigo siendo un niño, solo que no me reconozco cuando me miro al espejo”, indica. Por otro lado, llevará a estas salas “las olas de Aralar que van al mar”, unas láminas pintadas de azul que, colgadas de un hilo, se mecen suavemente al son del viento. “Todo el mundo sueña dormido, pero también hay que soñar despierto”, dice el artista, que con estas piezas pretende, precisamente, transmitir esa sensación de paz y tranquilidad que uno experimenta cuando está dormido.
Además, un soporte de 6x6 metros sujetará todo tipo de objetos que el artista ha ido recopilando con el paso de los años, lo cual ha creado piezas únicas que Gorriti admira. “Esta pala -dice, mientras señala una de las herramientas que cuelgan del soporte- tiene una textura única, que no he hecho yo, sino que ha creado el tiempo, el verdadero artista, yo únicamente he dado el último toque”. También cuelgan de la estructura libros, quesos por los que el tiempo ha pasado factura u otros objetos con los que el artista ha “crecido y aprendido”.
Juan Gorriti, un artista que parte del trabajo de otros a los que admira
Para Gorriti, sus piezas de arte no son ninguna invención novedosa ni ha creado nada sobre lo que no se haya reflexionado antes, puesto que, según afirma con convicción, su trabajo es “la continuación del trabajo que han hecho otros”, y comenta que es un gran admirador de personas como Groucho Marx, Albert Einstein o Santiago Ramón y Cajal. Considera que el tiempo es una herramienta fundamental y el gran artista. Fruto de ello, en la exposición se podrán contemplar unos troncos de madera bien trabajados, en los que se aprecian lo que Gorriti denomina como “encuentros”, es decir, los huecos en los que se entrelazan diferentes maderas utilizadas en algún tipo de construcción. “Mirar este tronco es una maravilla, porque esto es necesario”, dice, mientras toca el “encuentro” de uno de los troncos.
Prefiere no contar mucho más, porque cuenta que él habla y se emociona, pero no expresa “nada”. Dice que “hay veces que, si no hay nada que decir, es mejor no decir nada”, por lo que espera que lo que no haya podido expresar con palabras lo haga con su arte.
El protagonista. Juan Gorriti (1942, Oderitz) trabaja en el taller que tiene junto a su casa en Arribe-Atallu. La naturaleza del valle de Araiz que le rodea es una fuente de inspiración para todas sus obras.
La exposición. Aralar Itsasmir/Aralar Miralmar se inaugurará el próximo viernes, 1 de julio, en el Palacio de Miramar. El artista llenará de piezas de todos los tamaños y formas las salas interiores aunque también el jardín exterior.