el Dr. Benigno Oreja Elósegui (1880-1962) fue el primer urólogo español, con resonancia internacional, en aquella Donostia de entreguerras.

Nacido en Ibarrangelua (Bizkaia), de padre y abuelo médicos, los Oreja procedían de las localidades navarras de Atayo y Arriba, y la madre de Villafranca de Ordizia, de la casa Eloseguienea. Sus padres, Basilio Oreja Echaniz y Cecilia Elósegui Ayala, tuvieron cuatro hijos, el mayor, Benigno, nuestro biografiado; Carmen, Ricardo, que fue subsecretario de Justicia; y Marcelino, el menor, ingeniero de caminos, tradicionalista, político y Diputado en Cortes, famoso por sus polémicas con Indalecio Prieto. Fue asesinado en Arrasate el 5 de octubre de 1934, y en estos días se ha cumplido el 80 aniversario de su muerte. Su esposa, Pureza Aguirre, esperaba un hijo, Marcelino, que nació en 1935. Tengo delante una fotografía del bautizo de Marcelino Oreja Aguirre en Madrid. El niño está en brazos del Conde de Rodezno y su esposa, que representaban a los padrinos don Alfonso Carlos de Borbón y María de las Nieves Braganza. En lugar preferente creo adivinar al Dr. Benigno Oreja, grande, corpulento, representando a la familia de su hermano muerto.

Benigno fue enviado a estudiar su bachillerato a Donostia, en la Academia Luzuriaga y en el instituto. Cursó Medicina en Valladolid, tuvo como maestros a Sierra y León Corral, concluyendo en 1902 con premio extraordinario. Al año siguiente defendió su tesis doctoral, Prostáticos sin próstata, en el viejo San Carlos, ante un tribunal presidido por el Dr. San Martín. Su padre lo envió a París para especializarse en Obstetricia y Ginecología, pero al encontrarse allí con los profesores Guyón y Albarrán, se decidió por la naciente Urología moderna. Oreja fue pionero en España en emplear el cistoscopio, ideado por Max Nitze y difundido por Guyón, casi al mismo tiempo que Thompson en Inglaterra y Hamton Young en EEUU. Ese aparato permitía una exploración de la vejiga urinaria. Oreja puso en marcha esa técnica exploratoria, endoscopia vesical, en San Sebastián, en la clínica San Ignacio, inaugurada en 1906, con la presencia de Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Los planos fueron obra del arquitecto Echave, autor de la catedral del Buen Pastor. La clínica San Ignacio fue la segunda de España. Poco antes se fundó la del Dr. Madrazo en Santander, clínica operatoria con figuras tan notables como Gaiztarro, Urrutia, Castañeda, Antín y Vidaur. La primera nefrectomía que se realizó en Villa San Ignacio la efectuó Albarrán, que vino desde París a operar a Astorqui, de Bilbao, y que veraneaba en Zumaia. Albarrán fue asiduo colaborador de la clínica. El renombre de Oreja fue notable. Asiduo conferenciante en los Congresos (Madrid, 1920, presidido por Cajal; Hispano-portugués, 1928 y Viena,1936), propuso nuevas técnicas quirúrgicas para la patología prostática, y aplicó por vez primera en España la urología intravenosa con contraste yodado ideado por Von Lithenberg. Atendió, con éxito, en su clínica donostiarra al coronel Witerfeld, en 1914, trasladado desde Toulouse con un destrozo en la vejiga. Por aquella intervención se le concedió la Gran Cruz del Kaiser. “Las próstatas más ilustres” de aquellos años fueron tratadas por Oreja: Benjumea, Arrese, monseñores Herrera Oria, Gomá, Múgica, Zaragüeta, entre otros, así como Pío Baroja.

En 1929 la ciudad le tributó un homenaje popular, en 1945 recibió la Medalla Militar de tercera clase y en 1955 se le concedió la Medalla de Oro del Trabajo.

El Dr. Oreja fue personalidad médica y civil de enorme importancia antes y después de la Guerra Civil de 1936. Presidió el Colegio Médico de Gipuzkoa en dos ocasiones: 1920-1924 y 1940 a 1946. Se desprendió de las Actas de Consejo General de Colegios Médicos de España en los que figuró como consejero, por lo menos, entre 1937 a 1943, en la presidencias de E. Suñer y Gómez Ulla. Tuvo una gran influencia. Vuelvo a una fotografía de los años cuarenta, en la que Oreja está en casa del pintor Zuloaga, en Zumaia, junto a Franco y los empresarios Patricio Echeverría y Victorio Luzuriaga.

Fue un carlista íntegro, como el conde de Rodezno y Vázquez de Mella. Asiduo a concentraciones carlistas en julio de 1908 en Zumárraga. En 1936 se le nombró delegado de Sanidad por la Junta Carlista y luego delegado nacional. Recluido en su clínica, al principio, hasta que que vio pasar con júbilo a los requetés de Artajona, Mendigorria y Larraga. Fundó en Donostia, durante la guerra, el Sanatorio de Nuestra Señora de los Dolores, en Ayete y la Policlínica del Requeté, con 60 camas, médicos y enfermeras, a sus expensas, allí operó al príncipe Gaetano de Borbón Parma. Desde Francia, Francisco Javier de Borbón le envió medicamentos para sus hospitales de guerra y frascos de yodo que ya no utilizaba el ejército francés. Desde Viena, Mª Nieves de Braganza Borbón le recomendó a algunas enfermeras de campaña para el Tercio Oriamendi.

El Dr. Oreja vivió en Donostia en la Avenida de la libertad 40, tras casarse con Inés Egoscozabal y Brunet, en septiembre de 1909, con que la que tuvo siete hijos. Sus domingos los pasaba en Ordizia, en la casa familiar. Su amistad con López Sanz, director del Pensamiento Navarro, le permitía soñar con proyectos carlistas que nunca se concretaban.

Para nuestro pasado médico queda el recuerdo, y la pequeña gloria que las dos especialidades médicas que evolucionan a la cirugía se hicieron antes que en ninguna parte de España, aquí, en Donostia; la Urología, de la mano de Oreja, y la Gastropatología Quirúrgica de Luis Urrutia y, ambas, en la clínica de San Ignacio.

Hace ahora 52 años que murió Benigno Oreja y desde las páginas de los periódicos elogiaron su figura. El 1 de junio se le dedicó un amplio reportaje y el Dr. Aurteneche Goiriena estudió su obra y su vida en una tesis doctoral, defendida en Salamanca, con el profesor Granjel en 1984.