Ayer ofrecieron un divertido aperitivo en el Boulevard, donde versionaron el Lamento de Monteverdi convirtiéndolo en una oda al jamón y ofrecieron versiones de AC/DC (Highway to Hell) o Iron Maiden (The Trooper), usando la voz y los instrumentos barrocos al más puro estilo metalero. Curiosamente, los tres proceden del mundo clásico. Sin ir más lejos, el tenor José Manuel Zapata estuvo hace dos años en la Quincena Musical cantando El barbero de Sevilla, y también ha actuado en auditorios como el Metropolitan Opera House de Nueva York, el Teatro Real de Madrid o el Liceu de Barcelona. Con su amigo Juan Francisco Padilla (laúd y guitarra) tiene en común el gusto por despojar de clichés la música, así que no tardaron en unirse en esta “loca aventura”. “Él piensa que Las cuatro estaciones de Vivaldi es puro rock, que tienen el mismo punch y fuerza, y se le ocurrió que el barroco podía haber sido el precursor del rock and roll moderno”, explica Zapata.
Se les unió Rubén Rubio (viola de gamba y guitarra) y en septiembre del pasado año estrenaron este espectáculo que fusiona música y teatro bajo la dirección de Joan Antón Reichi, quien hace meses recordaba: “Toda la música en algún momento ha sido contemporánea, así que los barrocos eran los rockeros de su tiempo”.
Barrockeros, por tanto, es una hilarante “montaña rusa musical” que une dos épocas separadas por 300 años y en la que se puede escuchar letras humorísticas que el trío ha escrito sobre música de compositores barrocos, así como versiones de bandas actuales como Radiohead (Motion Picture Soundtrack) o The Cure (Lullaby). “No hay música clásica o moderna, sino música buena o mala. El repertorio es muy popular y va a encantar al público”, dice Zapata.
Porque el espectador, dice el tenor, “es uno más en este espectáculo”. “Nos encanta pasar la cuarta pared”, asegura el cantante, a quien no le intimida el supuesto retraimiento de la audiencia donostiarra: “No hay ningún problema, vamos a hacerles bailar. ¡Esta música se contagia!”.