Madrid - Antonio Morales Junior, fallecido ayer a los 70 años, contribuyó decisivamente a la oxigenación de la música española en los años 60 como miembro de Los Brincos y después del dúo Juan y Junior, aunque su posterior matrimonio con Rocío Dúrcal y su más reciente implicación en la prensa rosa opacaran sus logros.
Así lo afirman numerosos cronistas musicales, que califican de "brillantísimos y extraordinarios" sus años de intensa actividad musical, que se prolongó apenas una década, desde su integración en 1959 dentro de Los Pekenikes hasta su matrimonio en 1970 con "la reina de las rancheras".
De aquel período inicial, el periodista José María Íñigo destacó ayer su capacidad para "imprimir frescura al pop español, convirtiendo a los Brincos prácticamente en los Beatles españoles". "Era el modelo al que aspiraban y en cierta forma lo lograron", coincide su colega Diego Manrique, quien recuerda también la malísima relación que existía entre Fernando Arbex, por un lado, y Juan Pardo y Junior, por otro, lo que llevó a que estos dos últimos formaran su propio dúo tras dos años y dos discos con la banda, Los Brincos (1965) y Brincos II (1966).
De aceptar el símil con los Fab Four, habría que decir que Junior "tenía la voz dulce de McCartney, pero no su talento compositivo". "Era guapo, pero no era un gran creador", opina Manrique. "Junior era más una voz. Era un buen acompañante como complemento de Juan", afirma Jesús Ordovás, autor de obras como Historia de la música pop española, que compara al dúo con Simon & Garfunkel.
Íñigo, que también destaca su faceta como cantante, recuerda con agrado "cualquier canción de su etapa en Los Brincos y de Juan y Junior". "Imposible olvidarse de Anduriña, una obra maestra", afirma el periodista al darle a escoger entre temas emblemáticos de los sesenta como Sola, Mejor o Un sorbito de champán. - Efe