Nueva York. La vida de Woody Allen ha vuelto a verse sacudida por la polémica tras las nuevas acusaciones de abuso sexual vertidas por su hija adoptiva, Dylan Farrow, y, mientras el realizador vuelve a negarlo todo, se reabre el debate sobre la relación entre genio y moral que afectó a Polanski o Elia Kazan. "¿Cuál es tu película de Woody Allen favorita?", preguntaba Dylan Farrow en su carta abierta al New York Times, después de relatar cómo Allen abusó de ella a los siete años poniendo el dedo no en la llaga judicial, pues el supuesto crimen ha prescrito, sino en una comunidad artística que nunca ha mostrado ni media repulsa ante las intimidades de Allen en pos de su genialidad como cineasta.
"¿Qué pasaría si hubiera sido tu hija, Cate Blanchett?", continuaba preguntando en el texto a la última musa de Allen en Blue Jasmine. Woody Allen no ha tardado en reaccionar tildando estas acusaciones de "falsas y vergonzosas" a través de su representante y recordó que ya en 1992 no se encontraron pruebas contra él y el asunto no fue más allá. Días antes, Ronan Farrow, el hijo de Allen y Farrow (aunque en los últimos meses se rumoreó que era de Frank Sinatra) y ahora a punto de comenzar un programa de televisión como presentador, ya había sacado el tema a colación, cuando se otorgó al director el premio Cecil B. DeMille en la gala de los Globos de Oro, con el auditorio en pie y ovación cerrada.
"Me perdí el tributo a Woody Allen. ¿Pusieron la parte en la que una mujer públicamente confirmó que había abusado de ella a los siete años, antes o después de Annie Hall?", publicó en su cuenta de Twitter Farrow, criticando la doble moral implícita en la pleitesía que rendía toda la industria a su expadre adoptivo. Woody Allen no ha tenido, como otro polémico genio del cine con sangre judía, Roman Polanski, causas pendientes con la justicia ni se ha tenido que exiliar para evitarlas como el director de Chinatown, que se reconoció culpable de violar a una menor en 1977.
prestigio Polanski no vio afectado su prestigio, pero vivió en arresto domiciliario en su casa de Suiza sin poder entrar en Estados Unidos, ni siquiera para recoger el Oscar por The Pianist, película premiada con la Palma de Oro en Cannes, festival en el que, en cambio, declararon persona non grata a Lars von Trier por declarar que sentía "compasión por Hitler" en tono de humor. A Allen tampoco le afectó el castigo moral de una comunidad tradicionalmente tan conservadora como Hollywood, ni con este caso ni cuando abandonó a Mia Farrow para irse a vivir con su hija adoptada, Soon-Yi Previn, con quien Allen se acabaría casando en 1997 y con la que ha tenido dos hijos.
50 años antes Hollywood condenó el ostracismo de Ingrid Bergman tras dejar a su marido para hacer cine en Italia al calor de Roberto Rossellini, aunque acabó perdonándola cuando volvió al redil. Pero no mucho tiempo antes del caso Allen, en 1988, el prometedor Rob Lowe vio sepultada su carrera cuando se vio una cinta de vídeo en la que, a sus 24 años, tenía relaciones con una menor de 16, una diferencia notablemente menor que la que tenían Allen y Soon-yi al casarse (56 y 19 años respectivamente).