Donostia. A la izquierda, un espigado Pete Seeger canta y toca el banjo observado fijamente por dos personas sentadas a escasos metros de él. La imagen es borrosa y apenas permite distinguir la identidad de ambos jóvenes, que son Xabier Lete y Joxan Artze, según confirma en su Fotolog Josemari Vélez de Mendizabal. Porque fue el escritor de Arrasate quien, arrellanado en su butaca, captó la fotografía que se ha convertido, quizá, en el único testimonio gráfico del paso de Seeger por Donostia hace 43 años.
Lo nebuloso de la imagen, tomada el 9 de febrero de 1971 en el Victoria Eugenia, contrasta con el nítido recuerdo que Benito Lertxundi guarda de aquella visita. Él y sus compañeros del grupo Ez Dok Amairu -Lete, Artze, Laboa, Iriondo...- jamás ocultaron su admiración por Seeger, Dylan o Baez, y gracias a la mediación de Raimon, invitaron al "padre de la canción protesta" a tocar en la capital guipuzcoana.
En declaraciones a este diario, el bardo de Orio, que entonces no llegaba a la treintena, demostró ayer cuán vívido es su recuerdo de los tres días de "convivencia" con Seeger. Compartieron mesa, mantel y un sinfín de canciones. "Hubo cenas memorables. En una celebrada en Urnieta pidió una guitarra y acabamos todos cantando", evoca Lertxundi. En la víspera de su concierto, le llevaron a cenar a Casa Alcalde, donde el músico se mostró deslumbrado por la gastronomía vasca: "Cenó una barbaridad, al menos cuatro platos, y al terminar, feliz, desapareció saltando y corriendo por la calle San Vicente".
Volvieron a verle al día siguiente en la prueba de sonido del Victoria Eugenia, donde no perdió el sentido del humor pese a los fallos iniciales del equipo técnico. "Se aburría un poco pero como era muy activo, se tumbó sobre el escenario y, con la guitarra en el regazo, comenzó a mover los pies como si bailara claqué. Tenía cosas como de niño, era muy jovial", rememora Benito, que aprovechó un momento en el que Seeger fue al baño para probar su guitarra de doce cuerdas: "No recuerdo haber tocado nunca una guitarra tan pesada. Era durísima, con un sonido muy especial".
Después, en el concierto, Seeger repasó sus canciones más conocidas e interpretó alguna tonada infantil. "A mí me ganó por completo. Ha sido y es uno de los cantantes más queridos e importantes para mí: me ha influido mucho a la hora de cantar", confiesa el músico oriotarra, que como sus compañeros, no perdió ocasión de cantar para él en alguna sobremesa. En el restaurante Aurrera, por ejemplo, el estadounidense escuchó atento las melodías que desgranaron para él los representantes de la nueva canción vasca y, al parecer, le impresionó especialmente el Atarratzeko gazteluko kantua que interpretó Benito Lertxundi.
Artze, uno de los pocos que hablaba inglés, hizo las veces de traductor en estos encuentros y también en la histórica entrevista que Joxemari Iriondo le hizo para Herri Irratia y que puede escucharse en Internet.
El hombre-canción "Me gustan muchos cantantes y muchas músicas pero Pete Seeger, como Woody Guthrie, era tan telúrico y tan del pueblo... Aparte de su compromiso político, siempre me ha encandilado su fluidez y el modo espontáneo de coger la guitarra, esa facilidad para comunicarse cantando, como si fuera un pájaro, y también para hacer que el público cantara junto él en directo. Abría la boca y, más que hablar, parecía que cantaba: era el hombre-canción", sostiene Lertxundi, que en su disco Nere ekialdean (2002) adaptó una melodía del estadounidense para homenajearle con el tema Zergatik utzi kantatzeari.
Otros músicos vascos que también le han rendido tributo son Gari, que tradujo el himno We Shall Overcome para convertirlo en Eutsiko diogu, o Mursego, que junto a Fundació Robo transformó Little Boxes en Kutxatxoak.