EL lienzo de un sillón de tamaño real que irradia luz propia da la bienvenida al visitante que accede a Ekain. Desde hoy y hasta el 13 de julio, la galería acoge la muestra del pintor donostiarra Raúl Urrutikoetxea, fallecido en 2002. Fue un artista prolífico que dedicó toda su vida a pintar y que en una entrevista realizada en el año 2000 confesó que la pintura le dio una "capacidad autocrítica importante". También se convirtió en un medio de "expresión fundamental" y en un canal para contar aquello que le interesaba. En definitiva, el autor consideraba la pintura como un "medio mudo que podía contar de uno mismo más que miles de palabras."

La muestra se titula Hamairu13trece porque, según explica su viuda, Amaia Olloquiegui, era el número de Raúl. "Siempre decía que Urrutikoetxea tenía trece letras y que era el número de la familia. Vivían en el número trece y sus padres tenían dos jugueterías en ese mismo número". Por eso se les ocurrió "vincularlo todo en torno a ese número, empieza hoy día 31, que si le das la vuelta es 13 y finaliza también el 13".

La exposición incluye 54 obras del donostiarra, que van de 1984 a 2002. Son de diferentes formatos, pequeño, mediano y grande, y están adscritas al arte figurativo y a un realismo muy particular. Además, la selección está centrada en lo que más le apasionaba, la arquitectura. Por eso no es extraño encontrar imágenes de edificios, fachadas, puentes e interiores.

Según decía el artista, su pintura trataba de ser una "iconografía plasmada de imágenes y sensaciones que le interesaban, que tenían que ver con la mirada, con lo visto, con el recuerdo y con la vida".

En 1992 Urrutikoetxea realizó cuatro litografías de edificios como la Residencia Sanitaria de Donostia o el Geriátrico que estaba ubicado antes en El Antiguo. Más tarde, en 2000, los retomó y comenzó a recortar y a manipular. A partir de esas litografías creó las imágenes de edificios completamente imaginarios. Según apuntó Olloquiegui, "eran torres y pequeñas fachadas", pero difícilmente reconocibles, porque Raúl tenía una forma de tratar la pintura "muy especial".

La muestra también acoge el que fue el último trabajo del artista, Los Hombrecitos, un panel que originalmente tenía 150 figuras pintadas con técnica mixta sobre tabla. En Ekain se exponen solo quince porque las demás se han ido vendiendo durante los años.

Obras inéditas

Homenaje

Muchas de las piezas de la galería no habían visto la luz hasta ahora porque estaban guardadas en casa. Olloquiegui comenta que han vaciado la casa, una especie de "parto triste" de obras de las que cuesta desprenderse" porque parece que "se pierde parte de él". Pero al final, subraya, ella los lleva disfrutando diez años, y ha tenido que interiorizar la mentalidad del artista, que "crea para que otro interprete y disfrute". Porque esa es la función del artista, "que otro disfrute de su arte". Además, es una bonita manera de mantener viva su memoria, un pequeño homenaje a una obra que "sigue viva".

Pese a ello, hay determinados cuadros que sí han sido expuestos en anteriores ocasiones, como dos meses después de su fallecimiento en la galería Altxerri -una muestra que ya estaba programada porque el artista trabajaba en ella -, en la muestra gráfica que se realizó en Arteleku en 2003, en una pequeña exposición en Arteko o en la retrospectiva de toda su obra que el Koldo Mitxelena Kulturunea albergó entre 2005 y 2006.