Donostia. Nagisa Oshima, cineasta combativo, radical y crítico con el Japón de su tiempo, falleció ayer a los 80 años, tan solo seis meses antes de que el Zinemaldia le dedique un completísimo ciclo. El autor de obras como El imperio de los sentidos (1976) o Feliz navidad, Mr. Lawrence (1982), conocía bien el festival donostiarra, pues participó en el jurado de la Sección Oficial de 1988 que entregó la Concha de Oro al filme británico On the Black Hill, de Andrew Grieve.

La muerte por neumonía le sorprendió ayer en el hospital de Kanagawa, al sur de Tokio, junto a la actriz Akiko Koyama, su esposa durante más de medio siglo. Oshima sufrió en 1996 una hemorragia cerebral que le causó una parálisis y le obligó a seguir una larga rehabilitación. En 1999 se puso tras la cámara para dirigir su última película, Tabú, que trataba el tema de la homosexualidad en el mundo samurai.

Polémica obra La polémica acompañó a Oshima durante toda su carrera, compuesta de una veintena larga de largometrajes. Debutó con Ciudad de amor y esperanza (1959) y pronto se convirtió en emblema de la denominada nuberu bagu, la nueva ola japonesa equivalente a la nouvelle vague gala. Ya en sus primeros títulos mostró una mirada airada contra la sociedad japonesa, fijándose en seres que habían dejado atrás el milagro económico de su país y exhibiendo un discurso claramente político y de izquierdas. Así, Noche y niebla en Japón (1960) le acarreó problemas con la censura y en The Catch (1961) adaptó la novela de Kenzaburo Oé, que relata cómo un piloto afroamericano es capturado por los habitantes de una pequeña aldea en plena II Guerra Mundial.

Convertido en representante de la modernidad japonesa por sus soluciones formales y su ansia de experimentación, Oshima firmó cintas como Japanese Summer: Double suicide (1967), sobre el suicidio de dos amantes, o Band of Ninja (1967), un curioso acercamiento a la animación. También hay títulos como Diario de un ladrón de Shinjuku (1968), El muchacho (1969) o Murió después de la guerra (1970) que merecen ser redescubiertos y que han quedado eclipsados por su película más conocida, El imperio de los sentidos (1976). Su explícita carga sexual le ocasionó problemas con la censura en Japón, donde el director tuvo que pasar por los tribunales.

Después siguió la estela de aquella cinta con El imperio de la pasión (1978), una historia de fantasmas que le valió el premio al Mejor director en Cannes. En el reparto del drama bélico Feliz Navidad, Mr. Lawrence (1982) unió a David Bowie y a Ryuichi Sakamoto y en su penúltimo trabajo, Max, mi amor (1986), hizo que Charlotte Rampling se enamorara de un chimpancé. Tras la mencionada Tabú jamás volvió a dirigir por problemas de salud. Entre los proyectos que no realizó figura Hollywood Zen, una producción que habría congregado en la pantalla a Sakamoto y a Antonio Banderas pero que no prosperó por falta de financiación.

Tras su fallecimiento, el ciclo del Zinemaldia, que tendrá lugar entre los días 20 y 28 de septiembre, se convertirá en un homenaje póstumo a uno de los más "notables" directores del cine japonés, "además de una de sus figuras más audaces, controvertidas y polémicas".

Director del Zinemaldia