Fecha y lugar. 18/11/12. Teatro Amaia. Irún. Intérpretes. Claudia Marchi, Ana Nebot, Elena Barbé, Junkal Biurrarena, Emanuele Servidio, Luis Cansino, Arturo Pastor, Iker Casares, Darío Maya, Santiago Goikoetxea. Orquesta y Coro Luis Mariano, Sandro Santillo (director de escena), Aldo Salvagno (director musical). Programa. Cavalleria Rusticana (P. Mascagni), Pagliacci (R. Leoncavallo).

PONER en escena dos títulos del repertorio verista implica saber atinar y hacer una buena elección de casting. En ese sentido, la coproducción entre Amici della Musica di Cuneo y la Asociación Lírica Luis Mariano de Irun estuvo acertada con un equilibrado plantel de voces en los dos títulos de la velada. Otro de los aciertos vino de la mano del coro que, aun saliendo más airoso del primer título que del segundo, superó las exigencias de las partituras. Otra de las complicaciones de programar dos títulos en un escenario como el Amaia de Irun radica en la necesidad de ser original aprovechando las limitadas posibilidades del recinto ofrece. Así, se usó el mismo decorado en las dos obras -un edificio a la izquierda y el pórtico-fachada de una iglesia-, cosa que si al comienzo del segundo título supuso una pequeña decepción, quedó superada gracias a la escenografía empleada posteriormente introduciendo el autobús en el que viajan los payasos y en el que se desarrolla la pantomima.

Cavalleria Rusticana de Mascagni es una obra muy exigente para el coro y para el trío de solistas. La mezzo Claudia Marchi se marcó un tanto a su favor mostrando una Santuzza potente, con un chorro de voz ancho, amplio, y cantando sin trampas, dándolo todo. Su partenaire, el tenor Emanuele Servidio, no logró estar a la altura en su rol de Turiddu; es lo que tiene cantar a pleno pulmón desde el comienzo, sin medir la potencia. Afortunadamente, Servidio lució mucho mejor en el rol de Canio/Pagliaccio de la ópera Pagliacci de Leoncavallo, en la que se le notó más cómodo, como evidenció en el aria Vesti la giubba.

Quien lució especialmente bien fue el barítono Luis Cansino tanto en su papel de Alfio como en el del deforme Tonio/Taddeo: cantó con poderío y mostró dos roles tan distintos como creíbles. La soprano ovetense Ana Nebot cantó con elegancia y se le notó cómoda como Nedda/ Colombina, sobre todo en la pantomima del segundo acto. Del resto del plantel, la Mamma Lucia de Junkal Biurrarena sonó estupenda y fueron correctos la Lola de Elena Barbé, el Silvio de Arturo Pastor y el Beppe/ Arlecchino de Iker Casares. El coro sonó bastante empastado, con excelentes sopranos, mejor en la Cavalleria que en Pagliacci donde los desajustes fueron más notorios, y la reducida orquesta supo extraer bellos momentos desde el foso, como el Intermezzo de la Cavalleria.

El maestro Salvagno estuvo pendiente de los solistas, logró que todo encajase más o menos bien y los movimientos escénicos de Santillo fueron acertados. En definitiva, la doble propuesta convenció, logrando los principales cantantes poner las emociones a flor de piel.