Alta, delgada, de mirada casi transparente, Sylvia Kristel, fallecida ayer de cáncer de esófago a los 60 años de edad, rodó muchas otras películas, pero fue una sola, Emmanuelle, la que en los años setenta la convirtió en un mito erótico mundial. Eran los años en los que la censura de la dictadura hacía todavía estragos en España, alargando faldas y cubriendo escotes, años en los que cualquier insinuación impresa o en pantalla de la anatomía femenina era motivo de escándalo público y amenaza de cárcel. De ahí el éxito de la película protagonizada por Sylvia Kristel, sobre todo en la cartelera de los cines del sur de Francia, a cuyas puertas largas colas de españoles aguardaban para ver los encantos de esta holandesa de nacimiento. Una joven Kristel de mirada entre inocente y pícara, pelo corto, sentada en un exótico sillón de mimbre y con un collar de perlas sobre sus senos desnudos, que invitaba a placeres prohibidos al otro lado de la frontera.

Nacida en Utrecht, Holanda, el 28 de septiembre de 1952, el mito erótico fue primero secretaria, Miss Televisión Europea y modelo publicitaria, profesión que le abrió las puertas del cine, en donde debutó en 1972 con Niet voor de poesen, del director Fons Rademakers. Después siguieron otros títulos, pero fue en 1973 cuando el cineasta francés Just Jaeckin le ofreció protagonizar el que fuera el gran papel de su vida, Emmanuelle, que le llevaría a la fama pero que, a la larga, devoró a la actriz y a la mujer. Considerada uno de los puntales del cine erótico moderno, batió récords de taquilla allí donde fue exhibida. En París se mantuvo diez años ininterrumpidos en cartel. Después rodó con Sigi Rothemund, Alain Robbe-Grillet y Jean-Pierre Mocky, hasta que en 1975, con Francis Giacobetti, protagoniza la primera secuela de su exitoso personaje, Emmmanuelle II, la antivirgen. Después llegarían filmes con Walerian Borowczyk, Roger Vadim, Claude Chabrol y Francis Girod.

Sin poder desprenderse del personaje que le dio fama, en 1977 protagoniza Goodbye Emmanuelle, a las órdenes en esta ocasión de François Leterrier. A finales de 1979 trasladó su residencia a Hollywood. Allí intervino en varias series y en pequeños papeles en películas de escaso éxito. En 1983 llegaría otra secuela, Emmanuelle 4. Entre los años 1992 y 1993 volvió a meterse en su piel en otras tres películas: Emmanuelle's Revenge, Emmanuelle's Magic y Emmanuelle's Love. Unida desde muy joven al escritor Hugo Klaus, tuvo con él un hijo en 1975. Entre 1977 y 1979 estuvo unida al actor británico Ian McShane. En 1982 contrajo matrimonio en secreto en Las Vegas con el millonario norteamericano Alan Turner, del que se divorció poco antes de volver a Europa. En 1986 se casó en París con el productor francés Philippe Blot.

En 2006 publicó su autobiografía, Desnuda, en la que confesaba su adicción a las drogas y el alcohol. Seis años después, cuando su todavía bello rostro no podía ocultar los excesos, sufrió un derrame cerebral que le llevó al hospital, donde se le diagnosticó, además, un cáncer de garganta del que llegó a recuperarse. En abril del año pasado reconoció que todavía recogía los frutos de la fama lograda con Emmanuelle, y se preguntaba si el interés despertado por esa película iba a parar alguna vez.