DONOSTIa. La obra Cuadros de una exposición de Modest Mussorgsky se ha convertido en el "pretexto" de la Orquesta Sinfónica de Euskadi para formalizar su complicidad con cuatro museos vascos. En Gipuzkoa, el elegido es San Telmo, que hoy y mañana tendrá "una extensión" en el Kursaal. Los asistentes al concierto podrán observar en el hall del auditorio el cuadro Fuente de la Salud, de Eugenio Arruti y Pola (Luarco, 1841-Donostia, 1889).

La segunda actuación de la temporada de abono empezará con otra "marca de la casa" -la primera es la política de colaboraciones- de la OSE. Peter Eötvös es el nuevo fichaje de Tesela, un proyecto que consiste en el estreno de ocho obras encargadas por la formación a compositores de diferentes nacionalidades y de prestigio internacional, música contemporánea con un leit motiv la cultura vasca. Eötvös (Transilvania, Rumanía, 1944) fue miembro del ensemble de Stockhausen y es "un compositor muy conocido" en los países centroeuropeos. "Se le pidió una aproximación a la música vasca y no sé qué investigación ha hecho pero consigue transmitir unos momentos muy vascos", aseguró el director titular de la orquesta, Andrés Orozco-Estrada, que animó al público a "reconocer" esos pasajes.

desplazamiento musical Y de la esencia del alma vasca se viajará a la "energía" eléctrica de Nueva York. El pianista Michel Camilo, solista invitado que se estrenó con la orquesta hace dos años inaugurando el ciclo KlasikAT, aportará su maestría a Concierto en fa para piano y orquesta, de George Gershwin, una obra "llena de color orquestal". El primer movimiento se inspira en el charlestón, el segundo parte de la estructura del blues, y sus doce movimientos, y el tercero es un movimiento perpetuo que recuerda a una tocata. Para Camino, que vive en la gran manzana desde 1979, Gerhwin logró captar la naturaleza de la ciudad estadounidense, las vibraciones de "una gran urbe, con sus rascacielos, el intenso movimiento diario y los anhelos de los inmigrantes en busca de un sueño".

El músico, avalado por Grammys y Emmys, estableció además una relación entre dos protagonistas de los recitales del Kursaal: el propio Gershwin y Maurice Ravel, que confeccionó la rica orquestación de la obra de Mussorgsky, la versión que se interpreta siempre. El compositor de Iparralde era "un gran amigo" de Gerswhin y, al parecer, le pidió el manuscrito de Rhapsody in Blue antes de componer su famoso Concierto para piano y orquesta. Son, en cualquier caso, dos de las más fabulosas composiciones de los años 20. La pieza que justifica el cruce con el arte es, en opinión de Orozco-Estrada, una obra "monumental", que traslada al espectador la sensación de "ir pasando de un cuadro a otro de la exposición, y la manera en que se transforma el alma".