Donostia. Si cogemos una de las eróticas pin-up que se dibujaban en los años 50, le añadimos un estampado español de los 70, lo aderezamos con unos toques de hiperrealismo y lo completamos con un poso artístico y personal de una pintora donostiarra, ¿qué tenemos? Las pinturas de Juncal Aguirre.
Aunque los ingredientes parezcan sencillos y, hasta cierto punto, incompatibles, la particular receta se podrá degustar hasta el 27 de mayo en la primera planta de las salas Kutxa Boulevard.
Las obras de Aguirre (Donostia, 1978) presentan casi siempre un gesto o un detalle de una o varias mujeres enmarcadas en una trama de estampados que en ocasiones recuerdan el dibujo de un papel de pared. A través de ese juego de representación humana con un elemento abstracto busca el relato de una historia, algunas veces acompañadas de denuncia o queja, otras simplemente de un estado de ánimo.
Es un arte subversivo, en el sentido en que utiliza una estética para contar lo contrario de lo que transmitía cuando fue creada. "Tomo la idea de los años 50 y 60, cuando se usaba a la mujer como objeto, pero busco lo contrario. Me apetece que la que cuente sea la mujer también, pero quiero relatar temas de esa sociedad o que en este momento me inquietan, me llegan", describe Aguirre.
"Por un lado", prosigue la pintora donostiarra, "la estética de las pin-up era muy bonita, pero me llama la atención lo machista que era" la idea de fondo, se lamenta. Sin embargo, Aguirre no ha querido renunciar al colorido y a la alegría que transmite el envoltorio de aquella época. Completa sus obras con una " trama" que recuerda al "estampado setentero español". "Muchos son papeles de pared, de fotos que he visto por ahí, de vestidos de esa época, simulando esa época de machismo en España", y aunque nació como un guiño, ahora ya es su marca personal, su firma artística.
'Burkas' y racismo "Cada cuadro parte de algo y el título es un resumen de la obra", indica. Obras como Burka y Ebony tienen un mensaje muy claro y profundo, que denuncia las barreras mentales. El primero está formado por tres secciones horizontales: un estampado de círculos verdes, una mirada de desgarradores ojos negros y un tablón de madera por debajo, que cierra la visión del resto de la cara. "En 2004 hubo una polémica en Francia de unas niñas a las que no dejaban llevar el velo al colegio. Se me ocurrió la idea de que nosotros criticamos ese tipo de vida y de cultura y en cambio aquí tenemos nuestros burkas propios". Los cánones de belleza impuestos por la moda y la obligación de que las chicas vayan siempre "monas", son algunas de esos burkas occidentales, comenta Aguirre.
En Ebony la artista donostiarra ha querido plasmar otro muro, en ese caso el racial. El cuadro es el cuerpo de una mujer negra, desde la boca al vientre, que lleva un sujetador blanco. "En realidad quien lleva el sujetador es una negra y la pieza de ropa es tan blanca que contrasta. El negro lleva al blanco, es esa la paradoja".
Pero no todos los cuadros cuentan un discurso, sino que algunos simplemente tienen detrás una "pequeña historia". Por ejemplo, 32 weeks un homenaje a su "primera sobrina" en el que, sobre un fondo celeste dibujó el perfil de su cuñada y, como si de un capullo se tratara, salen tres mariposas que simbolizan " una metáfora del nacimiento". Las estaciones del año también están representadas en obras como Autumn y Spring.
un estilo chocante Esta es la segunda exposición de Aguirre en Donostia y desde que MKM Artegunea mostró sus cuadros en esta ciudad por primera vez han pasado cinco años. "Me hace ilusión que en Donostia, por una vez, me hagan caso", exclama. Aun así, no ha perdido el tiempo. Combinando su dedicación entre la escuela de arte donde enseña y los cuadros que compone, esta joven pintora ya ha expuesto en varias ciudades de Estados Unidos (Chicago, Nueva York y Washington), en Alemania, Francia, Holanda y en algunas localidades del Estado, como Madrid, Valencia y Santiago de Compostela.
La artista admite que su estilo aquí puede resultar chocante: "Mi arte aquí es algo novedoso, porque la gente no está acostumbrada a este tipo de obra. aquí es todo muy clásico, más tosco, tipo Chillida y Oteiza. Parece que eso sea lo único que valga, la medida de lo que es arte". Sin embargo, ella se considera "igual de vasca que cualquiera que hace arte con hierro", porque ella nació aquí y aunque se inspira en motivos extranjeros los aplica desde Donostia, indica. "Que entren cosas nuevas también es importante", remata.
El original menú de Aguirre está servido. Con su base de americanidad, la guarnición realista y el fuego donostiarra hay que consumirlo no como un fast food sino como un plato de vanguardia.