Bilbao. Presenta una retrospectiva de sus películas en un edificio simbólico para él, que le evoca su infancia y sus primeros recuerdos. La Alhóndiga se encuentra a "escasos 50 metros" de la casa donde creció Álex de la Iglesia (Bilbao, 1965), por lo que hablar de cine en este lugar le "emociona y entusiasma" a este director, productor y guionista que está a punto de estrenar su nuevo trabajo, La chispa de la vida. "Tengo la sensación de que estoy a mitad de mi carrera", confiesa.

Compara la retrospectiva de sus películas con el sexo.

Sí, en cierto modo se parecen porque ambas son muy excitantes pero, por otro lado, son un poco inquietantes.

Dijo una vez que era de respuestas rápidas y poco meditadas. ¿Ha cambiado eso con los años?

No, diría que sigo completamente igual, es algo incorregible. Tengo la tendencia compulsiva a decir, no ya lo que pienso, sino lo que pasa por mi cabeza en ese mismo instante; aunque luego lo dicho pueda ser matizado.

Eso le habrá traído problemas.

Sí, pero como a todos. Todos hemos sufrido con eso alguna vez lo que pasa es que unos nos exponemos más que otros, como es mi caso. Tampoco pienso que sea algo que haya que cuidar porque creo que las cosas meditadas son mejores que las intempestivas. De hecho, las mejores decisiones que he tomado a lo largo de mi vida han sido de una manera instantánea y brutal.

¿Por qué eligió a José Mota y a Salma Hayek como protagonistas de su nueva película?

Fue una decisión muy meditada. Utilizo a Mota como actor, porque además de ser un gran interprete, como personaje es algo icónico. Es un símbolo, una persona a la que todos queremos y apreciamos porque nos hace reír y, sin embargo, en la película se encuentra en una situación desesperada. Es un filme sobre la pérdida de la dignidad, y la recuperación de esta. La chispa de la vida es un drama, un drama particularmente duro. No es una película fácil. Es una tragedia, pero creo que es posible mantener la dignidad dentro del caos.

En este filme trata el tema del comportamiento de los medios de comunicación, ¿cree que siempre actúan correctamente?

No les juzgo. Expongo cómo funcionan en algunos casos y las consecuencias que esas actuaciones conllevan. Me imagino que los medios hacen lo que creen que tienen que hacer y estarán convencidos de que obran correctamente.

Pero, ¿cree que en ocasiones sobrepasan los límites?

Totalmente.

¿Qué espera de la película?

Lo que esperaba ya lo he conseguido, que es rodar la película tal y como quería, y también contar una historia que me preocupaba. Si además de eso la película tiene éxito, mejor. Mi prioridad era contarla y rodarla, y creo que le pasa lo mismo a todos los directores con sus trabajos. En esto el cine sí que es como el sexo: si además de hacer el amor quieres que te aplaudan, pues está muy bien, pero creo que con hacerlo ya es suficiente.

¿Usted necesita que le aplaudan?

Sí, como todos necesito que me quieran. Todos esperamos ternura y cariño, y duele que te digan lo contrario, aunque a estas alturas menos. Somos gente madura y ahora lo importante es lo que uno hace. No vale ni lo que planificas ni tus intenciones para un futuro, sino lo que estas haciendo día a día. Eso eres tú, ni siquiera eres tus sueños o tus intenciones, simplemente eres lo que haces.

'La chispa de la vida' es un drama y su siguiente filme será una comedia. ¿Abandona la violencia?

No. Es la sal de la vida.

Dirigió dos años la Academia de Cine. ¿Qué aprendió?

Los años que pasé dirigiendo la Academia fueron los más fructíferos y apasionantes que he vivido, para bien o para mal. He aprendido que las cosas se pueden solucionar, que puedes hablar y debatir, que puedes ver las cosas desde el punto de vista que de otras personas que tengan ideas diferentes a las tuyas, y eso te da que pensar muchísimo. Descubrí que había muchas formas de pensar.

¿Le resultó duro dimitir?

Hice lo que tenía que hacer.

¿Está el cine español maltratado como dicen?

No. Creo que en este momento tenemos un cine del que podemos estar orgullosos. El cine español tiene una repercusión internacional importante y, sobre todo, hay mucha gente haciendo muchas películas muy distintas. Eso es algo que siempre hay que tener en cuenta. El Estado español es muy heterodoxo y no sigue una directriz concreta.

¿Cómo ve las descargas en la red?

El tema es complicado y amplio. De lo que estoy convencido es de que estamos en un momento de crisis, entendida como cambio, en el que los formatos van a transformarse. Ello va a provocar que el cine también cambie su modelo de mercado y de financiación.

Entonces, ¿por qué le temen tanto al cambio los directores?

No tememos a los cambios, tememos no poder trabajar. Por eso cualquier cambio lo vemos como algo peligroso, que nos puede generar problemas a la hora de rodar. Lo que tenemos que hacer es adaptarnos y asumir el cambio para seguir trabajando.

¿Esa es su 'chispa de la vida'?

Sí, hacer cine es lo que le da sentido a todo y ofrece tener la sensación de servir para algo. Nosotros los directores nos dedicamos a contar historias y a entretener a la gente. Creo que cumplir con ese objetivo es lo más difícil.

¿Y su balance personal tras la retrospectiva?

Bueno, hay algunas secuencias que están bien... (ríe).