EEUU, 2011. Dirección, guión, fotografía y montaje. Matt Farnsworth. Intérpretes. Diane Foster, David Backhaus, Karen Young, James McCaffrey, Matt Farnsworth. Duración. 84 minutos.
MARCUS Miller no tiene padre ni madre ni perro que le ladre, pero sí una irrefrenable sed de venganza y un talento innato para la matanza. El huerfanito que de niño presenció el asesinato de sus progenitores y después fue separado de su hermana, oculta la jeta tras una máscara. Como Leatherface, Michael Myers o Jason. Pero él, a diferencia de sus primos hermanos, habla. Con su voz amplificada, como de feriante de tómbola, suelta perlas tan rimbombantes como "Soy el mensajero del dolor" o "Yo soy tu apocalipsis". Sentencias que, por supuesto, dan más risa que miedo.
Este "nuevo icono" (sic) del terror pergeñado por Matt Fransworth y Diane Foster, diletante reina del grito, hunde sus raíces en la tradición del cine de psicópatas que saturó las pantallas en los años 80. Miller también silba cuando se acerca a sus víctimas e incluso tiene una canción propia entonada por niñas que saltan a la comba. Poco más que un manido catálogo de tópicos cabe esperarse de esta facilona película en la que el apellido del asesino, Miller, ha sido escogido con un solo objetivo: que rime con "killer". Es todo tan obvio que si Marcus preguntara "cuánto suman tres más dos" y una de sus víctimas respondiera "cinco", el psicópata podría gritar "¡Por el cráneo te la hinco!" antes de hundir su hacha en la testa más cercana. Puro ripio.
Por fortuna, las carencias cinematográficas de The Orphan Killer son suplidas con escotes generosos, hectolitros de sangre y muertes de lo más retorcidas, lo cual la convierte automáticamente en candidata a ser jaleada con fervor y calenturienta imaginación por el público del Teatro Principal. Y eso no es poca cosa.