DONOSTIA. Enrique Urbizu ya rodaba películas de cine negro cuando de adolescente trasteaba con su cámara Super-8 y aún no sabía que se convertiría en uno de los mejores directores de su generación. "Bastaba con poner a un personaje con corbata, usar una pistola de juguete y filmar en los exteriores del Bilbao de los años 80 para tener un decorado de cine negro", recordaba ayer en Donostia. Tres décadas después, el realizador bilbaino triunfa en la taquilla con la película que compitió en el último Festival de Cine de San Sebastián, No habrá paz para los malvados. La cinta está ambientada en el Madrid actual y está protagonizada por José Coronado, metido en la turbia piel de un policía sanguinario y corrupto, Santos Trinidad, que se ve envuelto en una espiral de violencia.
Espoleado por el programa Zineguneak de la Filmoteca Vasca, Urbizu participará en dos encuentros abiertos al público. El primero, con el director del Zinemaldia, José Luis Rebordinos como maestro de ceremonias, tendrá lugar hoy a las 19.30 horas en el Koldo Mitxelena de la capital guipuzcoana y en él tal vez participe su coguionista habitual, el donostiarra Michel Gaztambide. El segundo coloquio será mañana a las 18.00 horas en la Biblioteca Bidebarrieta de Bilbao, que se estrena como sede de Zineguneak. El responsable de la Filmoteca, Joxean Fernández, se mostró "feliz" por contar con el "maestro" Urbizu en esta iniciativa.
Éste recordó la "imborrable" acogida de su filme en el Zinemaldia, donde no obtuvo ningún premio aun teniendo el marchamo de favorita. "No quisimos esperar nada, puedes ganar o no", aseguró antes de confesar que ha visto Los pasos dobles, el filme con el que Isaki Lacuesta ganó la Concha de Oro. "Me ha gustado mucho", declaró mostrando un buen perder diametralmente opuesto al del mexicano Arturo Ripstein.
A su juicio, lo más importante es lo bien que el público ha recibido No habrá paz para los malvados pese a que no es una película "excesivamente fácil". "Está suscitando discusiones excitantes, y eso está muy bien tratándose de un género poco habitual en España. Vamos abriendo camino a la serie negra", dijo.
El responsable de La caja 507 y La vida mancha lamentó los "prejuicios" que impiden que haya más películas de cine negro en el Estado. "Por un lado porque no ha habido grandes éxitos de taquilla y a los productores les cuesta apostar por ello; por otro, por el maldito reflejo de la comparación americana: decir que rodar un thriller es hacer cine americano delata gran ignorancia", sostuvo. De hecho, el bilbaino cree que el cine negro es "una válvula de escape estupenda para hablar del mundo en el que vivimos, de economía, de política o de temas morales".
Próximo proyecto Bajo esa premisa, Urbizu maneja ya varios proyectos, dos junto a Gaztambide, y otro escrito por él en solitario a partir de un libro de investigación periodistíca de Manuel Cerdán, Paesa, el espía de las mil caras. Convencido de que en los últimos 30 o 40 años de la historia española hay "territorios apasionantes" y "material de sobra" para contar historias de género negro, el director planea llevar a la pantalla la vida de Francisco Paesa, ex agente del Ministerio del Interior que ha sido "financiero en Suiza, estafador, bon vivant y gran pícaro".
Será su próxima película si las "piezas financieras" encajan. Lo que nació como un encargo de Zeta Audiovisual ha terminado por atraparle, básicamente por la fuerza del personaje principal. El título provisional del filme es Armas y conversaciones y en su mente Urbizu tiene ya al intérprete que dará vida a Paesa. Pero prefiere no desvelar su nombre aún: solo aclara que esta vez no será su actor fetiche, José Coronado.